*Son dos los elementos imprescindibles para hacerse con la voluntad del elector: la personalización del mensaje y las palabras elegidas. El reto es sencillo: para vencer es necesario convencer. Lograrlo exige un gran esfuerzo de imaginación comunicacional y un muy buen número de personas creativas que trabajen las 24 horas del día. Ellos deben convertirse en el horizonte del mensaje recibido por el sufragista
Gregorio Ortega Molina
El dilema es inexistente para la oposición. Desde el gobierno van con todo para conservar el poder, incluso por encima de las leyes y la constitución. La única arma que tienen los mexicanos supuestamente inteligentes y con un arraigado concepto de patria, es transformar en “verdad histórica” los datos y nombres del libro de Elena Chávez.
Servirse de los medios tradicionales es un error. Ajustarse únicamente a Internet y el arsenal cibernético, también. ¿Cuántos millones de mexicanos poseen un celular? No importan los planes de pago y el tiempo aire, lo fundamental y operativo es que envían y reciben mensajes, y éstos deben convertirse en los puntos relevantes de lo narrado en El rey del cash.
De suceder así, será una confrontación de ingenio, inteligencia, lenguaje y, cuando aparezcan los nombres reales de los remitentes, de autoridad moral. ¿Con cuál puede defenderse lo indefendible? Únicamente con la del poder.
Debe partirse de un hecho innegable. La conferencia presidencial diaria concedida desde la zarza ardiente colocada en el salón de la Tesorería, es insuperable y desmentida a duras penas, sin argumentos; las descalificaciones emitidas son lapidarias, por no decir mortales, y la negación de la realidad que desde allí se pronuncia, adquiere el tamaño y la importancia de la verdad revelada. Pero Luzbel cayó.
Regreso. Hay más millones de usuarios de celulares que lectores u oidores de noticiarios. La confidencia, el dato, lo dado por cierto para la mayoría de los electores no está en los libros ni en la información que circula y es propiedad de todos, sino en ese mensaje que llega dirigido a él porque fue enviado a su teléfono celular, a su número, a su whats.
Son dos los elementos imprescindibles para hacerse con la voluntad del elector: la personalización del mensaje y las palabras elegidas. El reto es sencillo: para vencer es necesario convencer. Lograrlo exige un gran esfuerzo de imaginación comunicacional y un muy buen número de personas creativas que trabajen las 24 horas del día. Ellos deben convertirse en el horizonte del mensaje recibido por el sufragista.
¿Puede hacerse? Lo lograron en 2018 y sorprendieron. Obvio, no con las características que ahora se requieren, porque la confrontación es la de los Titanes contra los dioses olímpicos.
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@OrtegaGregorio