La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Es fácil de entender, sólo trasladen al campo electoral aquello que dice: cartera mata galán
A poco menos de dos años de distancia, la sucesión en Veracruz provoca efervescencia política adelantada, en virtud de la aprobación de la llamada ley Nahle y de la visita de Claudia Sheinbaum a Xalapa.
En este contexto, la oposición se muestra pasmada, sólo tienen estrategias reactivas a lo que hace el partido en el poder, navegan a la deriva sin un liderazgo que los aglutine, con el objetivo de crear un bloque histórico (ojo, no una alianza de coyuntura).
Mientras esto ocurre, la 4T avanza en la consolidación de su aparato de operación electoral, cooptan al que se deja (que son muchos), aprietan con ORFIS y FGE las ‘tuercas’ que andan sueltas, además de hacer ‘la vaquita’ para las campañas, tienen claro lo que todo mundo sabe: los votos cuestan.
Con la mayoría de ediles a su favor (110 cabildos de 212, aprobaron fast track la ley Nahle, sin contar los que todavía se sumarán), los morenos afinan la estructura territorial, para lo que también cuentan con el mayor número de diputados. Por si fuera poco, con la chequera a disposición, contratan a un sinnúmero de ex priistas y panistas, que conocen los liderazgos locales sección por sección.
A lo anterior, sumen el control de los programas sociales y de los presupuestos municipales en las secretarías de Bienestar y Finanzas, hay forma de ‘seducir’ a todos. No hay nada nuevo bajo el sol, MORENA hace lo que el PRI en sus buenos tiempos, así de sencillo.
Bajo esta premisa, si el candidato(a) oficial tiene o no tiene carisma, pasa a segundo término, debido a que tal deficiencia es sustituida, con creces, por la capacidad de movilización que aporta la maquinaria.
Sin embargo, no afirmamos que el triunfo de los morenos sea un destino manifiesto, pero, con el cretinismo opositor: ¿qué se puede esperar?