Francisco Gómez Maza
• Ricardo Monreal quiere lo imposible
• Hay quiebres que jamás se restañan
La palabra “reconciliación será una especie de lema de campaña política electoral de Ricardo Monreal Ávila, ahora en camino de convertirse en el opositor número uno de la 4T, de Morena, la formación política a la que pertenece la mayoría de los senadores que él lidera, y adversario de su otrora amigo y compañero de lucha política, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero el senador insiste: Hoy estamos llamados a la reconciliación, a la búsqueda de acuerdos en lo social y, sobre todo, en lo político. El Derecho debe estar al servicio de la comunidad. El Derecho debe ser una herramienta que permita la convivencia pacífica y coadyuve a la resolución de controversias; más nunca debe ser utilizado para dividir, para violarse, para mermar la integración social, para hacer de su oficio un estilo personal al margen de la ley. El Derecho, en cambio, debe ser un punto de partida y de llegada de la libertad y de la justicia.
Que Monreal traspase la frontera y se convierta en opositor no extraña a nadie ni al interior de Morena, ni en los ambientes de la oposición. Es más, esta lo esperaba, y lo espera, con ansias.
El senador siempre ha tenido la tendencia a entrar en conflicto con los partidos a los que ha pertenecido. El zacatecano entró en conflicto con su partido original, el PRI, debido a que no fue tomado en cuenta para ser el candidato tricolor a la gubernatura de su tierra natal, Zacatecas. Entonces se pasó al PRD, partido que lo postulo y ganó la gubernatura, Fue gobernador de 1998 a 2004.
Desde entonces, Monreal había caminado de la mano del ahora presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador. En el inter, el zacatecano pasó al Partido del Trabajo y desde esa trinchera coordinó la campaña presidencial del líder tabasqueño. Desde el primero de septiembre de 2018 es senador por lista nacional, es presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) del Senado, y líder de la mayoría morenista. Anteriormente se desempeñó, por Morena, como titular de la delegación Cuauhtémoc, una de las más importantes económicamente, junto a la de Iztapalapa. Pero él batalló por ser el jefe de Gobierno de la Ciudad, que le ganó Claudia Sheinbaum.
Monreal Ávila pronunció por primera vez, como lema de campaña, la palabra “reconciliación”, el sábado 20 de noviembre en la Arena México, ante unos cuantos miles de simpatizantes, que exclamaban con euforia: “Monreal. ¡Presidente, presidente, presidente!
En el pancracio, donde lo que menos hay es conciliación porque los luchadores o boxeadores se dan con todo y pelean hasta la muerte como se ha visto en múltiples ocasiones, el senador habló fuerte del veneno de la polarización que ha alimentado el presidente López Obrador. Monreal no lo mencionó ni lo ha mencionado por su nombre, pero es totalmente obvio que el pleito es con el mandatario, primero por no haberlo mencionado entre los candidateables de Morena, aunque el conflicto ya venía desde antes por la proclividad del zacatecano de hacer migas con líderes opositores.
La palabra reconciliación deriva del latín “reconciliatio”, que se traduce como “la acción y el efecto de volver a unirse” y que se encuentra formada por las siguientes partes: El prefijo “re”, que se utiliza para indicar “hacia atrás”. El sustantivo “concilium”, que es sinónimo de “asamblea”.
Y el sufijo “cion”, que viene a emplearse para establecer “acción y efecto”.
Monreal habla de unir lo que está quebrado, lo cual es imposible. Las contrarios jamás podrán reunificarse, reconciliarse, porque nunca estuvieron unidos, sino más bien confrontados, como ya quedó explicado en las columnas del 17 y del 20 de noviembre. Imposible que haya reconciliación entre las mayorías de trabajadores, con Carlos Salinas de Gortari y su cauda de zalameros que se enriquecieron a costa del Erario. Y lo mismo puede decirse de los subsecuentes presidentes hasta llegar a Peña. Las clases dominantes nunca aceptarías la reconciliación con las clases dominadas. “Fuchi”. Menos con los pobres, con los desarrapados, con los indios “patas rajadas”…
Imposible, pues, la reconciliación. Jamás ha habido conciliación.
Pareciera que el senador habla en nombre de los opositores, como vocero de ellos. Pero pregúntele a un opositor si tendría ganas de reconciliarse con el presidente López Obrador, si lo odia con todo su corazón. Me ocurre en mi círculo familiar. Hay quienes lo menos que le desean al presidente es que muera, que alguien lo asesine. No lo pueden ver ni en pintura. Lo odian con todo su corazón.
Al recibir un reconocimiento en el Foro Internacional “El Abogado y el Legislador, de lo Local a lo Global”, en el marco del XXVI Congreso Internacional de la Federación Iberoamericana de Abogados, Monreal Ávila habló argumentó su posición política.
“…me da tristeza que el Estado de Derecho, por ocasiones, sufra embates y sufra también quebrantos. Si un ciudadano quebranta la ley, viola el Estado de Derecho, viola la Constitución; es lamentable y debe de haber consecuencias.
“Pero si la viola una autoridad, una gobernadora, un gobernador, un funcionario público (le faltó anotar a “un presidente de la república]”, es doblemente pernicioso; porque cuando se alejan del Estado de Derecho, los integrantes de una sociedad, ésta empieza a degenerarse. Cuando se aparta de la Constitución, una sociedad y, fundamentalmente, la autoridad que debe de respetarla, se inicia un proceso de decadencia difícil de parar con el tiempo. Nos acercamos más al autoritarismo que al principio de legalidad”
Obviamente que todo ser humano tiene la libertad, como una gracia de la naturaleza. Todo ciudadano es libre de elegir el camino que más le convenga. Monreal desea, con toda su alma, ser el presidente de México…