La justicia vale con mucho otro recuerdo.
Bien decía un ilustre jurista de antaño, refiriéndose a la reluciente justicia; Exeat aula qui volet esse plus; virtus et summa potestas non coeunt, cuya traslación al castellano significa: “aléjese de los palacios quien sea justo. La virtud y el poder no coinciden”.
En efecto, a través y por medio de este brillante decir, se establece, solidifica y finca un sólido cimiento que separa a la justicia del Poder Ejecutivo. Con ese saber se afirma la separación y alejamiento que siempre debe de existir entre el gobierno y los jueces para que éstos últimos sean justos, segregación con fuerza tal que sirva de cimiento a la verdadera Soberanía del Estado. Fundiendo con ello el crecimiento de México, tanto en el ámbito político, como en el jurídico.
Por ende, si ello aconteciera así, la justicia se transformaría ipso facto en ésta Cuarta Transformación de la Nación por arte de magia en la esperanza de México, superando con mucho la demagogia con la que se expresan ciertos políticos bien identificados que derivan sus actos en actos injustos.
La brillante esperanza en la justicia se condiciona, como singular fenómeno, en combatir frontal y verdaderamente a la corrupción e inexacta aplicación de la letra de la ley, hasta hoy no conocida, ni mucho menos combatida.
Pero, en fin, siempre han habido muchos partidarios de lo injusto, de lo viciado por la corrupción, de lo tocado por la injusticia y por la errónea interpretación de la norma.
En ésta época por la cuál transitamos existen muchos personajes dedicados a la política y los cuáles efectúan toda clase de equilibrios, buscando formulas de lo más sofisticadas para no librarse de lo injusto y de los palacios en que viven, pretendiendo con ello acceder a nuevas fuentes de poder político. Una de ellas, ineficaz desde el estricto punto de vista jurídico, pero útil desde la perspectiva política, la cuál resulta ser no combatir la corrupción.
Lo antepuesto no es legal en México, pero para aquellos demagogos es aceptable crear alianzas con la corrupción, como en el pasado se crearon coaliciones con la delincuencia del narcotráfico. En fin, en política, ellos dicen que todo se vale.
Cuando México se percate que ya no es posible sostener esas filigranas, nuestra justicia va a prevalecer y solo en ese momento se investigará el fenómeno de la narco-política, la cuál día a día se enriquece con empresas inmobiliarias.
Al buen entendedor pocas palabras.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..