La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
No nos hagamos bolas: planeación mata karma
Esta semana, Héctor de Mauleón, comentó sobre la ‘maldición’ que afecta a la Selección Mexicana de Futbol, por alguna extraña circunstancia, siempre que está a punto del anhelado quinto partido, algo pasa que lo impide.
Para el caso de las alternancias presidenciales, iniciadas en el año 2000 con la victoria de Vicente Fox, la situación no es muy diferente, como sociedad, generamos amplias expectativas que, al final del día, no se cumplen.
Que sí al guanajuatense le daba toloache la señora Martha, que sí Calderón abrió la Caja de Pandora con la guerra al narco, que sí Peñita nunca entendió que no entendía y ahora, con la 4T, el presidente López Obrador, está dedicado a mantener sus clientelas electorales.
En resumidas cuentas, la efectividad del voto no se ha manifestado en beneficios reales (las bequitas son meras aspirinas, contra la metástasis de problemas sociales que padecemos), cada año hay más pobres, se profundiza la crisis en el Sector Salud, precarización de los salarios, mayor inseguridad y, así, podemos enlistar un largo etcétera de broncas.
El asunto es que, como en el futbol, la causa de tanto fracaso, obedece a taras estructurales, fenómenos que no se pueden resolver con buenas intenciones, sino se corrigen (estudiando los procesos históricos que dieron lugar a los mismos), los vicios de origen.
No basta con traer un entrenador argentino o alemán, ni elegir un predestinado que ofrezca matar tepocatas o extinguir fifís, es necesario consolidar instituciones, consensar políticas públicas y diseñar una nueva arquitectura constitucional, para el caso del país. En el tema del panbol, habrá que poner énfasis en la cantera y patear por el trasero a las televisoras.
Recordemos al clásico: sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario.