Por Arturo Sandoval
“La mayoría de la gente no quiere la libertad, porque la libertad implica responsabilidad, y la mayoría de las personas tienen miedo de la responsabilidad”. Sigmund Freud
La marcha del 13 de noviembre convocada para una supuesta defensa del INE y nulificar la reforma electoral propuesta por López Obrador, en lo personal fue un éxito para una oposición. Con intenciones diferentes a los impresentables como Vicente Fox, Margarita Zavala, Claudio X junior, Elba Esther Gordillo, Alejandro Moreno Alito, Javier Lozano, Carlos Madrazo, etcétera; quienes llevan objetivos políticos cada uno por su lado.
Pues una gran mayoría de los manifestantes, no eran fifís, no son rateros, ni corruptos ni los demás calificativos impuestos a los marchistas por AMLO. Tampoco eran parte de los acarreados, también presentes. Sí, han perdido privilegios por ser de la clase media a quién López Obrados ha atacado en varios discursos. Pero son parte del pueblo; no tienen que ser pobres para no pertenecer a él. Muchos están entre los privilegiados, pero con privilegios ganados horadamente, con negocios legales, con trabajo de 16 horas diarias o desempleados. Una buena parte se convierten en manipulables por esa elite dueña del dinero formada por millonarios y clase media alta, siempre aspiracional, pero cortesana. Olvida la clase media y media baja las penurias de los periódicos gasolinazos, de las devaluaciones anuales que reducían los ahorros hasta un 50%; de la fila de inspectores extorsionadores a cada negocio, etcétera. Eso puede regresar con más fuerza.
El aumento del discurso de odio, clasismo, racismo y todo tipo de discriminación a través de medios tradicionales y redes sociales, donde se repite por decenas de miles con bots y presente en un enorme porcentaje en los grupos de oposición en la dicha marcha. Asistieron casi todos los grupos; juntos, pero no revueltos.
Alito por un lado, tan separado de sus antes mejores amigos, para recibir reclamos de ser una vergüenza para su partido. Panistas y perredistas por otros. Pero buena parte de los marchistas por cuenta propia, sin seguir a ninguno de los políticos donde se patentó su nula popularidad. Sin embargo, a los manifestantes los une un objetivo: votar contra Morena.
En la mañanera del lunes 14, al otro día de la marcha, López Obrador -al menos así lo vi- presentó un rostro endurecido; sus sarcasmos y risas no se vieron naturales. Sabe de la manifestación muy nutrida que, sin duda pudo llenar el Zócalo.
¿60 mil, 640 manifestantes? Vaya, cualquier número es importante para medir resultados. Si fuera encuesta, bastan 1,300 encuestados para dar un parámetro confiable.
Sí AMLO y Claudia Sheinbaum no se ponen las pilas para rescatar a esa parte de la Ciudad que perdió Morena en las elecciones de 2021, en su mayoría de clase media ofendida por el Presidente a pesar de darle su voto en el 2018. Parte de esta clase media forma una pequeña fracción de las bases en favor de Morena y López Obrador; esa no la pierde a pesar de tener muchas dudas y ser ofendida. No dejará de votar en favor de Morena por saber que todo lo demás es peor. Pero la otra parte es la que hizo ganar alcaldías en la Ciudad de México en favor de la oposición.
Y mire usted, tan sólo en la alcaldía Benito Juárez, a pesar de ser la cuna del Cartel inmobiliario; la gente está contenta con Santiago Taboada y seguirá la BJ., en poder del PAN. Taboada cubre los servicios para los habitantes de su alcaldía: seguridad, pavimentación, luminarias; aunque por el abuso de construcciones, el agua es el mayor problema.
Discursos desgastados de ambos lados. La prensa contra la oposición fundamenta con datos duros, con pruebas irrefutables, investigaciones a fondo; con fotos, vídeos, testimonios al por mayor. Con todos estos discursos impecablemente estructurados, no convencerán a una sola persona más de votar contra opositores de Morena. Por más fifirefeos contra los millonarios con sus nombres y apellidos, no causan efecto como hace dos o tres años por su uso excesivo. Nada les duele ya, a esos personajes malignos. Al principio sí, pero al ver que no hay consecuencias, todo se les resbala. Igual pasa en los discursos de AMLO cada mañanera: a la oposición le importan poco, a sus seguidores ya no los exalta tanto, al círculo rojo de izquierda le da material para repetir con cansancio el discurso.
La estrategia debe cambiar; López Obrador tiene sus 15 millones seguros formados por su base de seguidores. Debe ir por los que se perdieron: clases medias, grupos feministas, grupos de todos los géneros y jóvenes de escuelas privadas y públicas. Tiene que dominar el Congreso en el 2024 para dejar limpio el camino a su probable remplazo, si es que gana Morena; lo cual ya no es tan seguro como hace unos meses.
NOTA: la oposición: fraccionada, sin un líder, sin proyecto de nación; hueca, pero con efectivo discurso de odio, aumenta el número de, no de seguidores, pero sí de votantes contra Morena.