Yo campesino / Quién manda
• Pareciera que el poder de los militares está por encima de la ley y del ganso
*Miguel A. Rocha Valencia*
La defensa de la opacidad del actual gobierno se manifiesta lo mismo en el gasto que en las acciones y desde luego las intenciones del ganso, pero lo inocultable es que, tras todo ello, existen intereses y complicidades que sólo se puedan dar entre cárteles criminales donde todo se perdona incluyendo el robo y la corrupción, pero no las deslealtades pues todos al final, son cómplices con un jefe visible y una mano que “mece la cuna”.
Y si se observa bien, mucha de esa opacidad se da en el maridaje de dinero-corrupción donde la mano de los militares está metida hasta el fondo de la bolsa presupuestal para disponer de recursos que ni siquiera pide, pero se le otorgan, como si quien los entrega estuviera urgido de quedar bien con quienes primero despreció y ofendió y hoy tiene como la mejor alternativa para cimentar su proyecto.
De hecho, la secretaría de la Defensa Nacional recibirá en el año más de 300 mil millones de pesos vía directa del presupuesto más asignaciones administrativas de la Guardia Nacional, compra de armamento y la chequera abierta para despacharse recursos para la construcción del trenecito Maya y avanzar en el proyecto del transístmico, que, construidos bajo la administración de los verdes, quedarán bajo la administración militar. Lo de Fonatur ya es de ellos.
Lo segundo de los mencionados será el más jugoso negocio pues servirá para el anhelado traslado de mercancías costa a costa. El sueño dorado de los mercados estadunidense y asiático más allá de lo que actualmente significa el Canal para los panameños. Es el más redituable de los proyectos.
Pero eso implica el gasto de recursos en manos de militares lo mismo que el Maya y desde luego el grupo aeroportuario que les entregó el mesías tropical y que incluye el de Santa Lucía y el turístico de Tulum. El dinero saldrá del presupuesto y los negocios serán suyos.
Una chequera en blanco para los mandos militares que de ahí sacarán su independencia financiera más lo que les entreguen desde el presupuesto federal. Así, hasta yo me vuelvo “moreno”.
El gran tema no es ese empoderamiento de los militares que como ya vimos tampoco obedecen la ley, pues a pesar de que debieron acudir al Senado a rendir cuentas de lo que están haciendo, en especial la Guardia Nacional, prefirieron no asistir al llamado. Al fin, quién los puede castigar o amonestar por ello, si la mayoría de Morena que juró y perjuró que se les tendría controlados, los solapa y, mejor dicho, los obedece.
Porque los militares ya de plano no se detienen ante nada, son quienes más abusan del criticado sistema Pegasus para espiar a los mexicanos en especial a periodistas o defensores de derechos humanos, también a los que muestren alguna inconformidad con el caudillo de Tepetitán y, por ende, saben perfectamente la ubicación, actividades y manejos de los grupos criminales. Violan la ley y… ¿qué?
De hecho, desde siempre lo saben y las investigaciones de las agencias del Departamento de Estado de Estados Unidos así lo revelan incluyendo las complicidades de los mandos al más alto nivel. Incluso fue de la DEA donde salió la información para la caída del general Jesús Gutiérrez Rebollo o la persecución fallida contra Salvador Cienfuegos.
Y todo ese conocimiento no es gratis, tal vez por eso las agencias de EU no confían en los verdes y prefieren a los de blanco para sus acciones conjuntas que generalmente tienen éxito y no resultan en culiacanazos fallidos.
Incluso el hecho de que el INAI no funcione, es parte de ese cerco de opacidad y corrupción, de poco o nada sirve que la Auditoría de la Federación le marque a Sedena entrega de contratos opacos por más de 25 mil millones de pesos en el AIFA si no hay respuesta a quién se entregó ese dinero.
Bueno ni siquiera si la Suprema Corte de Justicia falla contra el decretazo de declarar de seguridad nacional todos los gastos de los proyectos presidenciales incluyendo los antes dichos, no creemos que los sedenos rindan cuentas.
El caso es que, con tantos privilegios, opacidad y la vida poltrona que les ordenó el profeta de la 4T con aquello de abrazos no balazos, los mandos militares hoy además de ser parte de la mafia en el poder, asumen una posición autónoma, dominante en el gobierno federal y la vida del país, donde no se ve quien los pueda detener llamar a cuentas y que éstos las entreguen.
No, la verdad no se ve por dónde quien mande, aunque para guardar las apariencias los uniformados sigan que el jefe máximo es presidente de la República, pero dudo mucho que en los hechos así sea.
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