Francisco Gómez Maza
• Adoptar políticas anticíclicas estrictas para lograr mayor estabilización de los precios
• Inflación y volatilidad de la producción desincentivan inversiones productivas
Dijimos, ayer lunes, que la incertidumbre se había apoderado de la economía mexicana como lo asegura la Junta de Gobierno del Banco de México.
Hoy martes, la afirmación es confirmada por la CEPAL (Comisión Económica Para América Latina y El Caribe, organismo de las Naciones Unidas), la cual abunda, al afirmar que la incertidumbre mantiene una directa correlación con la inflación y con la volatilidad de tres variables macroeconómicas: la tasa de inflación, el producto interno bruto (PIB) y el tipo de cambio real de las economías.
La investigación está publicada en el más reciente número de la Revista CEPAL, principal publicación académica de la Comisión en su edición N⁰ 137 (agosto de 2022).
Los autores de la investigación cepalina estudian los precios de los productos básicos y sus efectos en el movimiento de capital, en las economías emergentes (y la de México cumple con todos los criterios de una economía de mercado emergente, pues su PIB per cápita supera a la mayoría de sus pares en el mundo en desarrollo), así como la innovación a nivel de empresas, como factor clave para aumentar la productividad -esencial para escapar de la trampa del ingreso medio que afecta a muchos países de la región- entre otros temas.
En el artículo, titulado “Incertidumbre y crecimiento económico: enseñanzas de América Latina”, Daniel Aromí, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) y la Facultad de Ciencias Económicas de la Pontificia Universidad Católica Argentina, junto a los docentes del Departamento de Economía de la Universidad Nacional del Sur (Argentina), Cecilia Bermúdez y Carlos Dabús, exploran el efecto de la incertidumbre sobre el crecimiento económico en América Latina, entre 1960 y 2016, periodo definido por etapas de malestar social y por una elevada inestabilidad política y económica.
Junto con considerar que la incertidumbre mantiene una correlación con la inflación y con la volatilidad de tres variables macroeconómicas -tasa de inflación, PIB y tipo de cambio real-, los autores señalan que las pruebas empíricas indican que la incertidumbre es perjudicial para el crecimiento, en especial cuando alcanza niveles elevados.
Los científicos económicos afirman que una mayor inflación y una volatilidad de la producción y de la inflación promueven una atmósfera de incertidumbre, que desincentiva inversiones productivas a largo plazo y reduce el crecimiento económico.
Concluyen que los responsables de la elaboración de políticas en la región podrían reducir la inestabilidad y mejorar el desempeño económico mediante la adopción de políticas anticíclicas más estrictas para así lograr una mayor estabilización de los precios y las fluctuaciones de la producción.
(Las medidas anticíclicas son medidas políticas que contrarrestan los efectos del ciclo económico. Por ejemplo, las acciones de política fiscal anticíclica, cuando la economía se está desacelerando, incluirían el aumento del gasto público, o la reducción de impuestos para ayudar a estimular la recuperación económica.)
Por su parte, en otro artículo de la CEPAL, en torno a “Los precios de los productos básicos y los fenómenos de movimiento de capital en las economías emergentes”, investigadores del Departamento de Economía Rural (DER) y del Departamento de Economía (DEE) de la Universidad Federal de Viçosa (Brasil), Eliene de Sá Farias, Leonardo Bornacki de Mattos y Fabrício de Assis Campos Vieira, analizan la relación entre los precios de los productos básicos y algunos fenómenos observados en los movimientos de capital en un grupo de economías emergentes seleccionadas.
Sus resultados evidencian que las economías emergentes sufren un mayor número de episodios de fenómenos que reducen las entradas o salidas de capital con respecto a las economías desarrolladas.
Estas economías son más susceptibles de presentar una reducción del financiamiento, depreciación de la cuenta corriente de la balanza de pagos, e impactos negativos en su crecimiento, de acuerdo con los expertos brasileños.
