La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Largo de lengua y corto de ideas, largo de cola y corto…circuito
Decía Fidel Velázquez, esa figura simbólica e inspiradora de la forma de actuar del ex partidazo, cuando le preguntaban por la posibilidad de perder en las urnas: ¡a balazos llegamos al poder y sólo con balazos nos van a sacar!
Bajo esta premisa, en el peregrinar del PRI, es común encontrar episodios en que lograron sus objetivos por cualquier mecanismo, la elección presidencial del 88 es un ejemplo de ello.
A lo anterior, podemos agregar el fraude patriótico en Chihuahua, el aumento del IVA coronado por la Roque-señal, las concertacesiones salinistas, la guerra sucia contra la guerrilla, la nacionalización y desnacionalización de la banca, por citar algunos ejemplos.
Para el otrora invencible partido nunca hubo obstáculos, se formaron en el seno de los poderes meta constitucionales del Tlatoani, no hay nada que no se pueda obtener.
Partiendo de que todo lo que en política se pueda ‘comprar’ es barato, la familia revolucionaria consiguió sentar sus reales y establecer una gobernanza herodiana, cuando a los que se rebelaban les proponían: ¿voto o ‘bote´?
Por ello, llama la atención que personajes tan cancheros como Manlio, Beatriz, Miguel Ángel, Roberto y Dulce María, queden como rehenes de Alito Moreno, un esperpento que, en las mejores épocas del PRI, no hubiera pasado de matraquero en los mítines de campaña.
Sin palmareses académicos, sin formación ética, el campechano todo lo resuelve a ‘vergazos’, lo cual lo muestra como una versión tropicalizada de míster Hyde. Políticamente amorfo, a Cárdenas no le acomoda la máxima de don Jesús, no tiene forma ni fondo, simplemente es un porro encumbrado.
Señoras y señores del PRI, sino saben cómo, hagan una sesión espiritista e invoquen al espíritu de Cuco Rovirosa, el tabasqueño les dará la yerba y la contra yerba. Ternuritas.