CIUDAD DE MÉXICO.- La prostitución es una industria internacional que oscila entre la segunda y tercera economía ilícita (la primera es la armamentista y la otra, el narcotráfico) que ha permitido a países, como México, a reconstruir sus economías nacionales para poderse enganchar en el mercado global, estableció Rosa Cobo, profesora titular de Sociología de la Universidad de la Coruña.
De acuerdo con SemMéxico, la Prostitución es una institución fundacional del patriarcado y tiene un carácter fundamental para la reproducción del sistema capitalista neoliberal y para los procesos de acumulación capitalista, señaló la teórica feminista y escritora en su conferencia magistral de apertura del VII Congreso Latinoamericano y Caribeño sobre trata de personas y tráfico de migrantes. Capitalismo y patriarcado. Acciones institucionales y comunitarias para la erradicación. Reflexiones en la era del COVID-19, efectuado el 6, 7 y 8 de julio.
En su disertación “Prostitución en el corazón del capitalismo. Reflexiones para Latinoamérica”, la catedrática española abarcó varios temas para explicar los mecanismos que han convertido a la prostitución en una industria global y que hacen posible su reproducción, así como las narrativas utilizadas para legitimar, despolitizar y regular esa práctica, ante la perspectiva crítica abolicionista.
En el congreso efectuado en la Cámara de Diputados y convocado por la Universidad Autónoma de Tlaxcala y el Observatorio Latinoamericano sobre trata y tráfico de personas, Rosa Cobo indicó que la trata de personas, la prostitución y todos los negocios a su alrededor conforman la industria de la explotación sexual. En la década de los 70 se da un vínculo de necesidad entre capitalismo neoliberal y prostitución, la cual, en los 90, se va convirtiendo en una industria internacional, cuyo funcionamiento no es azaroso ni casual, sino que se da de manera articulada, goza de la protección de los Estados y del soporte del mercado.
La autora del libro Pornografía. El placer del poder (2020) dijo que ese crecimiento se debe a dos factores, principalmente: a la economía y a la cultura.
Prostitución: necesaria para reactivar economías
En cuanto al primero, especificó que los países con economías nacionales destruidas tuvieron que recurrir a las economías ilícitas (armamentismo, narcotráfico y prostitución) como vía de reconstrucción para insertarse en la globalización. La prostitución está entre la segunda y tercera industria, como en los casos de México, Colombia, República Dominicana o Centroamérica, mientras que en otros como Rumania, Tailandia, Camboya y Nigeria se ha convertido en uno de los sectores económicos fundamentales.
Asimismo, continúo, la exportación de mujeres para la explotación sexual va a tener efectos inmediatos y significativos de consumo para reactivar las economías nacionales de sus países de origen. Puso como ejemplo el caso de Filipinas que durante la dictadura de Ferdinand Marcos instaló “agencias de matrimonio” que no eran más que sofisticados mecanismos migratorios para la explotación sexual y para el trabajo doméstico de mujeres, para que no tuviesen problema para entrar a Japón o a Estados Unidos. Pronto se dieron cuenta que el primer objetivo era más redituable que el segundo.
Recordó que un ministro de Tailandia, en una entrevista sobre ese mercado turístico prostitucional, había justificado sacrificar a una generación de mujeres para que el país siguiera creciendo. En Filipinas, pese a que Corazón Aquino prohibió esas agencias, la exportación de mujeres no acabó, debido a la dificultad por desarticular los circuitos semiinstitucionalizados que involucran al Estado, el Ejército, al poder Judicial y a élites políticas y económicas que de forma deliberada y consciente apoyan la explotación sexual.
Por otra parte, cuando el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional dan préstamos de ayuda estructural a países con altas tasas de pobreza, les ponen como condición crear una industria del ocio y entretenimiento; la prostitución y el juego son parte de ella, pues así creen que la deuda se va a saldar pronto.
