Palabra de Antígona
Sara Lovera*
La aparición del feminismo 4.0, la expresión de las colectivas, de jóvenes muy jóvenes, ha cimbrado a todo el mundo, por irrefrenable y esperanzador. Como nunca, las mujeres y su problemática, ocupa la vanguardia social y el debate, pero en México está lejos de las preocupaciones gubernamentales.
Las funcionarias del gobierno y del partido oficial, han ignorado el sentido y la profundidad de las protestas de las colectivas y rechaza el diálogo, ese que, en los años 70, fue central para que los gobiernos intentaran responder con acciones y que se tradujo en “adelantos” legislativos y políticas públicas.
Hoy estamos en presencia de una corriente oficial, de feministas de Estado, que pretenden capturar la narrativa de esas colectivas, mostrándose tan radicales como ellas.
Se trata de las mismas que admiten o ponen las vallas metálicas cuando se manifiestan masivamente las feministas; las que convalidaron la disminución de recursos para atender las violencias machistas, las desapariciones, la trata de niñas y mujeres; las que callan ante el cierre de estancias infantiles; las incapaces de vigilar al gobierno obligado a destinar recursos para la política de género; las que no han reaccionado mínimamente frente al cierre de las casas campesinas o la desaparición de programas sustantivos. Cuando hablan de las violencias machistas, hacen sólo eso, hablar.
Afirman que vivimos un gobierno feminista y aseguran fue constructor de la paridad, planteada en 1994 por las indígenas de Chiapas, construida por las feministas y aprobada en la Constitución, en 2014. Mienten, no reconocen que la fuerza feminista las llevó a donde están. No estuvieron durante años en el debate del aborto y los derechos sexuales y reproductivos.
Estas señoras, de un sector de Morena, escenificaron el pasado fin de semana una reunión, con mujeres de partidos similares en América Latina y algunas de otras partes del mundo, donde lanzaron un manifiesto fundacional de la Internacional Feminista, sólo con mujeres de “izquierda”, para apuntalar la candidatura de Claudia Sheinbaum Pardo.
Estuvieron sólo mujeres de y en la política de partidos populistas o cercanos a Morena, anunciaron el nacimiento del feminismo popular, comunitario y territorial.
Reunión organizada con recursos públicos, sin dar explicación; ocuparon el Complejo Cultural Los Pinos. Fueron anfitrionas reconocidas la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, Nadine Gasman Zylbermann, responsable de la política de género para todas las mujeres y la Secretaria General de Morena, Citlalli Hernández Mora, movilizando a las huestes morenistas para apuntalarse a sí mismas.
El manifiesto, es semejante al lanzado en el socialismo real, cuando Stalin estaba en el poder y se había traicionado a la Revolución Rusa de 1917, denominada Federación Internacional de Mujeres, (1945), con capítulos en la Unión Soviética y otros países. La FEDIM burocratizó la lucha feminista, pero no la impidió.
La Internacional Feminista en México, la encabezan funcionarias de una sola visión. Es un intento pálido de frenar a las nuevas feministas, dentro de una corriente -esa sí- retrógrada y conservadora del borrado de las mujeres y la creación de supuestas identidades que benefician a intereses económicos y políticos del patriarcado, que reaccionó a la impresionante movilización feminista.
Cuando las vi la inauguración volví en el tiempo, oí viejos discursos de mujeres subordinadas al antiguo PRI, dieron gracias al presidente de la República, y ocultaron o no saben que la pluralidad nos permitió avanzar. Su propuesta es limitada a una agenda para apuntalar a sus jefes políticos. Me llamó la atención, como si estuviéramos en 1945, cuando hablaron del peligro del fascismo, que en fue real por el fascismo hitleriano. Entiendo. Veremos.
*Periodista. Directora del portal informativo http:/www.semmexico.mx