La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
A menos que tenga síndrome de pelota para estanque de focas, debe hacer mutis
El ex presidente Felipe Calderón, no acaba de entender que, por el momento y, quizá, para siempre, está convertido en un lastre para la oposición, el país, su familia, amigos…hasta para la FIA, por lo tanto, su pretendido control de daños, sale sobrando.
El fenómeno, tiene una narrativa muy sencilla.
Después de su cuestionado triunfo, el michoacano decidió hacer del combate al crimen organizado el estandarte, propagandístico, de su administración, para ello, recurrió a las Fuerzas Armadas, con el objetivo de que se encargaran de la Seguridad Pública y, además, empoderó a un hombre: Genaro García Luna.
Las razones que tuvo, para elegir al susodicho, no son públicas, sin embargo, el personaje está sentenciado por pactar con ‘los malosos’, por lo que, en cualquier sentido, el hecho lo salpica, ya sea por omisión o por comisión.
Si el ex mandatario sabía, también es un criminal y sí no estaba enterado, es un inepto en grado sumo, por lo tanto, no tiene escapatoria.
Además, su argumento de que, haiga sido como haiga sido, la estrategia anti crimen fue exitosa, es una torpeza inaudita ¿cómo va a ser triunfante sí el director de la estratagema jugaba para el equipo contrario? ¡Por dios, que cachaza tan grande!
Hay versiones, sobre advertencias que se hicieron acerca de las actividades de García Luna, al propio Feli-pillo, no hizo caso y paga las consecuencias. Bien lo dijo Salomón: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu” (Prov:16-18).
Posdata con cariño: el anterior proverbio aplica para todos.