Rosa Cobo precisó que la trata de personas es una forma de abastecer el mercado de la prostitución con altos beneficios y bajos costos. En un momento en que esta se inscribe en la industria del ocio y el entretenimiento, se necesitan cada vez más mujeres, más adolescentes, más niñas y más mujeres jóvenes, ante la demanda globalizada. Para que haya trata, tiene que haber coacción, violencia, engaño. Faltaría investigar cuántas mujeres lo hacen bajo su “libre consentimiento”, aunque asegura que “son muy pocas”. La mayoría no lo decide libremente.
Para la especialista, el capitalismo neoliberal y el sistema patriarcal tienen un proyecto para las mujeres; quizá no para todas, ahora, pero para las más pobres, indudablemente sí: convertir a unas en servidoras sexuales; ahí está la pornografía y la prostitución. A otras, en servidoras reproductivas; ahí están los vientres de alquiler. A unas más en servidoras domésticas; ahí están todas las que hacemos trabajo gratuito y otras que hacen trabajo doméstico muy mal pagado y en condiciones de semiesclavitud. Y a otras más en servidoras laborales; ahí están las maquilas, las más descalificadas son las más feminizadas.
Aludió a Ucrania, donde los vientres de alquiler habían constituido una extraordinaria industria que estaba oxigenando la economía nacional de ese país. La presidenta de la Red Académica Internacional de Estudios sobre Prostitución y Pornografía externó su solidaridad con aquel país, pero juzgó que su presidente, Volodímir Zelenski tendría que oír que la democracia no se profundiza, sino que se erosiona con la conversión de mujeres —siempre las más pobres y con más necesidades— en servidoras reproductivas.
Autora de La prostitución en el corazón del capitalismo (2017), Cobo Bedia mencionó a Teresa Ulloa, directora regional de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe de quien indicó muy bien en qué consiste este negocio criminal que se sustenta sobre “tres patas”: Las mujeres en situación de prostitución. Los proxenetas que se denominan entre ellos “empresarios del sexo”. Son criminales, algunos muy sangrientos, porque están vinculados con asesinatos. Muchos cotizan en Wall Street o son dueños de burdeles en México.
Por último, está una “enorme cascada de mercenarios”, entre ellos los “puteros”. Son “bárbaros del patriarcado” que se alimentan de esa industria y la sostienen; envían permanentemente mensajes de hipersexualización de las mujeres, ejercen violencia, son feminicidas. Son el sector más duro del sistema patriarcal, por lo que deben ser perseguidos y meterlos en la cárcel.
Libertad sexual: cultura de la prostitución
Rosa Cobo puntualizó que esta forma de economía global con un mercado único requiere de una cultura global de la mercantilización. No es necesario que solo haya estructuras económicas que respondan a los intereses del capitalismo neoliberal; es imprescindible que los individuos crean que es mejor lo privado que lo público, que es mejor el capitalismo que los Estados de bienestar gestionados por la izquierda, aunque sea socialdemócrata (casi no hay otra).
En el siglo XXI, la prostitución alcanzó una tasa notable y alta de legitimidad, fundamentalmente en el contexto de muchos varones y en países en que está regulada. En España, cuatro de cada 10 varones han acudido en alguna ocasión a la prostitución. De estos, 10 por ciento acude de forma habitual y, diría, compulsiva. Van a burdeles, y cuando no tienen recursos van a las zonas de calle donde es más barata.
La directora de Atlánticas, revista Internacional de estudios feministas, de la Universidad de La Coruña, explicó que en el centro de los imaginarios simbólicos se ha sacralizado la libertad sexual. Esta idea se dio en 1968, con el surgimiento de la nueva izquierda social democrática y la comunista que consideraba que era necesario hacer grandes cambios culturales —porque eran insuficientes los cambios económicos y políticos— para que las sociedades se transformaran de verdad.
