* Lo que ocurra con la ministra Esquivel Mossa definitivamente incidirá en la sucesión presidencial, y ese hecho da la verdadera importancia a la función que le asignó, o todavía le tenga prevista el presidente de la República. Terrible para ella habría sido fungir como la primera mujer presidenta de la SCJN y, por amistad o interés, sujetar el Poder Judicial a la voluntad del Ejecutivo.
Gregorio Ortega Molina
El dilema de qué hacer con la ministra Esquivel Mossa se complica, porque toda decisión que asume el presidente mexicano es, desde hace meses, con fines político-electorales. Así lo determinó desde el momento que exhibió a sus corcholatas y él determinó desempeñar la función mecánica de un destapador.
Los sucesos con presagio se precipitan: inflación con amenaza de recesión; presión de los migrantes sobre la seguridad y la economía; la marcha rosa para defender al INE; la detención de Rafael Caro Quintero al que todavía no extraditan; incendio social en algunos reclusorios; desabasto de medicamentos sin solución próxima, salvo la pesadilla de Dinamarca; el plagio de la tesis; los compromisos binacionales con Estados Unidos, entre lo que destaca la detención de Ovidio Guzmán y la exigencia de cumplir con los compromisos contraídos en el Tratado; el “choque de trenes” en el metro y la necesidad de culpar a un inocente, porque #EsClaudia está en plena campaña… y lo que pueda sumarse hasta que los electores lleguen a las urnas.
Lo que suceda con Yasmín Esquivel Mossa será por razones políticas y no jurídicas. Andrés Manuel López Obrador cree, o está seguro, de tener en ella una carta fuerte, un comodín de 50 puntos, pues ha dicho que prefiere equivocarse con la ministra que ceder la razón al periodista cultural Sheridan. Este es el verdadero punto de quiebre de lo que sucederá en el México electoral durante 2023, hasta el momento en que su “corcholatazo” se opere y los destapes de la oposición ofrezcan una alternativa real. Estaremos en posición de constatar si Fernando Gutiérrez Barrios tuvo razón, o no, en su opinión de Dante Delgado. ¿Enseñará el cobre? ¿Aprendió algo durante su estancia en Pacho Viejo?
Hemos equivocado el tiro. Lo que ocurra con la ministra Esquivel Mossa no es responsabilidad de la UNAM ni la SCJN, ni de la plagiaria, sino del presidente de la República, porque definitivamente incidirá en su sucesión presidencial, y ese hecho da la verdadera importancia a la función que le asignó, o todavía le tenga prevista el dueño de su destino. Terrible para ella habría sido fungir como la primera mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, por amistad o interés, sujetar el Poder Judicial a la voluntad del Ejecutivo.
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