La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Lo atípico no es que fuera pillo, sino, su vigencia transexenal
Bueno, en realidad, los ‘ciegos’ son los miembros de la clase política, sobre todo, los que pertenecen al primer círculo del poder, los que toman decisiones, los mandones.
El caso de Genaro García Luna, aunque no el único, es emblemático, veamos.
El otrora súper policía, comenzó a tener cargos de alta responsabilidad desde el sexenio de Vicente Fox, cuando estuvo al frente de la Agencia Federal de Investigaciones, también, había formado parte de la estructura del CISEN, era un funcionario con acceso a información privilegiada.
Con Felipe Calderón, el ingeniero alcanzó el pináculo, era el hombre de mayor confianza del presidente, lo que implicaba una suerte de patente de corso, tenía una llave maestra a la que ninguna puerta se resistía, contaba con informes de Inteligencia de México y los Estados Unidos, eso lo ‘cotizó’ más alto.
Durante el peñato, el hoy sentenciado, consolidó sus ‘negocios’ bajo el amparo de la impunidad, lo que le permitió aumentar su capital, además, asentado en territorio estadounidense, logró contratos como asesor en materia de seguridad, lo mismo con empresarios que con entidades gubernamentales.
Lo curioso del caso, es que nadie (eso dicen), se diera cuenta (sólo un pequeño grupo de periodistas), de las trapacerías del corrupto funcionario, ni Ejército, ni Marina, ni PGR, ni CISEN, ni Contraloría, ni UIF, supieron de las andanzas de García Luna.
¿Cuántas manos habrá ‘untado’ el susodicho para lograr tal ceguera colectiva?, hacemos la osada pregunta, ya que, tanta omisión, de alguna forma se tiene que explicar.