Para ellos, si se podían romper los rígidos códigos que regulaban la sexualidad, seríamos más libres. En esa idea formulada por varones y como mensaje a los varones, continuó Cobo, se ubicó a la prostitución como parte de la libertad sexual,pero sin criterios normativos para saber qué es aceptable y qué no, pues no es lo mismo la posición de un proxeneta que la de una mujer que está en prostitución. Pareciera que cualquiera pueda hacer lo que quiera si tiene los recursos para hacerlo.
Hoy, en el siglo 21, este pensamiento se ha hecho más fuerte en el marco de la creación de un mercado, alertó la también autora de Hacia una nueva política sexual (2011). La libertad sexual ha sido colonizada por intereses patriarcales, capitalistas y coloniales, inaceptables, desde el punto de vista ético y político. Todo lo que tenga que ver con el imaginario social no es aceptable si lo que lo media es la violencia o imposición unilateral de los deseos de una de las partes y no de la otra, remarcó.
A partir de ese fenómeno, la mujer va a ser sobrecargada de sexualización. Desde los años 70 hasta ahora no ha parado la hipersexualización de lo femenino. Prueba de ello son la industria cosmética, del calzado, de la moda; la publicidad, el cine, las series de televisión, las grandes plataformas, los medios de comunicación; la cirugía estética para ajustarse a ese canon inalcanzable de belleza.
En el sistema patriarcal, las mujeres hemos sido definidas siempre como seres sexuales, pero es diferente que esta sexualización se inscriba dentro del mercado, dice la profesora de sociología y teoría feminista. Se forma lo que Sheila Jeffreys denomina una cultura de la prostitución, lo que será más fácil reproducirla. La culminación radical de esta hipersexualización, indudablemente, es la pornografía.
La especialista, quien ha recibido varios reconocimientos por su trayectoria y aportes a la teoría feminista, se refirió a los discursos y narrativas que tratan de despolitizar la prostitución, como verla como parte del ocio, diversión y entretenimiento. La explotación sexual se encapsula para que la gente no sepa el grado de violencia y esclavitud que existe sobre las mujeres en prostitución.
Se transmite la idea de que hay una “prostitución buena” y otra “prostitución mala”. La primera se describe como resultado de un contrato libre entre una parte que tiene recursos y otra que tiene necesidades. Hay una línea de investigación en la academia que la entiende como un acto de libertad individual. Por otro lado, la “prostitución mala” es la que está vinculada al engaño, a la violencia. De hecho, nadie consciente ser explotada. La que lo hace es porque no tiene otra alternativa.
Regulacionismo y abolicionismo
La socióloga desmintió que en el feminismo haya dos voces en relación con la prostitución: la de las regulacionistas y las de las abolicionistas.
El regulacionismo, dijo, tiene que producir discursos de legitimación de su propia propuesta política. Por una parte, indica que los hombres tienen una sexualidad irrefrenable, compulsiva, urgente, y necesitan de la prostitución para no violar. Por otro lado, maneja que esta nace del libre consentimiento, que es un acto de libertad y pacto entre dos partes: una mujer que necesita recursos y un hombre que los tiene.
Como “son discursos que las abolicionistas vamos desactivando por la desvergüenza que entrañan”, han sacado otro argumento que pone el foco en las mujeres que están en la prostitución, al señalar que con la regulación podrán adquirir derechos como la jubilación o seguro médico. En España —puso como ejemplo— hay un servicio de salud gratuito.
La especialista en el tema que ha investigado desde 2013 negó que sea cierto, pues no ocurre ni en los países donde la prostitución está reglamentada como Holanda, Suiza y Alemania. No hay contratos de trabajo. Lo que buscan los proxenetas son más garantías y seguridad jurídica y legalizar un negocio que es criminal.
