Promotora del papel de la mujer en la sociedad a través de políticas públicas, difusora del legado histórico y cultural de México y de dos de los artistas más importantes, su padre Diego Rivera, y de Frida Kahlo, pero también gran cocinera, melómana, lectora, así fue recordada Guadalupe Rivera Marín en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo (MCEDRyFK).
En una mesa donde participaron las titulares de los museos Anahuacalli y Frida Kahlo-Casa Azul, Teresa Moya y Perla Lambarthe, así como la directora del MCEDRyFK, María del Sol Argüelles; Juan Pablo Gómez Morin Rivera, hijo de Rivera Marín, compartió anécdotas que la develaron de forma íntima a la también escritora y abogada.
En el contexto, las titulares anunciaron una serie de actividades que tendrán lugar durante este año para homenajear a la promotora cultural, entre ellas la exposición Sonidos del estudio, en el MCEDRyFK, tres conferencias, así como un festival de cocina en el Anahuacalli, el cual se llamará: La cocina de Lupe, inspirado en su libro Las fiestas de Frida y Diego.
Durante la charla nocturna, Gómez Morin Rivera recordó que fue su abuelo, Diego Rivera, quien impulsó a su madre a estudiar una carrera universitaria. Sin embargo, para el muralista las cosas no tomarían el rumbo que deseaba: “Mi abuelo quería que mi madre estudiara antropología para que pudiera cuidar de su colección de piezas prehispánicas, la cual ya era muy amplia para entonces.
“Él la llevó a inscribir a la Escuela Nacional de Antropología cuando estaba a un costado de Palacio Nacional. Sin embargo, después de un mes, ella se salió para ir a inscribirse a la Escuela de Derecho de la UNAM, que estaba cerca. A los tres meses mi abuelo se enteró y fue uno de los tantos conflictos que tuvieron”.
Rememoró que su madre fue parte de Nacional Financiera y de la Secretaría del Trabajo, cuando inició su militancia en el Partido Popular Socialista (PPS). Sin embargo, en 1957, se unió al Partido Revolucionario Institucional (PRI), como parte del equipo de campaña de Adolfo López Mateos, lo cual le trajo conflictos con el pintor. Por un lado, rechazó que se involucrara en la política y, por otro lado, que militara en el PRI, contrario a su militancia comunista: “Si te vas a dedicar a la política, manéjate con rectitud, fue la petición del artista”.
Además de su carrera política, se adentró en los intereses de Rivera Marín, entre ellos la historia y la arqueología, heredados de su padre; y el psicoanálisis, por influencia de Frida Kahlo; así como por la literatura policiaca y científica, con autores como Agatha Christie o Isaac Asimov; por temas sobre el esoterismo, la música y la comida.
En su intervención, Teresa Moya subrayó que la abogada “destacó por su humanidad y por su deseo de enaltecer a México, cosa que heredó de Diego Rivera. A través de su historia no solo podemos aprender de sus padres, figuras claves para el México moderno, sino comprender, apreciar y homenajear las grandes aportaciones que dio en vida.
“Picos, como le decía el muralista, creció entre libros de arte, arqueología e historia”, dijo, y agregó que más allá de ser relacionada con sus padres “ella se propuso sobresalir por sus propios medios e ideología a través de su incursión en la política”.
“Presidenta de la Fundación Diego Rivera hasta su deceso. La recordamos como una mujer crucial para el recuento de la política, conservación artística y labor altruista en la sociedad contemporánea. Mujer que trabajó dentro de la educación, la cultura y el arte en México”.
Por su parte, Perla Labarthe recordó que Rivera Marín no solo fue testigo, sino que, con gran generosidad compartía sus anécdotas junto a los dos artistas: “Sus anécdotas en la Casa Azul nos confirman a una Frida alegre, llena de vida y que disfrutaba de las fiestas.
“Ella nos confirmó que el interés de Frida por lo mexicano no fue adquirido por Diego, sino por su madre, y la predilección por la lectura de su padre”, por lo cual conformó un acervo de más de 2 mil 700 libros que hoy resguardamos.
“Nos contó que Frida la motivó no solo a leer a Freud, sino compartió la literatura de (Ernest) Hemingway, (Edgar Allan) Poe, (Thomas) Mann, (Walt) Whitman, así como el libro de gastronomía que perteneció a Matilde Calderón, madre de Frida, el cual conservó. Lupe recordó a la Casa Azul con grandes cazuelas sobre el fogón y flores traídas del mercado”.
Asimismo, coincidieron que el trabajo de Rivera Marín frente al Fideicomiso de Diego Rivera fue generador de múltiples exposiciones e investigaciones que permitieron conocer de forma íntima la vida de ambos pintores.
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