La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Nace la doctrina trópico-coño-sureña: si el general conmigo, quién contra mi
Nadie puede recriminar, al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, que haga la defensa del presidente López Obrador y su proyecto, lo cual incluye, al resto de sus compañeros de gabinete.
Sin embargo, que, en ese propósito, el tabasqueño descalifique a la oposición, en lugar de presumir los supuestos logros de la 4T, tiene dos interpretaciones: la primera, es que no hay avances en materia de políticas públicas o de plano, no sabe argumentar. La segunda radica, en el deterioro de su interlocución, para llevar por buen camino la gobernanza del país.
Ensoberbecido, nada preocupa a la ‘corcholata’ tropical, que cual clon de YSQ, quiere escapar aduciendo que, todos los reclamos que le hacen sobre su facciosa conducta, es ‘politiquería’ de los conservadores.
No obstante, el responsable de llevar el diálogo con la oposición, no repara en el hecho de que se mete, innecesariamente, entre las patas de los caballos. Parece olvidar, víctima de la vanagloria, que su mejor actuación es dejarse sentir, sobresalir por su tejido fino y no por los rebumbios típicos del sureste mexicano.
Sí algo se había celebrado, con su llegada al Palacio de Covián, fue el hecho de recuperar la dignidad del cargo que, después del paso de la doñita, había quedado relegado al papel de ‘florero’, además, desde un principio, se distinguió por su urbanismo político.
Adán está mareado y cual hijo de Guillermo Tell, se pone una manzana en la coronilla y fanfarrón, reta a que los adversarios prueben sus ballestas. Confunde la templanza con la bravuconada. Allá él.