Por Claudia González Guillén
“En la sociedad virtualizada en la que vivimos, las artes escénicas son una oportunidad para vivir una experiencia en vivo que nos haga romper con el consumo de entretenimiento a través de las pantallas”. UNIR
Las artes escénicas constituyen manifestaciones socioculturales y artísticas, así como el estudio y la práctica de toda forma de expresión que requiere una representación. Se materializan en la escena a través de la síntesis e integración de otras expresiones artísticas, desde las literarias hasta las plásticas. Las tres principales disciplinas son el teatro, música y la danza. Éstas a su vez se subdividen en: ópera, zarzuela, teatro musical, performance, cabaret, recital, teatro guiñol, títeres, circo, etc.
Las formas más remotas de artes escénicas fueron la música y la danza; los chamanes de las tribus hacían representaciones con el objetivo de ahuyentar espíritus malignos, también para atraer las lluvias o celebrar la primavera. El origen del teatro también se le atribuye a esta época, sin embargo, el teatro occidental surge en los siglos V y VI A.C. en Atenas. Ahí se realizaban las representaciones en fosas cóncavas (así eran los teatros griegos), para protegerse del frío y calor; el único actor se instalaba con una mesa junto al altar de Dionisos, para dialogar con el coro (chorentae), mesa o carro colocado en el centro de la orchestra. Al correr el tiempo aumentó la cantidad de actores y se construyeron gradas de madera para el público. Pasando por la tragedia griega y los juegos Panhelénicos de la antigua Grecia, así como por los juegos florales del imperio romano hasta el teatro sacro cristiano, las artes escénicas evolucionaron y se conformaron de un proceso histórico, estético, cultural y social, y que en el siglo XIX cobra importancia.
También las culturas asiáticas desarrollaron artes escénicas, con sentido religioso y social. Ópera china, teatro japonés, cultura de Indonesia, teatro Bali-ketchack, representación colectiva del Ramayana. El director chino Wang Yida define el teatro chino “como el arte que sintetiza actuación, acrobacia, artes marciales, bellas artes, música y poesía”.
El pasado fin de semana, la compañía circense “Circo Ollín” en conjunto con la Secretaría de Cultura de Puebla, llevó a cabo un evento diverso, bello, interesante y emotivo; los principales espectadores y en numerosa participación, fueron niñas y niños de todas las edades. Del 7 al 9 de octubre, tuvimos la oportunidad de ser espectadores del 4º. Festival de Arte Escénico, que tuvo lugar en tres sedes: la Casa de la Cultura, el Teatro de la Ciudad y Val´Quirico.
Fueron tres días donde pudimos disfrutar de un gran espectáculo con representaciones artísticas de gran nivel, que, tanto a grandes como a pequeños, nos pusieron las emociones a flor de piel, en lo particular me transportaron a varios momentos de mi infancia; al igual volví a vivir recuerdos maravillosos de cuando mis hijos eran pequeños.
Estuvieron grandes artistas como: Gio Colieri de Jalisco, Los Estrouberry Clowns de Ciudad de México y Querétaro, Danya Corona de Coahuila, Zancora de Veracruz, Dúo Skaryd de Guerrero y Oaxaca, Chucho Lavadero, Leo De Mente, Miguek Maldonado, Xóchitl Coromoto y Miriam Moreno de la Ciudad de México, Vanessa Villanueva de Guanajuato, Mutación Escénica de Argentina y por supuesto talento del estado, Pipuppets Titereteatro, y por parte del Circo Ollín: David Toxqui, América Yoselin, Antonio Juárez, Hugo Isasmendi, Madamme Marianne, Isaac Gutiérrez, Diana González y Andrea Bargagli.
Las expresiones artísticas que pudimos disfrutar fueron desde malabares, danza contemporánea, pantomima, títereteatro, trapecio de equilibrios, patinaje acrobático, payasos, pole aéreo, música y actos de magia.
Además, el último día también se contó con un conversatorio por parte de Andrea Peláez González, directora de Cirko De Mente y con talleres infantiles de arte circense, como malabarismo, aro y telas aéreas y el de acro-kids.
¿Qué fue lo que más gustó? Todo porque el público nunca se levantaba de sus asientos en cada una de las representaciones y estaba atento al siguiente artista que se presentaba. Y miren que afuera de la Casa de la Cultura el clima estaba frío y lluvioso y así hubo casa llena en cada uno de los escenarios.
Vimos a David Toxqui, un excelente mimo, quien hizo una escenificación de un torero que se enfrenta a un burel imaginario de 500 kilógramos; al final le perdona la vida y ambos quedan como grandes amigos. Fue la delicia de chicos y grandes.
Los tres integrantes de la compañía Pipuppets Titiriteatro ofrecieron una obra corta en donde una niña de nombre Morritz intenta dormir, pero le tiene miedo a la obscuridad, sueña que vuela a una aventura en donde se encuentra con un monstruo, el pequeño Mons, no les cuento más, tienen que verla. Con unos cuantos títeres y una escenografía sencilla, los artistas tuvieron a los espectadores al filo de sus asientos esperando el desenlace de la historia.
En ese cúmulo de actividades no podían faltar las anécdotas y las cosas chuscas. El sábado, de los tres días de actividades, observé que uno de los organizadores estaba nervioso y angustiado; le pregunté que le ocurría y me confesó que no llegaba el payaso Chucho Lavadero, que venía de la Ciudad de México –el mejor payaso de México –, y ya estaban a más de la mitad del espectáculo. Se presentó corriendo cuando estaba terminando la penúltima presentación a cargo del Dúo Skaryd, estupendos patinadores, que asombraron por su destreza de movimientos.
También me enteré de un dato muy interesante, que Puebla fue el primer estado en contar con una Licenciatura en Arte Escénico y Circense, en la Universidad Mesoamericana, con un plan de estudios de 10 cuatrimestres, con lo mejor de las curriculas de las escuelas de circo de Rusia, Francia y Cuba.
Lo mejor es que este fue un festival gratuito; me dio mucho gusto ver tanta gente interesada en el arte. Es cierto que la mayoría fueron niñas y niños que llevaron a sus papás, todos muy bien portados, participativos y no dejaron de reír, pero también de defender su postura sobre el amor a los animales, a la belleza estética y al arte en sus distintas expresiones.
Aplaudo a los papás que se preocupan por la formación integral de sus hijos, por fomentar su sensibilidad, pero también un reconocimiento al grupo de artistas que desinteresadamente toman parte en estas escenificaciones organizadas por el Circo Ollín de la ciudad de Puebla. Un diez igualmente para las personas tras bambalinas, que hicieron posible este festival.