* Entendámoslo, AMLO mudo se convertiría en nada de lo que ha sido hasta hoy. Es en esta idea que los medios y las redes sociales y ahora la IA son los amplificadores de su voluntad. No la oposición, no la mafia del poder, no los periodistas que lo “calumnian”, sino esos comerciantes de la información. Y así continuará porque nadie se atreve a gritarle “¡ya cállate chachalaca!”. Supo que debía apagar la voz de Vicente Fox, y a pesar de dejarlo mudo, sólo llegó al tercer intento
Gregorio Ortega Molina
No hemos querido aceptar que sabemos origen y destino del auténtico e inmenso poder de Andrés Manuel López Obrador. Todo está en la palabra. El concepto es bíblico. Lo anunció Juan 1:1-14 “En el principio ya existía la Palabra; y la Palabra estaba junto a Dios y era Dios. Ya en el principio estaba junto a Dios. Todo fue hecho por medio de ella …”.
Es posible, aunque no probable, que el actual presidente de México haya quedado sembrado en Tabasco por esos evangélicos, o cuáqueros o pastores que estuvieron durante los cursos lingüísticos de verano. Su tarea fue encomendada a estos predicadores por el poder político de Estados Unidos, y no por la capacidad de convocatoria y seducción de las diversas sectas cristianas.
Entendámoslo, AMLO mudo se convertiría en nada de lo que ha sido hasta hoy. Es en esta idea que los medios y las redes sociales y ahora la IA son los amplificadores de su voluntad. No la oposición, no la mafia del poder, no los periodistas que lo “calumnian”, sino esos comerciantes de la información. Y así continuará porque nadie se atreve a gritarle “¡ya cállate chachalaca!”. Supo que debía apagar la voz de Vicente Fox, y a pesar de dejarlo mudo, sólo llegó al tercer intento.
Lo cierto es que hoy el poder de la palabra del presidente de la República es letal. No hiere, no dispara. Difama, favorece el sarcasmo y produce la letalidad que nada más se logra con la muerte civil y la implosión de las familias. Cónyuges, hijos, padres, todos se ven con desconfianza una vez que son ventaneados en las conferencias mañaneras.
Lo ocurrido es una derivación de la propuesta de Robert Lansing, secretario de Estado de Woodrow Wilson, formulada el 5 de febrero de 1920. La aportación es de Gastón García Cantú: “México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente… debemos abrir a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano… Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”.
Así sucedió, porque los “pastores evangélicos” ganaron la partida a los políticos estadounidenses, y formaron a su imagen y semejanza a Andrés Manuel López Obrador. Repito, es posible, pero no probable. Los resultados hablan por ellos mismos.
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