* Lo que hoy queda de esos tres entes parapléjicos llamados partidos de oposición, sólo entusiasman a los que se sirven con la cuchara grande las sobras de las prerrogativas, y por la garantía de impunidad que obtienen con los puestos de elección
Gregorio Ortega Molina
Los organismos políticos que fueron derrotados en la contienda electoral del Estado de México, son los mismos que corren al fracaso en 2024. No aceptan que su oferta política, ideológica y social dejó de responder a lo que requiere México para reencontrarse con la idea de patria, el sentido de pertenencia y, sí, un proyecto de nación. No lo hay desde que decidieron que con parchar el original y surgido de la Revolución, bastaba.
La República, tal como la deformaron, hoy es una entelequia. El PRI, con sus sucesivas transformaciones, debió tomar la iniciativa de reinventarse una vez que se desmembró con la Corriente Democrática, y el Frente Democrático Nacional propició que el sistema se callara y se cayera.
Salinas de Gortari tuvo las agallas y la inteligencia suficientes para reinventarlo por 12 años más, con el supuesto de que existe un nacionalismo revolucionario, conceptuado desde la urgencia y exigencia geopolítica del neoliberalismo. Pero cometieron el error de continuar corrompiéndose, en la apuesta a la impunidad, y la defensa del hermano incómodo.
Sólo hay que constatar en lo que se convirtió Acción Nacional durante la mesa de “diálogo, o negociación, o claudicación” sostenida en Palacio Nacional, para garantizarle un gobierno terso a Carlos Salinas de Gortari. El resultado son doce años de un continuo fracaso (2000-2012) y el resquebrajamiento ideológico de lo que originalmente propuso Manuel Gómez Morin. El neopanismo está personificado en Marko Cortés.
El PRD nació maltrecho, desde el momento en que su líder moral y abanderado del Frente Democrático Nacional en 1988, corrió a ceder en lo oscurito a las pretensiones de Carlos Salinas de Gortari. El pretexto es loable, pero falso: evitar el derramamiento de sangre. ¿Y toda la vertida desde el asesinato de Francisco Javier Ovando y Román Gil Heráldez? Esa nunca contó en el ánimo del ingeniero.
Lo que hoy queda de esos tres entes parapléjicos llamados partidos de oposición, sólo entusiasman a los que se sirven con la cuchara grande las sobras de las prerrogativas, y por la garantía de impunidad que obtienen con los puestos de elección.
Fueron incapaces de refundarse, aunque leo en redes sociales que el único en hacerlo fue el PNR-PRM-PRI y hoy MORENA, con su cuarta transformación.
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