La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
En la selección natural priista, no sobrevive el más capaz, sino, el más oportunista
El PRI, es un partido surgido desde el poder, es decir, la clase política emanada de la Revolución, después de las consabidas purgas, magnicidios y demás, creo tal institución para consolidar su proyecto o, más bien dicho, el proyecto de los ganadores.
En tal sentido, el ex partidazo se constituyó en una maquinaria electoral para que, por tal mecanismo, en un primer momento sin oposición real en las urnas, lograran convertirse en lo que Mario Vargas Llosa definió como la dictadura perfecta.
Esta deformación de origen, impide que los priistas sepan cohesionarse ante la adversidad, por el contrario, cuando están desamparados, es decir fuera de la nómina, su primera opción es posicionarse en lo individual (v.g.: huir al Verde, MORENA, etc.), los objetivos comunes quedan a un lado, a lo más que pueden llegar, es a formar grupúsculos.
Cuando la derrota ante Vicente Fox, a los tricolores les tomó doce años reorganizarse, pero a diferencia de hoy, contaban con una veintena de gobiernos estatales, lo cual les permitió volver a la silla imperial, de la mano del poderoso Grupo Atlacomulco.
En 2023, los priistas sólo gobiernan en tres estados, de los cuales, dos están en juego: Coahuila y EDOMEX, por lo que, al final, podrían quedarse con uno, dos o ratificar los tres.
Esta circunstancia, permite que afloren los peores instintos de la naturaleza tricolor: ante la posibilidad de perder todo, se comienzan a canibalizar.
Esto ocurre en el Senado, con 13 representantes, la fractura impulsada por Alito en su pretensión de remover a Osorio Chong, provocará un debilitamiento de la bancada, lo cual, de cara al 2024, los acerca, aún más, a la extinción.
Ni hablar, es su naturaleza.