La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El pan y circo elevado a política pública
Promover conciertos masivos gratuitos, es algo que se agradece a la autoridad, sin duda, de no ser por esta alternativa, muchos fanáticos jamás podrían pagar por escuchar a su grupo o intérprete favorito, en un set privado.
No obstante, el hecho mismo, no puede convertirse en un logro de la administración de tal magnitud que, deba ser anunciado como si se tratara de un nuevo colector del Drenaje Profundo o la renovación de una línea del Metro.
El hacerlo así, da la sensación de que el evento se quiere vender, como un hito del gobierno, además, es ofensivo para la ciudadanía, suponer que, con un espectáculo determinado, se pueden comprar conciencias en favor de un proyecto electoral.
Así pues, resulta paradójico, que mientras el presidente López Obrador presuma que el pueblo de México, es el más ‘politizado’ del mundo, sus pupilos recurran a la vieja máxima política de los déspotas romanos que rezaba: “al pueblo pan y circo”.
Por si lo anterior no fuera suficiente, tampoco existe una política cultural definida, pues lo mismo se pretende presentar a un misógino como Bad Bunny, en contraste con otros que ya estuvieron en el zócalo, como Firme, un grupo que no se distingue por la profundidad de sus canciones y en el colmo de la contradicción, el cubano Silvio Rodríguez.
Si realmente se asumen como un movimiento trasformador de izquierda, así no es.