Joel Hernández Santiago.
El miércoles 3 de agosto se conoció la tragedia. Un grupo de diez mineros había quedado atrapado en el fondo de un pozo carbonífero en Sabinas Coahuila. De inmediato el país se estremeció. Al parecer, de pronto una corriente de agua interna proveniente del Río Sabinas tuvo una creciente y arrasó con las instalaciones subterráneas… y con ellos.
Luego de muchos días, aun no se sabe nada de los trabajadores, y siguen ahí, a pesar de que, según la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa, “se hace todo lo necesario para rescatarlos”. La esperanza aún se mantiene, sobre todo entre sus familiares, quienes se han instalado de forma permanente afuera del boquete en espera de que salgan con vida. Todos en México los queremos con vida.
Lo ocurrido ahí es una más de las tragedias que han vivido, por años, los trabajadores-mineros de México. Penetrar las entrañas de la tierra representa un peligro para mucha gente, sobre todo para ellos, que tienen una vida y un trabajo extremos. Uno de ellos, apenas hace unos días dijo: “Uno sabe que entra ahí, pero no sabe si saldremos con vida”.
Así es la tragedia de los casi 200 mil mineros del país en los 3,123 establecimientos dedicados a la minería en México. Esto es: en sí mismo el trabajo del minero es de muy alto riesgo. Las ganancias que tienen los concesionarios, por el producto obtenido, no corresponden en nada con el sueldo bajo que les pagan a sus mineros:
En pozos, como es el que están atrapados los mineros, entran a trabajar en parejas y ganan cada uno entre 2 mil 250 y 2 mil 700 pesos a la semana. Esto porque les pagan 150 pesos por tonelada de producto obtenido. Y para ello, “el planchero apunta lo que sacan: 10 carretillas llenas equivalen a una tonelada. Un bote minero, de los que ascienden en el tiro vertical, se llena con tres carretillas”, explica José de Jesús, el supervisor del pocito.
“El minero Juan Manuel Briones explica que normalmente extraen seis toneladas en un día entre pareja, lo que equivale a que les apunten tres toneladas por minero. Eso, multiplicado por cinco o seis días, representa una extracción de mineral de 15 a 18 toneladas a la semana, es decir, de 2 mil 250 a 2 mil 700 pesos a la semana que les pagan en efectivo. Billetes dentro de un sobre.”
Para obtener esta ganancia, deben trabajar por lo menos cinco horas diarias a una profundidad de sesenta metros bajo tierra, con temperaturas alcanzan a llegar a los 50 grados.
Según Omar Ballesteros, de la Organización Familia Pasta de Conchos: “La explotación laboral de los mineros es terrible, más en estos pozos de carbón donde se trabaja sin estudios hidrogeológicos, sin salidas de emergencia, donde sólo se les dota de un casco y una lámpara como medida de protección, y en donde están metidos como empresarios muchos políticos”
Esto último tiene mucho que ver con la situación de estas minas, particularmente las de carbón en Coahuila, en donde da la impresión que el gobierno federal, que es el responsable de asignar las concesiones, no quiere dar a conocer los nombres de los concesionarios de estos pozos de extracción minera-carbón.
De hecho, a lo largo de los días en los que se ha intentado rescatar a los diez mineros atrapados, el gobierno federal se ha convertido en el guardián de un secreto celosamente guardado: ¿Quién es el concesionario de la mina de Sabinas? ¿Quién ha recibido sus beneficios? ¿Cómo es que la obtuvo? ¿Por qué la situación de estos pozos mineros está en condiciones deplorables y nadie ha dicho nada ni nadie dice nada?
¿Cuál es la autoridad responsable de garantizar la seguridad de los mineros, en sus vidas, en sus condiciones laborales, en sus contrataciones, en sus beneficios de seguridad social? (que no tienen). Todos guardan silencio criminal.
“Primero era el rescate y luego llegaría la hora de encontrar a los responsables y llevarlos ante la justicia.” Dijo el 8 de agosto el presidente de México en una visita de unos minutos a la mina en donde están atrapados los mineros de Sabinas.
Y esa es la política que han seguido los funcionarios responsables. ¿Por qué no hacerlo de forma simultánea? Una cosa es el rescate urgente y otra lo que tiene que ver con la responsabilidad del concesionario del cual, hasta el momento, se desconoce su nombre, por las reservas de gobierno. ¿Es creíble que no lo sepan? ¿Por qué ocultan la información? ¿Están protegiendo a alguien?
A ver si no termina por decirse que no se pueden dar a conocer los nombres de los concesionarios de las minas del país por razones de “seguridad nacional”.
En todo caso, como ocurrió en el 19 de febrero del 2006, cuando la mina 8 en Pasta de Conchos –Coahuila – sufrió una explosión que dejó a más de 60 mineros muertos, mientras que 11 lograron salir con quemaduras de primera y segundo grado, se dijo que se habría de revisar el estado de la minería en México, de sus trabajadores, de su seguridad y de las concesiones… Todo: y nada.
Hoy estamos como en el siglo XIX mexicano. Casi esclavista. Trabajadores que son esclavizados, sin beneficios sociales, con salarios deplorables, con horarios criminales, con condiciones de seguridad inexistentes y con la incertidumbre de un trabajo fijo. Nadie ha visto esto en años. Nadie lo ve.
Y tenía que ocurrir esta nueva tragedia. ¿Y la Secretaria del Trabajo? ¿Y la de Economía? ¿Y todos los responsables dónde están? ¿Se repetirá la historia de la caída de la línea 12 del metro de la Ciudad de México en donde ninguno de los responsables fue responsable al final? ¿Quién se hace cargo de esta tragedia y de las que han ocurrido antes? ¿Seguirán ocurriendo?
Mientras, diez trabajadores-mineros, diez familias: madres, padres, hijos, hermanos sufren y esperan-esperan-esperan…Todos esperamos que salgan con vida… Todos.