La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
En política los consentidos se convierten en sin sentido
El presidente López Obrador, repite sin pausa, que el pueblo mexicano es el más politizado del mundo, a ciencia cierta, ignoramos si alcanza tal rango, sin embargo, lo seguro, es que la ciudadanía no es tonta y no hablamos del nivel de estudios, sino, de sentido común.
En este contexto, todo mundo tiene claro (menos la aludida), que Claudia Sheinbaum es la favorita del tabasqueño para convertirse en la candidata presidencial, además, también perciben que, Adán Augusto López, es un personaje totalmente AMLO.
Así pues, de las ‘corcholatas’ con posibilidades reales, Marcelo Ebrard, el caballo negro, se desenvuelve con mayor autonomía intelectual, resultado de una carrera política lograda ‘a pulmón’, ya que, si en su momento fue arropado por Manuel Camacho, en un punto determinado rompió, por su evolución profesional, el ‘cordón umbilical’ que lo vinculaba con el otrora regente.
Justamente, por ser el convidado de piedra, Ebrard enfrenta un doble juego, veamos.
Por un lado, es rechazado por el sector ultra de la 4T, los chairos de sangre azul lo alucinan por su pasado priista (circunstancia que le perdonan a YSQ) y, su patrón, no confía del todo en él, debido a que presiente, con razonable lógica, que Marcelo, de llegar a la silla del águila, frustraría cualquier intentona por establecer un maximato tropical.
Pero, para solaz del ex canciller, eso le suma puntos entre el electorado, porque lo identifican como el jugador que tiene al árbitro en contra, lo cual le permite desenvolverse con soltura, en virtud de que no tiene que quedar bien con el establishment morenista. Claro está, no es suicida, pero tiene un interesante margen de independencia discursiva.
En términos prácticos, Marcelo es el outsider de la elite gobernante y lo sabe, no obstante, al final del día, se (lo) puede convertir en ventaja.