Horizonte de los eventos
“¿Por qué esa abstención? ¿Y por qué esa elección?” El par de acertijos que señalé en mi columna anterior, necesarios para reconsiderar urgentemente nuestra política educativa y la evidencia de su desviación. Que deje de ser botín sexenal de líderes estamentales, de estar al servicio de la riqueza espuria y de las pretensiones suspirantes presidencialistas, la manipulación inética y social, convertida en “el delirio del pueblo que goza de su inconsciencia.”
Un primer gran acuerdo de todos los políticos del país, debe ser el impulsar un sistema educativo capaz de engrandecer los valores del pueblo mexicano, de una forma didáctica, metodológica, científica, igualitaria ¡vaya! Como bien la define ¡todavía! el artículo 3º. Constitucional.
¿Pero cómo lograrlo con una clase política que ambiciona el Poder inmediato, con una visión de futuro tendiente a cero? Ese es el gran reto.
Hace 45 años, al cursar primaria, se elogiaba el “milagro japonés” y los niños sabíamos que ello fue posible gracias a que aquel gobierno y su población, privilegiaron la educación ¡Ya lo sabíamos! Creímos que en México, las generaciones siguientes serían mejor educadas que nosotros -que el país florecería-, no lo fueron. Por el contrario: paralelo al detrimento de nuestro sistema educativo, el país se ha hundido con él, en las tablas comparativas mundiales, en todos los rubros. Salvo algún destello eventual, en algún indicador, nuestra constante es comparable con los países más atrasados, desestructurados por la ignorancia, el robo, la rapiña, el saqueo, la guerra y la avaricia de unos cuantos.
Vuelvo a la cuestionable historia del pueblo sabio y su manifestación del EDOMEX. En esta ocasión me referiré a “su” elección en los comicios pasados, por ser concluyente del proceso de desmantelamiento de nuestro sistema educativo y de los antivalores que privilegia nuestro pueblo, consecuentemente. Ya que allí se votó mayoritariamente a una ex secretaria de Educación: responsable y beneficiaria ¡Qué sistema!
Hacia 1989 se anunció la transferencia de los recursos educativos a las entidades federativas: el final de la Descentralización Educativa y ella debía pasar sobre el líder nacional del SNTE, quien cobraba las cuotas del sindicato más grande de América Latina y que al transferirse los recursos a los estados (teóricamente), estas serían entregadas a los líderes seccionales, en los estados, quienes difícilmente las enviarían a su dirigente central, por lo que estaba en franca oposición. Jongitud fue un monstruo más de los que hizo el sistema priista, que encumbró y robusteció sin fin de personajes y que después, les temía. Bartlett, titular del Palacio de República de Argentina (sede de la SEP), explicó esto a Carlos Salinas, quien autorizó “¡Chíngueselo!”
Sintetizaré de Carlos Jongitud Barrios, que fue un cacique magisterial cuyo liderazgo no se distinguió por coincidir con ninguna de las virtudes de los grandes educadores mexicanos, fue sustituido por Elba Esther, para mayor abundamiento en el detrimento educativo -y posteriormente, de la escena política nacional.
Dicho relevo en el SNTE, permitió concretar la Descentralización Educativa, de su largo proceso iniciado por Fernando Solana, en tiempos de D. Pepe. Que consistió en transferir los recursos a los estados.
¿Y qué hicieron los gobernadores con esos cuantiosos recursos? Las nóminas magisteriales superaban 10 o más veces la de los gobiernos de los estados: 10% para nómina, 40% para publicidad y el resto ¡se lo clavaban! O se lo clavan todavía.
En los hechos, la Descentralización terminó por degradar el nivel de calidad del servicio educativo al pueblo.
El triunfo de Morena en EDOMEX, sólo confirma mis desdichadas afirmaciones. El 4 de junio, en una gráfica, retrató testimonialmente todo el proceso lamentable de la educación pública mexicana, al elegir a quien acaba de dejar el escritorio de Vasconcelos… Primero se le sienta en el escritorio de Vasconcelos, y luego, se le elige gobernadora de uno de los estados más importantes del país, a una profesora sin mérito mayor, que robar a sus empleados.
¡No salgo de mi azoro! Luego de los escandalosos abusos cometidos cuando alcaldesa de Texcoco ¡La tierra del Rey Poeta! Dígame usted ¡Quiénes administran su reino! Una maestra que debería sembrar en los residentes el anhelo de ser sabios como su antiguo y noble ejemplo. Pues no, quieren ser como ella y como quienes la apoyan. Y así la votaron, para que les dé chamba y les quite el 20% de su salario. Y ellos, a su vez, a sus subordinados, claro ¿Cómo es posible así, ser un pueblo sabio? Pero sobre todo ¿a dónde nos llevará?
Pues los llamados y reconocidos socialmente, “pensantes”, así como los críticos, quienes pregonan la responsabilidad de la actual administración del país, en el agravamiento de las patologías que nos aquejan, y de otras nuevas, incluso más letales, su inadmisibilidad, la necesidad de pararlo y bla bla blá ¡no salieron a votar!
No hablo del pueblo analfabeta, también endémico y congénitamente desnutrido, cuyas famélicas neuronas son caldo de cultivo propicio para fáciles delirios colectivos dirigidos: no hablo de ellos ni de quienes impulsan tales candidaturas ¡No! Hablo de los entendidos que no entiendo -esa, nuestra sociología del pensamiento-, sino por lo que he señalado: No somos un pueblo sabio, pero para nada. Y sería muy honesto, que cada uno de los mexicanos, personalísimamente, empezáramos por ahí, si queremos un país mejor. Si creemos que merecemos un mejor gobierno ¡aunque sea bueno el actual! ¡Siempre uno mejor! Democracia y no demagogia: Por dejar de mentirnos complacientemente, por ahí debemos empezar.
NO PODEMOS SER UN PUEBLO SABIO CUANDO NUESTROS PENSADORES Y CRÍTICOS NO SE ATREVEN A VOTAR Y NUESTRO PUEBLO POLÍTICO, EL QUE VOTA, LO HACE PRIVILEGIANDO VALORES DELINCUENCIALES, VERGONZANTES E INÚTILES PARA LOS PROPÓSITOS FUNDAMENTALES DE LA NACIÓN Y NUESTRO MUNDO.