Desde la perspectiva crítica abolicionista, Cobo Bedia destacó que no aceptan esas distinciones, no por una cuestión de voluntarismo político ni teórico, sino porque no responde a la realidad y porque empíricamente no pasan por el filtro de la experiencia. El abolicionismo de la prostitución es un proyecto político que profundiza la democracia, civiliza a las sociedades en aquellos lugares en los que se hacen este tipo de políticas; por eso —manifestó— “estamos en el lado correcto de la historia”.
La académica afirmó que desde el siglo XVIII, como tradición intelectual y como movimiento social, el feminismo siempre ha sido abolicionista. Hizo un recuento sobre el surgimiento del feminismo, como se propagó a distintas regiones como América Latina, las diferentes corrientes teóricas y filosóficas, sus protagonistas como Mary Wollstonecraft, Flora Tristán, Emma Goldman, Rosa de Luxemburgo, Clara Zetkin, Alejandra Kollontai, Kate Millett y los hechos que marcaron distintas etapas, denominadas olas del feminismo.
El hecho de que la prostitución se encuentra en el corazón de la cuarta ola feminista se debe a que cada vez más son las mujeres que son destinadas a esa explotación, viven más violencia y tienen condiciones de vida en la esclavitud, sostuvo quien escribió Fundamentos del patriarcado moderno. Jean Jacques Rousseau (1995).
Rosa Cobo distinguió a algunas y algunos anarquistas, marxistas que en realidad no lo son. Son solo “libertarios sexuales”, como diría Eva Illouz, que se alimentan teóricamente de toda la filosofía del capitalismo neoliberal para justificar que la prostitución está bien. Frente a esa postura, se pronunció porque en las escuelas haya programas de sensibilización para que se entienda que esa práctica no está bien, desde el punto de vista ético y político.
Lo que las abolicionistas buscan es acabar con una institución que tiene un carácter fundacional para el sistema patriarcal y que es una fuente inagotable de violencia para las mujeres. Para Cobo, eso está claro.No es aceptable que un hombre cosifique, objetualice y ejerza violencia sobre mujeres que tienen muy pocos recursos y que son vulnerables. La prostitución vulnera y socaba la democracia y le quita elementos de civilización.
Las abolicionistas, amplió, entendemos que la única posibilidad que hay es una ley de apoyo integral en la que haya recursos, apoyo psicológico, vivienda, que donde las mujeres sean migrantes tengan permiso de residencia y que las que tengan formación profesional no tengan razón para volver a la prostitución.
No obstante, hizo énfasis en que, además del mercado y el Estado, el regulacionismo tiene muchos apoyos, en la parte de arriba: de un sector de la academia, otro de los medios de comunicación, de una grandísima parte de las industrias culturales. En cambio, los apoyos de las abolicionistas están en la parte de abajo: en la sociedad civil. En esta parte, la feminista española contó cómo se han organizado en su país con distintas acciones para colocar la prostitución en el corazón de la agenda política feminista.
Cuentan con una plataforma de asociaciones de abolicionistas de la prostitución, que ya tiene 20 años. Han establecido pactos con otras feministas, con mujeres en la política, en la administración, en la academia, con colegios de abogacía. Han escrito en medios, han colocado el tema en la agenda de los partidos políticos de izquierda, aunque con posturas ambiguas. Han promovido iniciativas legales. El discurso comienza a extenderse.
Asimismo, Cobo Bedia admitió que el abolicionismo en el siglo XXI no se hubiese aproximado a la sociedad, si no hubiera sido porque ha surgido la voz de las prostituidas, de la experiencia vivida. Ha sido gracias a las supervivientes, como Sonia Sánchez —presente en el Congreso Latinoamericano—, a quien mencionó.
Nunca hemos bajado la guardia. Hoy, el abolicionismo tiene más fuerza, más verdad. “No soy creyente, pero siempre tengo muchas ganas de rezar para que esto acabe bien”, puntualizó la invitada al Congreso, quien hizo un reconocimiento a Teresa Ulloa, quien con el trabajo realizado en defensa de las víctimas de trata ha puesto en riesgo su vida.
AM.MX/fm
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