Héctor Calderón Hallal
No… cuando el presidente López Obrador trató de minimizar hace unos días desde una mañanera en el sureste, la importancia de los #GuacamayaLeaks o también llamados #SedenaLeaks, trató de nuevo de engañar a la población, lamentablemente.
“A ver…¿De qué han servido los GuacamayaLeaks o el libro del Rey del Cash?… son puro entretenimiento para el pueblo!”, dijo en tono burlón.
Uno más de sus desplantes tramposos para ocultar la realidad de lo que pasa en el país; del estado verdadero de un gobierno que incumple ya no solo lo que prometió en campaña, sino de lo que ha comprometido a través de su presidente ya como autoridad en los últimos 4 años, una vez instalados como autoridad.
Y no… se equivoca el presidente. Sí son muy graves, sobre todo las revelaciones que están apareciendo en los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Un mandatario que, para quitarle reflectores a esos graves problemas del país, como la falta de medicamentos en instituciones de salud pública o la incesante inseguridad pública, inventa “en el aire” compromisos y como buen megalomaníaco… hasta da plazos, fechas puntuales, que por la forma de decirlas parecen tener sentido, parecen certeras… sobre todo viniendo de alguien que tiene todo un aparato para que le planifiquen a través de calendarios y diagramas, pero no; este es un presidente que no se deja asesorar, ni ayudar por nadie… él lo sabe todo y lo puede todo. ¡Ahí están entonces las consecuencias!….
Y es capaz de inventar mentiras, de perfeccionarlas, de hacerlas cada vez más grandes sin medir las consecuencias, a fin de continuar con una burbuja de imagen falsa, de su personalidad y de su administración… es un “narcisista”, un individuo con “aires de superioridad”, de “grandeza”…. es un megalómano, al igual que todo su gobierno.
“¡No hay medicinas!”, lo interrumpieron en un evento en Guerrero… “¡Pero las habrá!”, contestó… pues sí, algún día las habrá… seguramente…. Ya van cuatro años de este gobierno y no ha podido solventar ni siquiera eso. Quizá para el sexto año de gobierno ya empiece a haber medicamentos.
“¡Pero las habrá!”… no pierde una pues; no acepta sus errores, sus limitaciones, ni estando con los “pobres”; les miente igual , sin conmiseración alguna. Es un megalómano…es “casi Dios”.
Muchos pensamos que el último megalómano en llegar al poder habría sido José López Portillo y, difícilmente podría repetirse el caso, por la “madurez cívica” de los mexicanos… nada de eso; el fenómeno apareció más pronto de lo previsto y en un defecto del sistema, como lo es López Obrador y su movimiento… un “imprevisto” que se desatendió, se dejó crecer y hoy día, los verdaderos factores reales del poder en este país, no hallan la espátula a la medida con la cual removerlo.
“Menuda” diferencia… de López a López.
López Portillo era un tipo culto, para empezar; un docente de la Facultad de Derecho de la UNAM… de los mejores; amplia obra jurídica y filosófica publicada; un experto con posgrado en el extranjero en temas financieros. Un tipo que escuchaba a sus asesores, de la corriente o formación que tuviesen: estatistas o monetaristas. Un científico social que como tal, respetaba las reglas del sistema y de la realidad mundial…
Este otro López es producto de la denuncia callejera… no estudió nada. Se nutrió de los “moneros” y de los acomplejados del capitalismo. Nunca supo usar una tarjeta de crédito o una chequera porque nunca trabajó en una relación contractual de tipo subordinada, con reglas; nunca tuvo horarios; nunca tuvo responsabilidades comunes, propias de cualquier mexicano; nunca pagó impuestos… que en cuanto a empezar a ser “figurita”, a nivel Tabasco, prefirió hacer sus enjuagues con “morralla”… con “cash” pues, para no dejar rastro.
Le tenía muy bien tomada la medida a un país que empezaba ya a fraguar desde los ochenta, una estructura paralela a la formalidad fiscal, la “informalidad”, integrada por malandrines, vendedores ambulantes y empresarios deshonestos que navegaron en ambas estructuras del sistema.
Pero la megalomanía no queda en los desplantes declarativos del presidente en este gobierno… va al terreno de los hechos.
