RELATO
-Oye, maleante –dijo Anthony. ¿Por qué eres tan malito?
– Es porque soy huerfanito –respondió, casi sollozando el maleante.
Sentado en la orilla del andén de aquella estación de trenes de la ciudad de México, Anthony miró cómo el maleante puso su cara más triste. Pasados unos minutos de silencio, preguntó:
-¿Así que esa es la razón del porqué vienes todos los días hasta aquí a asaltar y matar gente?
El maleante, sin levantar el rostro, enseguida asintió. Ahora se le podía ver su rostro, más triste que antes
Anthony, como un psicólogo sentado a su lado, no supo qué decirle. Por más que lo intentaba; el dolor que el otro manifestaba ahora, le impedía dar con un alivio, o con una palabra de consuelo.
Mientras tanto, las gentes seguían yendo y viniendo a través de los varios andenes, y los trenes llegaban y partían, sobre sus propios rieles.
Anthony entonces miró todo su entorno, para así solamente tratar de encontrar algo para decirle a aquel pobre ser.
Saber ahora el por qué el maleante era un hombre tan malito, en verdad que le había tocado muy hondo su corazoncito.
“¿Cómo poder ayudar a aquel maleante?”, fue la pregunta que Anthony no dejó de hacerse. Sentado junto al asaltante, siguió y siguió tratando de averiguarlo.
-¡Ya sé! – exclamó al fin, después de pasado un largo rato.
Apenas mirar en la puerta de un tren el letrero de una tienda, Anthony se puso de pie, y luego se puso a dar bronquitos de pura alegría
El maleante, mientras tanto, siguió con la cabeza agachada
Después, cuando por fin se aquietó, se inclinó hacia el maleante y, poniéndole una mano sobre su hombro, le dijo:
-¡Esto es lo que haremos! Iremos al Costo y te compraremos ¡un padre! ¡Allí venden unos muy buenos, que vienen envueltos en celofán, como las Barbies!
Y, sin esperar ninguna respuesta por parte del maleante, Anthony añadió:
-¡Claro! ¡¿Pero cómo es que no lo había recordado mucho antes?! De no ser por ese letrero en aquella puerta…
-Maleante. ¡Ya no estés más triste! Aquí en mi bolsita traigo algo de dinero. Po lo tanto, para que ya no sigas más triste, asaltando y matando personas, iremos ahora mismo al Costco y te compraré un padre.
-¿Qué dices, maleante? ¿No te parece muy brillante mi idea?
El maleante, que durante muchos años de su vida solamente había sido un hombre desalmado, que siempre había escondido sus sentimientos detrás de su rostro tosco y su mirada malévola, moviendo lentamente su cabeza hacia su acompañante, musitó:
-¡Sí, Anthony! Me gustaría mucho dejar de ser un huerfanito y también un asesino.
-¡Que no se diga más entonces! –Respondió alegremente Anthony-. ¡Levántate ahora mismo de donde estás y vayamos a escoger a tu padre…!
Por primera vez en muchos años, el rostro de aquel maleante se suavizó y; tirando su pistola y su cuchillo entre los rieles de los trenes, se fue junto a su acompañante a comprarse un padre.
Anthony Smart
Octubre/272022
Noviembre/03/2022