Los últimos acontecimientos y el actual conflicto diplomático con Perú nos llevan a diversas reflexiones independientemente de las consideraciones políticas. En primer término es oportuno analizar con objetividad el papel de Perú en América Latina donde emergió del pasado prehispánico del Imperio Inca al rico Virreinato del Perú y finalmente como estado independiente a una nación con un fuerte acento militarista que lo ha llevado desde gobiernos militares a enfrentarse en disputas regionales y limítrofes con Bolivia, Chile y Ecuador, con este ultimo incluso en fechas no tan lejanas como la Guerra del Cenepa en 1995.
Reforzando lo anterior incluso se dio el caso del apoyo prestado a Argentina durante la Guerra de las Malvinas en 1982, cuando un escuadrón de cazas peruanos con sus respectivos pilotos pintaron la escarapela argentina en sus fuselajes y entraron en combate en el teatro de operaciones del Atlántico Sur enfrentándose a los Sea Harriers británicos. Pero los peruanos no solo han peleado a nivel regional con sus vecinos sino han combatido a enemigos internos, grupos guerrilleros y terroristas de consideración como el Sendero Luminoso de Abimael Guzmán quien fue capturado en 1992, ello también ha dotado, como ya se mencionó, de una enorme influencia a las fuerzas armadas y policiacas peruanas.
Con respecto a México, la relación diplomática de Perú es añeja, data de 1823 cuando ambas naciones apenas vieron la luz de independencia, la reciente expulsión del embajador de México Pablo Monroy, no es el primer desencuentro, con anterioridad se han suspendido relaciones entre ambos países. Pero también han existido momentos de gran transcendencia en la relación bilateral, como el apoyo irrestricto de Perú al gobierno de Benito Juárez frente a la intervención y el imperio, particularmente a través del magnifico poeta, literato y diplomático limeño Manuel Nicolás Corpancho, quien fuera embajador peruano y fue expulsado de México por imperialistas y franceses al ser descubierto dando asilo en su embajada a patriotas mexicanos.
Al ser expulsado, Corpancho tomó un buque rumbo a Cuba con la intención desde ahí de unirse a Juárez, pero el buque se incendió poco antes de atracar en La Habana muriendo la mayoría de los tripulantes entre ellos Corpancho. Otro episodio es el referente a la presencia en México de Víctor Haya de la Torre, el destacado político nacido en Trujillo quien llegó a México para convertirse en colaborador de José Vasconcelos. La influencia del “Maestro de América” y del nacionalismo revolucionario mexicano en Haya de la Torre, lo llevaron a fundar en la Ciudad de México la APRA, el más influyente partido político del Perú, de corte nacionalista, antiimperialista y en pro de la unidad latinoamericana.
Sin embargo sucesos como los que actualmente transcurren en la relación bilateral entre México y Perú, no solo son lamentables en virtud de nuestros añejos lazos históricos y culturales que se remontan a los virreinatos de la Nueva España y del Perú, sino sacan también a colación , cuestiones historicas irrefutbles, la brillante labor de aquellos héroes anónimos que son los miembros de carrera del servicio exterior mexicano. No en vano, hacen honor a la memoria de Matías Romero, aquel joven diplomático oaxaqueño quien con tan solo 22 años llevó a cabo una magnifica labor en Estados Unidos en tiempos de la intervención y el imperio, que derivó en el apoyo incondicional de Lincoln a Juárez, hoy con justicia la escuela diplomática mexicana se llama Matías Romero.
Los diplomáticos mexicanos se han distinguido desde la República Restaurada reconstituyendo las relaciones exteriores con los estados y monarquías europeas, consolidando el prestigió de nuestra patria en el porfiriato, sorteando olas en las aciagas jornadas de la Revolución Mexicana ante las amenazas y agresiones intervencionistas.
A la par de Matías Romero hemos tenido brillantes diplomáticos como el sinaloense Genaro Estrada, autor de la Doctrina que lleva su nombre, que el quiso llamar Doctrina Mexicana y que estipula el respeto a la soberanía y autodeterminación de los estados, lo cual a la postre fue la piedra angular de una política exterior que dio respeto y prestigio a México. A Estrada, se debe añadir a Alfonso García Robles artífice del Tratado de Tlatelolco que proscribe las armas nucleares en América Latina y el Caribe, esto le valió el premio Nobel de la Paz, único mexicano en obtenerlo hasta el día de hoy.
A todo esto se engrosan acciones particulares y colectivas de los diplomáticos mexicanos que van desde la protesta de México ante la Sociedad de Naciones en la década de los treinta por las agresiones fascistas, primero la de Italia a Etiopia y después la de Alemania a Austria. Posteriormente la digna postura de México en defensa de la República Española que se tradujo en el exilio español de tanta trascendencia para nuestro país. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial destacó el Cónsul General en Francia, el poblano Gilberto Bosques que a pesar del hostigamiento de la Gestapo y las autoridades del gobierno de Vichy expidió miles de visas que salvaron a republicanos españoles, judíos y antifascistas franceses.
En la segunda mitad del siglo los diplomáticos mexicanos tuvieron un magnifico desempeño poniendo a salvo a las victimas de las dictaduras en América Latina, muchas veces incluso arriesgando su integridad física y honrando nuestra tradición de asilo. No fueron pocas las ocasiones en que un automóvil de la embajada constituido como una extensión de territorio mexicano, sirvió para rescatar vidas, personas que pudieron encontrar en nuestras legaciones o en nuestro territorio no solo un puerto de abrigo sino una segunda patria donde comenzar de nuevo, miles de argentinos, bolivianos y chilenos pueden dar cuenta de ello.
Un episodio dramático fue el del golpe de estado de Pinochet contra Allende en Chile en 1973. Es de sobra conocido el valiente proceder de la Embajada de México, su gestión logró el rescate de la familia presidencial y de alrededor de 3000 chilenos. Tan solo en la residencia de la embajada, rodeada de golpistas armados hasta los dientes, se refugiaron 700 personas, aquí el personal junto con los agregados militares, lograron poner orden y organizar la convivencia de los asilados, organizaron labores de limpieza y mantenimiento para tenerlos ocupados y destruyeron la cava para evitar incidentes derivados de la tensión mezclada con alcohol. El Embajador Martínez Corbalán se llevó la gloria y eso le representó una ascendente carrera política y diplomática, sin embargo es justicia recordar a tantos héroes anónimos y a los agregados militares.
En la actual administración se dio el golpe de estado y el rescate de Evo Morales en Bolivia, insisto más allá de cualquier filia o fobia, el desempeño del personal diplomático asistido por militares resultó exitoso. El binomio Relaciones Exteriores-Fuerzas Armadas volvió a mostrar su eficacia en el puente aéreo implementado al estallar el conflicto en Ucrania. Hoy el personal de nuestra embajada en Lima, seguramente no está pasando un fin de año sin dificultades pero sin duda su preparación y la añeja tradición que les antecede serán las herramientas que lograran un blasón más para el servicio exterior mexicano.