El análisis realizado para todos los países de la muestra (15 en total) permite concluir que hay, efectivamente, una relación entre el precio de los productos básicos y los episodios de los fenómenos relativos al movimiento de capital de los residentes. Los resultados también muestran que esa relación se vuelve significativa para el capital de los no residentes, cuando el estudio se concentra en países con grandes volúmenes de exportación de productos básicos, como la soja, los minerales y el petróleo.
En un tercer artículo ofrecido por la CEPAL -“Innovación a nivel de las empresas, políticas gubernamentales y la trampa del ingreso medio: enseñanzas de cinco economías latinoamericanas”-, los profesores de Economía en la Universidad Mount Holyoke (Estados Unidos), Eva Paus y Michael Robinson, afirman que potenciar la innovación y asegurarse de que sea de base amplia es fundamental para escapar de la trampa del ingreso medio. Promoverla a nivel nacional es un proceso complejo y multidimensional, en el cual las empresas desempeñan un papel esencial.
Los autores indican – dice el resumen presentado por la Comisión- que las conclusiones empíricas de su estudio respaldan la aplicación de políticas públicas activas para fomentar la innovación en América Latina. En primer lugar, los resultados demuestran que las políticas referidas a la innovación y a la competitividad están interrelacionadas. Explican que las características que aumentan las probabilidades de que las empresas utilicen insumos para la innovación son las exportaciones, el uso de conexiones virtuales para interactuar con los clientes y la obtención de certificaciones reconocidas internacionalmente en materia de normas de producción. De allí que brindar a las empresas una infraestructura de banda ancha de calidad, que les permita acceder a Internet, y apoyarlas para que obtengan estas certificaciones internacionales es importante para aumentar su competitividad y mejorar las probabilidades de que participen en actividades de innovación.
Aumenta personal ocupado y disminuye el índice de remuneraciones
El Índice Global de Personal Ocupado de los Sectores Económicos (IGPOSE) registró, en junio, y con datos desestacionalizados, 107.7 puntos, aumentando 0.2% con respecto a mayo, de acuerdo con reportes del INEGI.
El Índice Global de Remuneraciones de los Sectores Económicos (IGRESE) fue de 117.3 puntos; disminuyó 0.1 % a tasa mensual.
En junio de 2022, el Índice Global de Remuneraciones Medias Reales de los Sectores Económicos (IGREMSE) descendió 0.2% a tasa mensual y alcanzó un nivel de 109.1 puntos, con datos desestacionalizados.
En junio de 2022, a tasa anual y con series desestacionalizadas, el IGPOSE incrementó 1.3%; el IGRESE, 1.8% y el IGREMSE, 0.5 por ciento.
Los muertos que vos matáis…
En México, entre enero y marzo de 2022, el INEGI registró, en forma preliminar, 255,448 defunciones registradas, lo que representa una disminución de 117,678 respecto a las registradas en el mismo periodo del año 2021. Las defunciones ocurridas en el periodo ascendieron a 238,730. Esta información proviene de los registros administrativos generados a partir de los certificados de defunción captados en oficialías del Registro Civil y en Servicios Médicos Forenses, así como de actas de defunción captadas en las primeras.
Entre abril de 2020 y marzo de 2022, el total preliminar de defunciones registradas fue de 2.256,800, mientras que las defunciones ocurridas en ese periodo ascendieron a 2.229,215 (incluye las registradas en 2022 que ocurrieron en años anteriores).
De enero a marzo, la tasa de defunciones registradas por cada 10,000 habitantes tuvo un incremento de 1.9 puntos entre 2013 y 2020. Para el mismo periodo de referencia, entre el año 2020 y el 2021 (preliminar) la tasa se incrementó 13.2 puntos. De forma preliminar, entre 2021 y 2022, disminuyó 9.4 puntos.
En el periodo de referencia, 57.1 % (145,875) de las defunciones registradas correspondió a hombres, mientras que 42.8 % (109,412), a mujeres. En 161 casos no se especificó el sexo de la persona.
El porcentaje más alto de las defunciones se presentó en las personas mayores de 64 años. Este ascendió a 62.5 % (159,616 casos, dato que considera cinco casos en los que no se especificó el sexo de la persona). Nótese que en todos los grupos de edad se observa mayor mortalidad entre los hombres.