PETICIÓN DE PRINCIPIO, es como conoce la literatura especializada de la lógica, aquel planteamiento, que antes de empezar a analizar el problema, da por cierta ya, la conclusión a la que llegará. Este vicio del razonamiento, y de la filosofía en general, es también conocido como “círculo vicioso del razonamiento” y no es razonamiento, sino girar alrededor de uno mismo. Se estudia dentro de la Teoría de las Falacias, desde Aristóteles, pues es una de ellas.
El temor a perder no es cosa del político que aspira a la Presidencia. El no jugarse el resto por temor a la derrota, es cosa de juniors y del mercado electoral -no de líderes. No hay vocación ni aspiración verdadera, eso define al que declina. También, que no esté listo -y prudentemente siga a Sun T’zu: “No librar la batalla que no se ha de ganar.”
Aspiraciones que no pasan de ocurrencia: meros caprichos que se creyeron, que no distinguen a las opositoras que renunciaron, de la abanderada presidencial, salvo que ésta tiene todo el respaldo del Poder y aquellas, no. Sus biografías han agotado su rendimiento: No basta gritonear y señalar al presidente -es valiente, pero insuficiente. Tampoco apellidarse Ruiz Massieu Salinas de Gortari, para encabezar la defensa del neoliberalismo, frente a AMLO, no basta, pero para nada -y ni su tío, ni su familia paterna la apoyan, para acabar pronto.
El peso específico del presidente constituye la principal limitación de la oposición en su conjunto, así como de los ciudadanos de prestigio -que no líderes de las OSC-, simpatizantes del FAO: la vida del presidente, evidencia su entrega apostólica para ser presidente e institucionalizar su proyecto de nación ¡Ese es su mayor Poder! y esa, es su mayor fuerza: Relevarlo exige otro hombre, capaz de entregar lo mismo y con más fuerza.
El FAO, ni tiene ese hombre, ni ha dado cuenta del sistema de armado del Frente, sigue principios que se han demostrado incapaces de la hazaña. La integración del Frente “ciudadano”, siguió los criterios con que los PP forjan las coaliciones: la selección de candidatos, el reparto del Poder y eso no incorporará a la sociedad civil ni garantiza candidatos de suficiente enjundia, que logren despertar y congregar el voto de la ciudadanía abstencionista, menos de la morenista. En cambio, genera decepción entre los militantes de los PP, obligados a ceder candidaturas, largamente ansiadas y esperadas, que con toda su militancia activa, les han negado.
Sin perjuicio que la experiencia de Meade, candidato externo, apartidista y supuestamente ciudadano, claramente fue un fracaso -previsible.
Esa es la petición de principio, que inercialmente lleva a PP y notables ciudadanos, a repartir y pelear celosamente candidaturas inexistentes y sin estructuras electorales que respalden el triunfo.
Si quiere ganar la oposición, requiere estructura, no nombres notables ni caras bonitas, por más reconocidos que sean de la sociedad civil, pues ellos mismos no convocan a votar a la ciudadanía, menos a la organizada. E ideólogos capaces de elaborar propuestas geniales, que motiven el interés del escéptico electorado: abstencionistas e indecisos, incluso “morenos”: a cada segmento, un producto.
Y una personalidad que transmita una convicción y vocación por llegar a la Presidencia, mayor que la de López Obrador. Si la pretensión es que un candidato, o candidata, gane en las urnas al de la 4T, debe ser un aspirante que quiera más la Presidencia que el presidente. Como el león joven que destrona al Rey viejo, lo despoja de la manada y lo destierra. Ni más ni menos.
Claramente, la oposición no está buscando -ni “haciendo”- a ese líder. Tampoco está resuelta a ceder cuotas, ni perfiles ni memoria, en favor de tan inverosímil candidato(a), ni por ganar la Presidencia ni por cerrarle el paso al Preciso. O sea, el Frente carece de la solidez y versatilidad del movimiento estamental en el Poder.
La otra vía, exige abrir la mente para buscar fórmulas electorales que no han existido, apropiadas para los escenarios inéditos que atestiguamos. Seguir las mismas estrategias, no logrará resultados diferentes.
Allí aparece la sociedad civil organizada y sus organizaciones de la sociedad civil (OSC), que nada tienen qué ver con ciudadanos notables de moral solvente.
No, las OSC son gente de lucha cotidiana, de horarios extras, de meterle de la bolsa, que trabajan honoríficamente con gente igualmente convencida.
Que no tienen tiempo para enmarcarse como ciudadanos de prestigio ¡No! Ganan reconocimiento entre el ejército de la ciudadanía organizada, por el ejemplo de su voluntariado. Logrando sostener la existencia de su fundación y luego de lustros, de persistencia y constancia, la comunidad percibe el reflejo de su empeño, su aportación social y el mejoramiento del objeto, propósito de su organización.
Y allí sí está la SCO (Sociedad Civil Organizada), pero con ella hay que comprometerse y no con candidaturas. Créanme, sólo así, pero así, el movimiento realmente es significativo. Sobre las rodillas puedo aventurar, que de iniciar un programa ahora mismo, podría motivarse la participación electoral de más de un 15% del Padrón Electoral, del sector abstencionista, con lo que triunfaría el Frente Opositor.
Pero no tienen idea de sumar del descontento -porque en el fondo, cómodos, realmente no están insatisfechos-, no lo ven, ni lo reconocen. Por ejemplo, ha habido 30 poderosos y desquiciantes bloqueos en la ciudad de México, las 72 horas pasadas ¡Por qué no está el Frente allí, haciendo el directorio de los ciudadanos inconformes y ya en la calle! ¡Allí debería estar, capacitándolos y organizándolos!
Pero primero el pastel: están ocupados por las candidaturas, no por la estructura, no por la Plataforma. Convencidos que están bien, que todo volverá al estado anterior y renuentes a aceptar que el juego ya cambió, continúan con la misma forma y con la misma estrategia, sin advertir que es la utilizada siempre y que desde el 2018 los ha derrotado a todos en conjunto y sorprendido tres veces -y cada día, “el contendiente”, sorprende más. Y esta vez, tampoco alcanzará.
Me parece el aprender a través del “ab absurdo” y me niego a creer que no lo ven, que la oposición no lo ha registrado, luego de perder todo el país. Y me niego a creer, que lo hagan a propósito y vuelve a mí la duda: ¿Será involuntario? Porque le están asegurando una victoria a AMLO, sólo comparable a la de José López Portillo.