El Gobierno federal y la Secretaría de Salud se han empeñado en impulsar leyes prohibicionistas disfrazadas de iniciativas para evitar el daño en la salud de los ciudadanos, pero que en realidad provocan lo contrario, tal es el caso de los decretos y alertas sanitarias emitidos contra los vapeadores, cigarros electrónicos o calentadores de tabaco.
De acuerdo con la alerta máxima de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), estas alternativas al cigarro representan un riesgo en la salud porque pueden ocasionar enfermedades respiratorias agudas; sin embargo, desde 2016 un estudio del Departamento de Química Analítica de la Universitat de València reveló que el vapeo produce tres veces menos emisiones de partículas que el humo del tabaco.
La investigación, publicada en la revista ‘Microchemical Journal’, analizó la calidad del aire y el aliento de los fumadores pasivos en una habitación limpia y cerrada, de 40 metros cúbicos, a través de prácticas activas y pasivas de fumar y vapear durante dos meses.
El estudio se realizó con dispositivos para monitorizar el aire se han evaluado el monóxido de carbono (CO), dióxido de carbono (CO2), materiales en partículas (PM), formaldehído y compuestos orgánicos volátiles (COV) presentes en el aire interior y en el aliento de los fumadores y de los vapeadores pasivos.
El estudio demostró que la emisión de Monóxido de Carbono (CO) y compuestos orgánicos volátiles como benceno, tolueno, xileno alcoholes o aldehídos ligeros contenidos en el vapor fue de 0,5 partes por millón (ppm), frente a las 8 ppm de monóxido de carbono y 1 ppm de compuestos orgánicos volátiles emitidos en el humo del tabaco.
Además, señaló que se detectó formaldehído, compuesto químico que disuelto en agua da lugar al formol, en niveles de 35 ppb (partes por millardo, que equivalen a microgramos por litro) en el exhalado del vapeo frente a 134 ppb en el humo del tabaco.
De igual manera, destacaron que la cantidad de partículas, CO2, y CO en el caso de vapeadores pasivos era la misma que en atmósfera limpia.
De hecho, estudios realizados autoridades sanitarias internacionales como la Food & Drug Administration (FDA) de Estados Unidos o el Public Health England, también han comprobado que los productos sin humo son menos riesgosos, pues se reduce aproximadamente 90 por ciento la exposición a los seis mil compuestos tóxicos que están presentes en los cigarrillos.
Asimismo, pese a que la alerta de la Cofepris y el decreto presidencial afirman sin sustento que los productos libres de humo, presuntamente, causan lesiones pulmonares conocidas como EVALI, la organización civil México y el Mundo Vapeando informó que tras solicitar información a diversas instituciones de salud, comprobaron que en el país no existen registros de pacientes con estos daños.
Por su parte, en respuesta a la solicitud, la Dirección Médica del Instituto Nacional de Cardiología (INC), señaló que “después de realizar una búsqueda exhaustiva en el sistema, me permito informarle que se encontraron cero registros”.
Mientras que el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), por medio de su Coordinación de Epidemiología y Estadística, contestó que “se reportan cero registros” de lesiones pulmonares asociados al uso de vaporizadores y agregó que tampoco contaba con registros de daños derivados por productos con contenido de Acetato de Vitamina E.
Las leyes prohibicionistas contra estos productos emitidas por las autoridades nacionales lejos de ayudar, le quitan a los consumidores adultos que continuarán fumando o que quieren dejar de fumar, la opción de elegir libremente alternativas al cigarro menos riesgosas para su salud.
Además, expertos coinciden que esto fomenta aceleradamente un mercado negro de estos productos y que el narcotráfico se adueñe de este negocio, por lo consiguiente, menores de edad y fumadores adultos accedan de manera ilegal a artículos sin control sanitario y de dudosa calidad, poniendo en riesgo su salud.
¿Qué se necesita? Implementar una regulación estricta a los productos libres de humo para obligar a la industria a destinarlos únicamente a fumadores adultos, reportar ingredientes y emisiones de las sustancias de sus líquidos, usar etiquetado con advertencias sobre sus riesgos, entre otros.