La historia de México ha corrido de la mano a la par de su pasado militar, si bien es cierto que las actuales fuerzas armadas surgieron de la Secretaria de Guerra y Marina que nació con el Plan de Guadalupe en 1913, no se puede dejar de lado un legado que ha sido fundamental con la conformación del México de hoy y que tiene su pistoletazo de salida con el preponderante acento castrense que caracterizó a los pueblos del México prehispánicos particularmente al pueblo mexica.
Hoy con tino, el ejército mexicano ha integrado elementos precortesianos en su vida cotidiana, lo vemos en la arquitectura que inspiró al recientemente fallecido Agustín Hernández al construir el imponente Colegio Militar de Tlalpan, al “macuahuitl” el arma recurrente de las infanterías del Anáhuac como distintivo de la Policía Militar o bien a que el ahora fusil de cargo de las tropas se denomine “Xiuhcoatl” la serpiente de fuego, el arma de Huitzilopochtli, fiero dios de la guerra.
A lo anterior se suma después de la conquista la integración de tropas novohispanas, al ejército insurgente donde no se puede no recordar el genio militar de Morelos y lugartenientes como Matamoros y Galeana. Al consumarse la independencia tras la tenacidad de Guerrero y la astucia de Iturbide, nace propiamente el ejército mexicano y hace doscientos años nuestro Colegio Militar.
El siglo XIX fue convulso y entre 1821 y el ascenso de Porfirio Díaz al poder no conocimos la paz, entre revueltas, cuartelazos, guerras civiles y extranjeras, donde se consolidó una orgullosa identidad nacional. Tras la victoria sobre la intervención, el imperio y la muerte de Juárez, Don Porfirio transformó a las tropas que vencieron en Querétaro en un ejército profesional que si bien contó con una magnifica preparación técnica, no pudo despojarse de la leva y no supo, salvo contadas excepciones, llevar a cabo el relevo generacional en sus mandos.
Este ejército que tampoco superó el derrocamiento de su caudillo firmó su sentencia de muerte con la traición al presidente Madero. A la Decena Trágica le sucedieron las cruentas jornadas de la revolución, la consolidación y profesionalización del actual ejército, que, si bien es un modelo de lealtad e institucionalidad en Iberoamérica, también es como lo mencionó recientemente Lorenzo Meyer en un coloquio de historia militar en Popotla, el garante de la existencia del estado mexicano.
Hoy las fuerzas armadas no están exentas de polémica, su participación en labores de seguridad pública y roles que usualmente no les eran asignados les han generado censura en algunos sectores de la sociedad, sin embargo, y en descargo de nuestros militares se puede afirmar que se han abierto a la sociedad, que son los primeros en llegar y asistir a la población en casos de desastre o labor social y que son tan solo después de la familia, la institución más reconocida por los mexicanos.
Como ya se mencionó, nuestra historia no se puede comprender sin la presencia de nuestros soldados y marinos, muchos de nuestros principales monumentos a pesar de estar bajo administración civil dan cuenta de ello: San Juan de Ulúa, el palacio de Santo Domingo, el convento de Churubusco, el Castillo de Chapultepec, los fuertes de Loreto, Guadalupe y Perote, así como el propio Palacio Nacional son solo algunos de los referentes más visibles.
Las fuerzas armadas se han ocupado no solo por documentar su pasado sino por robustecer la memoria histórica e identidad de los mexicanos y es aquí donde surge una magnifica red de museos y bibliotecas. En el caso de la Armada es imposible no mencionar al magnifico museo naval de Veracruz, ubicado en la antigua Escuela Naval, donde sus alumnos hicieron frente a la invasión norteamericana el 21 de abril de 1914. Con respecto a la Secretaria de la Defensa Nacional, tiene bajo su administración no solo formidables instalaciones históricas como las Haciendas de Buenavista en Cuernavaca, de la Llave en Querétaro de estilo neoclásico y afrancesado y la de Mazaquiahuac en Tlaxcala sino una red de alrededor de poco más de once museos y media docena de bibliotecas.
Entre los museos destacan el instalado en la antigua capilla de Bethlemitas en la esquina de Filomeno Mata y Tacuba en el centro histórico de la ciudad de México, el de la Caballería en el antiguo colegio militar de Popotla que ya de por si es un gran museo, el museo del Centenario en el edificio principal de la SEDENA, el museo militar en el Paseo Bravo en Puebla, el Cuartel Colorado en Guadalajara, el de la Revolución en Chihuahua, el de Cartografía en el templo de San Diego anexo al regimiento de caballería porfiriano en Tacubaya, el del ejército y fuerza aérea (MUEFA) en Calzada de Tlalpan y los museos de aviación y paleontológico en el polémico aeropuerto de Santa Lucia.
Los museos y bibliotecas del ejército se encuentran incorporados a la Dirección General de Archivo e Historia de la SEDENA, la cual al ser dirección general está bajo el mando de un general de brigada. La dirección cumple una valiosa labor doble que va de llevar el archivo administrativo de los miembros del ejército, tarea fundamental para el más sencillo tramite, a preservar por medio de antiguos documentos la memoria histórica del ejército mexicano. En sus modernas instalaciones se custodian documentos de incalculable valor histórico y la “hojas de servicio” los expedientes de los militares mexicanos de todas las épocas. La dirección cuenta no solo con historiadores e investigadores militares sino con expertos en manejo y restauración de documentos.
Tanto los expedientes de la Dirección General de Archivo e Historia como la red de museos y bibliotecas están disponibles para el público en general, en el caso de los archivos y de los museos que se encuentran dentro de instalaciones militares solo basta hacer la petición por escrito. Es importante también mencionar que la dirección es responsable de la publicación de infinidad de títulos relacionados con la historia militar de México.
A todo lo anterior hay que hacer referencia a la labor que lleva a cabo el Heroico Colegio Militar, no solo como la academia de guerra que forma a los oficiales de armas y servicios, sino ahora también a los de la Guardia Nacional. El Heroico Colegio Militar que como se ha dicho, este año cumple su bicentenario, tiene en sus instalaciones un museo que en su guion museográfico no solo relata la historia del plantel y sus históricos recintos sino lo relativo a la formación de los oficiales y su vida cotidiana.
Finalmente, y para cerrar la pinza, existe la Asociación del Colegio Militar, que nació a fines del siglo XIX para perpetuar la memoria de los cadetes que defendieron Chapultepec en 1847, hoy continua orgullosa abonando al magnifico esfuerzo de las fuerzas armadas por preservar nuestro orgulloso pasado y un genuino espíritu de identidad nacional y por supuesto dando cuenta de la invaluable labor de soldados, marinos y aviadores como custodios de nuestro rico pasado.