BELICE.- El estado de Quintana Roo es señalado como el principal punto de acceso de narcoavionetas provenientes de Sudamérica, y que tienen como objetivo el ingresar grandes cantidades de drogas a los Estados Unidos, por lo que el accionar de la Base de Intercepción Aérea de la Fiscalía General de la República (FGR) en Chetumal ha sido duramente criticado por la DEA.
Puesto que, según la información de la Administración Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) la actividad de narcoavionetas en esta zona del país se atribuye a José Gil Caro Quintero, sobrino del ya capturado, Rafael Caro Quintero, lo que supone una red de cómplices que no permiten el freno de sus actividades delictivas.
De acuerdo con Sol Quintana Roo, el supuesto accionar para evitar el trasiego de droga al país, hasta el momento, ha sido insuficiente, y al contrario se muestra en aumento, pues es de dominio público el uso de distintas pistas de aterrizaje dentro de las localidades quintanarroenses.
Tan solo en el año 2021, 348 aeronaves habrían traspasado el espacio aéreo del Estado, mismas que pasan desapercibidas para las autoridades, quienes se ven superadas por los avances tecnológicos de los criminales, así como por los limitados recursos con que cuentan.
Los pocos empleados que siguen operando en la Base de Intercepción, lo hacen únicamente desde sus oficinas, ya que no cuentan con aeronaves destinadas para el trabajo en campo, tan solo hace presencia, en ocasiones, el helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública, “Águila 1”, pero este es usado para costosos patrullajes en distintos puntos de Quintana Roo, sin resultados visibles hasta el momento.
Mientras que en la actividad más reciente del personal de la Base, se encuentra la discreta graduación, a principios de este año, de la primera piloto de intercepción aeronaval, la Teniente de Corbeta Sandra Guadalupe Ávila Portillo, Comandante de un T6-C Texan II, quien pertenece al Escuadrón Aeronaval 512 en Chetumal, donde solo cuenta con 12 horas de vuelos recorridos.
Cabe señalar que el tipo de unidad de la teniente es en realidad un avión de adiestramiento y de ataque ligero, el cual no cuenta con radar a bordo y es más lento que los jets utilizados por los narcotraficantes, sumado a las pocas horas de vuelo permitidas, se demuestra la poca capacidad para combatir al crimen en la frontera sur del país.
Los únicos aviones que podrían competir con las aeronaves del narcotráfico son tres F-5, localizados en la Base Aérea de Santa Lucía, por lo tanto, la distancia y la falta de actualización impedirían un accionar oportuno.
AM.MX/fm
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