Documental Político
Emilio Trinidad
Quedó muy claro. México seguirá siendo un país en su inmensa mayoría de miserables, de olvidados, de pobres, de marginados, de abandonados, porque esa es la clara apuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien dijo el domingo que era muy sencillo, y para no equivocarse, seguiría muy “atento” a esos desposeídos porque que “por ahí no hay pierde”.
Sus palabras fueron cínicas, contundentes. Este país seguirá y ampliará su población que sobrevive con lo mínimo indispensable, para controlarlos, para seguirles dando dinero en efectivo, despensas, programas sociales y todo tipo de promesas, para que permanezcan dóciles y fieles a él, pues el obsequio o la la venta de esperanzas no le cuestan y menos le preocupan.
López Obrador no quiere el progreso y desarrollo de México, por eso le tiene sin cuidado la inflación, el desempleo, las alzas de los combustibles, la inseguridad, la injusticia, la impunidad, la salud, la educación, la honestidad, la corrupción, porque así seguiremos siendo un país en rezago, lo que genera pobres y los pobres son su apuesta porque son los que lo siguen como los borregos al pastor. Entre más jodidos estemos en su retorcida cabeza, mejor para él y su fracasada Cuarta transformación.
No le importa mentir, no le preocupa prometer y dejarlo en eso, menos la destrucción o desmantelamiento de organismos o instituciones que muchas cosas buenas le han dado al país.
No hay logros, hay un brutal desempleo, no hay salud como en Dinamarca, no hay medicamentos para niños enfermos de cáncer, no regresaron a sus cuarteles los militares, no hay crecimiento económico, no acabó con la corrupción, él es fiel reflejo de ello luego del explosivo libro El Rey del Cash, no se redujo ni la desigualdad ni la miseria extrema; hay muchos más muertos por una inseguridad que dominaría en seis meses, y más de 700 mil fallecidos por la pandemia mal enfrentada.
¿Qué le preocupa al tabasqueño? Nada. Dice que vamos re que te bien y que somos un país inmensamente feliz, feliz.
Hoy se cree indispensable para una nación que sufre y padece de sus desequilibrios. Hoy se siente santo o semi Dios luego de que escuchó arengas de que debería reelegirse.
No cabe duda, el presidente vive en una nube a la que lo llevaron los aduladores, los ignorantes, los muchos millones de jodidos, de pobres a los que le va a seguir apostando para que apoyen a su corcholata preferida, consentida, que despacha muy cerca de él y pronto se va a casar. Pero esa será otra historia próxima a abordar.
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