La curadora Lena Solà Nogué ofreció una charla en el Museo Tamayo acerca de los paralelismos entre la obra del artista catalán Antoni Tàpies y el oaxaqueño Rufino Tamayo, centrados en la creación de espacios expositivos, como sus respectivas fundaciones y museos, dedicados al arte contemporáneo.
La disertación tuvo como fondo la Gran pintura con lápiz, una de las seis obras de Tàpies, pieza en la que predominan los tonos grises y ocres, adquirida en 1966 y que forma parte de la colección del Museo Tamayo.
Esta obra es un claro ejemplo de la concepción que Tàpies tenía de la pintura: “Lo que intento es crear imágenes que lleven al espectador a considerar la realidad de un modo más contemplativo”, afirmaba el artista catalán.
El subdirector de Colecciones del Museo Tamayo del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), Juan Carlos Pereda, quien también estuvo en la sesión, recordó a manera de anécdota su asistencia a una retrospectiva de Tàpies en Barcelona, cuando aún vivía el pintor.
En aquella ocasión le preguntó respecto de la pieza Gran pintura con lápiz, por qué siendo un cuadro tan bello, tan autorreferencial de su trayectoria, no estaba firmado por el autor.
“Al día siguiente pidió a su estudio que le llevaran pintura y lo firmó en la parte trasera, porque no quería alterar la composición del cuadro”, comentó Pereda, respecto a esta singular firma que los asistentes a la charla pudieron apreciar.
Al referirse a las similitudes vitales entre Rufino y Antoni, Lena Solá destacó que ambos crearon sus respectivas fundaciones y museos para albergar sus acervos y colecciones, pero también para exhibir arte contemporáneo a través de exposiciones temporales.
“Los dos trabajaron con los arquitectos más reconocidos de las principales ciudades. Tamayo con Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, quienes hicieron una buena planeación.
En Barcelona, Tàpies decidió recuperar una fábrica modernista, a cargo de Lluís Domènech i Montaner, arquitecto español que destacó por sus obras edificadas de estilo modernista catalán, comentó la investigadora.
Añadió que tanto Rufino Tamayo como Antoni Tàpies crearon dos oasis artísticos en dos grandes ciudades, como Barcelona y la Ciudad de México. “La decisión de construir el museo en medio del bosque, pero en una zona céntrica, fue una decisión muy importante para Tamayo, con el fin de que fuera un lugar al que muchas personas pudieran acceder.
“Tàpies también lo pensó de esa manera, quería estar en el centro de Barcelona, en una calle que cruza la urbe, donde a pesar del tránsito, entras a un pequeño oasis, y aquí en el Museo Tamayo tengo la misma sensación, de entrar a un lugar de paz, de concentración, ameno, agradable, adecuado a la escala humana”, concluyó Solá.
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