Héctor Calderón Hallal
Si en el pasado reciente, el suscrito acuñó esta cabeza para una nota simple, escrita a propósito de aquel momento en que se discutía el supuesto privilegio resultante en los costos de la autogeneración de energía eléctrica por Femsa, la empresa de José Antonio Fernández Carbajal, “El Diablo”, como se le conoce en el mundo empresarial, específicamente para su división de tiendas de conveniencia “Oxxo”, hoy se rectifica el sentido irónico del cabezal al presente artículo.
No hay nada más cercano a los trabajadores de las zonas urbanas y suburbanas, a los estudiantes de todos los estratos socioeconómicos y a las amas de casa de numerosas zonas geográficas de este país, que una tienda de conveniencia de la cadena mexicana (la primera que tuvo presencia interestatal, de capital regiomontano) “Oxxo”, con toda y la crítica que pudiera generar el traumático metabolismo y la envidia que despertó siempre su crecimiento en términos generales, a propios y extraños.
Una crítica sustentada en un contraste por demás desigual: los mexicanos debemos seguir comprando a los pequeños productores más precarios del campo; a las mujeres nativas o “Marías” que venden “como ancestralmente nuestros antepasados” (hincadas y sobre un tendido a ras del suelo)… “sólo porque así… y sólo así haremos patria, comprándole a los auténticos mexicanos”… sublime argumento, el del muy prostituido contraste entre desiguales, en el tiempo y por su presencia en el proceso económico.
Las “marías” o el viejito, que venden nopalitos, calabacitas o pan casero, no tienen forma de competir con la red de servicios establecida por los Oxxos a lo largo y ancho del territorio nacional; solo se benefician poniéndose a la salida del Oxxo y ofreciendo sus productos de una forma inteligente al consumidor, en una consumación más del postulado económico del austríaco Joseph Schumpeter, que hizo notables aportaciones al modelo económico “Keynesianista” o del Estado de Bienestar en la primera mitad del siglo XX, cuando desarrolló la teoría de la “distribución espacial” dentro del proceso económico y a la ética del empresariado.
La conveniencia de tiendas que ofrecen sus servicios las 24 horas al día, en clara concordancia con la era post-industrial a la que nos aproximamos en el planeta, donde la línea de produccción “no para”, la existencia de un tercer turno en casi todas las ramas de la industria y el vértigo de la vida contemporánea en general, donde solo los becados en países como el nuestro “no estudian y trabajan a la vez”, hacen imprescindible la presencia del único negocio que abre en horarios extraordinarios.
Pago de servicios de todo tipo en sus cajas, disposiciones o transferencias de efectivo ante cualquier emergencia por razón de la hora y la distancia, considerando la aún deficiente oferta de cajeros y sucursales bancarias en el territorio nacional, sin descontar su pésimo servicio ofrecido en la mayoría de las sucursales bancarias, donde las cajeras “cuentan con los dedos” y calculan “con un ábaco”.
La oferta de productos básicos para la subsistencia no solo para familias nuclearmente establecidas, sino para la gente que vive sola -que en este país cada vez es más numerosa- dan plena justificación y vigencia a los Oxxos y a cualquier cadena de tiendas de conveniencia de barrio o comunitarios.
Los Oxxos, por ser los primeros, que no los únicos con presencia nacional, representan esos 40 años de “apertura al mercado mundial y de modernización de la vida de este país”.
En esas cuatro décadas, es evidente que ha habido un cambio en la morfología de las relaciones interpersonales, comerciales y distributivas al interior de la sociedad mexicana.
Hay que recordarles -con la pena- a los nostálgicos, que se acabó el “pilón”, se acabó el “cartoncito” donde se abonaba -y abultaba- el consumo de los vecinos en la miscelánea, la recaudería o el “chumilco” de la esquina.
Nuevas formas de produccción y nuevas dinámicas del sistema económico han hecho que el flujo del capital sea más rápido y exija nuevos patrones de consumo, gracias al TLC -hoy TMEC- y gracias al proceso de apertura en general impulsado desde 1982.
¡México cambió… es evidente!
Sólo un invidente o quien no quiera ver, no lo asimila aun como es debido.
Esos 40 años que los populistas rabiosos que están ahorita en el poder atribuyen tramposa y falsamente al “neoliberalismo”.
No , no es neoliberalismo, sino simple apertura al sistema de mercado. Y esto lo suscribe un liberal centroprogresista; por lo menos de esa orientación ideológica me asumo y lo he demostrado en todos los actos públicos y privados de mi vida.
Como se ve, falsa y tramposamente el presidente López Obrador nos llama a todos sus detractores “neoliberales” o “fifís”.
