Un imperativo: corregir el rumbo
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010
El alcalde entrante agitaba unas hojas y decía, vehemente: “Aquí tengo esto, un dictamen técnico, para vergüenza de sus hijos”. Pero pasaron los meses, los tres años, el alcalde salió, no hubo acción penal contra su antecesor y los hijos, según evidencias, nunca pasaron vergüenzas, sino al contrario, sin sonrojo posible, exhibían la súbita riqueza familiar.
Parece tradición que el combate a la corrupción, a lo largo de decenios, quede solo en altisonantes pronunciamientos tremendistas y pocas o nada de acciones concretas. O para refritear a Shakespeare: “So much for nothing”. (Mucho ruido y pocas nueces).
Empero, si algo se observa en el nuevo gobierno de Hidalgo es que se trabaja con discreción, pero con solidez, en la revisión de las cuentas. Con eso se puede dar apoyo legal a lo que ciudadanos de muchos municipios han visto pasar por sus indignados ojos: alcaldes y exservidores públicos que, de pronto, dieron un salto, junto con sus respectivas camarillas, en sus niveles de consumo, autos carísimos, viajes escasamente necesarios, relojes “de pulquero” (como se decía antes) y todo, con desfachatez que colocaba alabarda sobre aparejo. (o al revés, no importa).
Los fondos para combatir el Covid 19, para paliar los daños de las inundaciones, que fueron terribles; los contratitos y contratotes. Los compadres y los parientes serán noticia de escándalo.
Pero sabemos que se trabaja en serio sobre el asunto. Al estado, a los ciudadanos, a la juventud hidalguense —tan descorazonada en los últimos tiempos— les hace falta ese viento fresco, que revive la confianza perdida.
La danza de los millones está a punto de concluir. Imperativo pues, es corregir el rumbo.