Y aunque “jure y perjure” que él ya no usa el Estado Mayor Presidencial y que, incluso, es tal su frugalidad cotidiana que, tuvo que “sacrificarse” viviendo en un Palacio para “atender su trabajo” sin contratiempos y que, si por él hubiera sido, se trasladaría a “lomo de bestia” a los estados en sus giras… pero que “desafortundamente lo tiene que hacer ahora a bordo de grandes convoys de camionetas blindadas último modelo”… aunque todo lo anterior lo pretenda presentar como algo ajeno a su voluntad, la realidad es que en este país “no se mueve la hoja de un árbol sin la voluntad presidencial”.
Así entonces, los #GuacamayaLeaks están revelando tristemente que, los grandes servicios de corte magnánimo, faraónico, a las principales instancias de su administración se siguen presentando… y quizá “corregidos y aumentados”.
Ni en los tiempos de un Hermenegildo Cuenca Díaz, un Félix Galván López o del mismísimo Arturo Durazo Moreno, generales titulares de la Sedena los dos primeros (de cuatro estrellas ambos, por disposición de ley) y titular de la Policía Metropolitana en el D. F. el último (y portador de cinco estrellas sin ser General de División como los dos anteriores, sólo por el capricho presidencial), supieron quizá lo que era tener un servicio asistencial con tanto personal y tantos recursos, como como el que se ventila ya en los archivos hackeados, que corresponden al actual titular de la Sedena. A saber:
Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, tiene a su servicio a mil 155 militares de distintos rangos, entre los que destacan cuatro grupos de escoltas de siete integrantes cada uno; tres equipos de “fuerza de reacción” con un total de 21 elementos, así como 40 miembros del Ejército, divididos en ocho equipos, para el resguardo de su familia.
Además, de acuerdo con el documento Ayudantía General del C. Gral. Srio. Def. Nal., con fecha de enero de 2019, hecho público por la organización de hacktivistas Guacamaya, el titular de la Sedena tiene 297 elementos del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos asignados como parte de su Ayudantía General (establecidos como Grupos de Apoyo Diverso) y otros 858 efectivos militares en distintas labores de atención.
En uno de esos “grupos de apoyos diversos”, que pertenecen a la Ayudantía General, el secretario de la Defensa tiene a su disposición a tres peluqueros, cuatro sastres, tres elevadoristas y seis cocineros.
También sirven a las tareas de Luis Cresencio Sandoval 132 elementos de la Policía Militar (PM), 127 de tropa y cinco oficiales (que no pertenecen a la Ayudantía), para actividades administrativas.
Cabe destacar así mismo, que para la seguridad interior de la residencia oficial Quinta Galeana, sede del despacho del general secretario, están asignados 21 elementos más 71 efectivos para la seguridad exterior y 35 militares para seguridad en la unidad especial de transporte aéreo.
Los archivos sustraídos señalan además que el titular de la Sedena también tiene a su disposición diez aeronaves: siete aviones y tres helicópteros, 20 camionetas para escoltas, de las cuales 17 están blindadas, y 25 vehículos “a disposición de la célula de transportes”, cuatro de éstos con blindaje.
En el equipo de la Ayudantía General están destacados cuatro grupos denominados “Alfa”, “Bravo”, “Charly” y “Delta”, con cinco efectivos militares cada uno, así como 12 elementos castrenses asignados a la “sección de giras y eventos especiales”.
Otros militares de distintos rangos están destacamentados en el grupo de sobrecargos, con siete elementos, todas mujeres militares: cinco hosteleros y ordenanzas y cinco ayudantes para la residencia oficial Quinta Galeana, así como 21 administrativos para ese recinto del alto mando del Ejército.
Luis Cresencio Sandoval también dispone de una Coordinación de Inteligencia y Contrainteligencia que está compuesta de un mando; una célula de contrainteligencia, con un elemento; una mesa de medidas de seguridad e instalaciones, con cuatro efectivos, y una mesa de medidas de seguridad de la documentación y las comunicaciones, con tres efectivos.
El documento indica que para “promover, mantener y recuperar la salud” del titular de la Sedena, “sus derechohabientes, personal de la plana mayor y demás funcionarios”, el personal médico asignado es de un total de 29 doctores militares: un general, 11 jefes, 14 oficiales y tres elementos de tropa.
En cuanto al mantenimiento de la Quinta Galeana, lugar de residencia del general secretario, están destacamentados 121 elementos castrenses, así como cinco camionetas, un camión de volteo y un remolque.
Así que, amable lector, juzgue Usted si es que tenemos o no, un gobierno de megalómanos... al servicio de los pobres.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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