¡No, señor Presidente!… ¡Somos más los liberales y centro progresistas los que lo criticamos y defenestramos!… ¡Cuéntenos bien… no se equivoque!.
Pero, ¿porqué la defensa de los Oxxos?
Porque el ataque a la sociedad civil, deliberado, que se presentó en los últimos días en ciudades como Guadalajara, Celaya, Irapuato, Ciudad Juárez, Tujuana, Mexicali, Ensenada, Tecate, entre otras, encabezado por células de muy dudoso origen, no se le ha atribuido a la responsabilidad de ningún cártel en específico aun; no denota sino el auspicio de una fuerza superior… en este caso el propio Gobierno.
Ataque en donde “curiosamente” resultan atacados cerca de 30 minisúperes de la cadena de conveniencia OXXO, franquicia de José Antonio Fernández, dueño de Femsa y quien nunca apoyó a López Obrador en sus pretensiones políticas
No… no es un desafío a las fuerzas del orden, como se ha venido estableciendo oficialmente en boletines de dependencias oficiales… este ataque concertado se hizo “en las narices de las fuerzas armadas nacionales”.
Con toda oportunidad se “filtró entre líneas” en días pasados en la prensa nacional, la posibilidad de un “autogolpe de Estado”… pues no se anda muy lejos de esa figura con lo acontecido en estos días de violencia causados contra la población civil.
Un autogolpe de un presidente que al parecer sí pretende intentarlo “todo con el fin de perpetuarse en el poder.
Y que -ya no nos queda duda a muchos- actúa… ha actuado más bien, a lo largo de su administración, cegado por el afán de venganza , de desahogo de sus complejos y odios, acumulados a lo largo de su vida política, que empezó a inicios de los ochentas.
López Obrador es un hombre y su naturaleza, indiscutiblemente poco racional, con una enorme carga emocional, propicia que cargue con añejos complejos desde hace muchos años.
Está visto que hoy, constituido en autoridad… sólo busca vengarse de sus detractores políticos, sean del ámbito gubernamental, empresarial, académico, social… o del rubro que sean.
Hacer daño a los que en el pasado le cerraron el paso -según él- es todo lo que le llena. Destrozar lo que se construyó por el impulso de los que se le opusieron, aunque sea de nortable utilidad; es lo que a él sólo le interesa.
No hay piedad para el opositor.
Eso ni es una postura cristiana, de la que se ostenta ser fiel seguidor… ni tampoco es una postura de izquierda avanzada o consolidada.
Vea usted el caso de quien sí, aparentemente es un hombre de izquierda que arriba al poder recientemente: el de Gustavo Petro, nuevo Presidente de Colombia.
Mientras AMLO muestra cero posibilidades de arribar a un diálogo con sus opositores para encontrar la tan anunciada la pacificación nacional, Gustavo Petro en Colombia ha mostrado su voluntad de pacificar y reconciliar a un país notablemente dividido y ensangrentado por años , como aquella nación sudamericana.
Ha mostrado firmeza con los acuerdos de paz y ¡Atención!… la decisión de transferir la seguridad pública del Ejército a los civiles. Defensa de los pueblos originarios y afrodescendientes -pero con acciones concretas, visibles, tangibles- reconociendo la diversidad. Está impulsando una política fiscal que repercute en primerísimo nivel a los más ricos, sin “acuerdos en lo oscurito” como aquí, ni por asomo.
Ha mostrado voluntad de dialogar con todas las fuerzas políticas -sin excepción- incluso con aquellas que trataron de entorpecer su candidatura.
Muestra una agenda ambiental sólida donde sobresale la predilección por las energías limpias y renovables. Discurso conciliador pero a la vez firme, el de Gustavo Petro, Presidente de Colombia… de izquierda.
Definitivamente, por esas y muchas otras razones… el ataque a los Oxxos sí puede constituir un estandarte en la defensa de la ciudadanía.
En la defensa de las nuevas generaciones, que nacieron en los últimos 40 años en nuestro país y que no conocen otro país que no sea el de la apertura al mercado libre; el de la competencia ordenada y en el marco de la legalidad.
El del emprendedurismo, que no necesariamente debe ser a escalas superlativas… sino también al nivel del núcleo familiar, como lo que representa cualquier negocio concesionado bajo esquemas sociales o de unidades familiares.
Por eso… sí… hoy más que nunca y ante lo que estamos viviendo:
“¡Más si osare un “cercano” enemigo… profanar con sus balas nuestra tranquilidad… un Oxxo en cada hijo te dio!”
Autor: Héctor Calderón Hallal
E-Mail: hchallal99@gmail.com; @pequenialdo