Día Hábil
Alejandro Joaquín Martí García vivió los últimos años de su vida entregado a la lucha por un México sin violencia.
Sin secuestros, sin crimen organizado, sin narcotráfico, sin delincuentes.
No lo logró.
Ayer murió a los 73 años de edad.
Ya está con su hijo.
El 21 de agosto de 2008 jamás será olvidado, porque ese día, en una reunión del consejo de seguridad, el dueño de Deportes Martí y los deportivos Sport City, entre otras empresas, exigió ante el hoy preso en Estados Unidos Genaro García Luna, entonces secretario de Seguridad del gobierno de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, justicia.
El fin de la impunidad, del valemadrismo, del descaro, del cinismo y de la estupidez de los funcionarios.
– Señores, si piensan que la vara es muy alta, si piensan que es imposible hacerlo, si no pueden, renuncien, dijo mientras los asistentes se miraban sorprendidos.
Su hijo, Fernando Martí Haik, fue encontrado asesinado en la cajuela de un auto. Había sido secuestrado y pese a que pagó el rescate –seis millones de dólares- que le exigían los plagiarios lo mataron.
Tenía apenas 14 años de edad y sumaba 53 días cautivo.
Desde ese momento, la vida de Alejandro Martí no fue la misma. Vendió sus empresas a Alfredo Harp Helú, también secuestrado, pero en 1994, creó el organismo México SOS y se dedicó a luchar por la justicia y un país mejor.
No lo consiguió, porque en los gobiernos de Felipe Calderón Hinojosa, de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador el crimen, la violencia y el narcotráfico no sólo se mantuvieron sino que crecieron impune e impresionantemente.
El sexenio de Calderón terminó con 121 mil asesinatos, el de Peña con 156 mil y el de López lo hará, a este ritmo bajo el cual suma ya 162 mil ejecutados cuando aún le quedan trece meses, 200 mil.
Y no pudieron ni renunciaron.
Martí García tuvo que presionar y pagar investigadores privados para dar con la banda de Los Petriciolet, responsable del secuestro y asesinato de Fernando.
En el gobierno capitalino estaba Marcelo Ebrard Casaubon, hoy precandidato de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), luego del sexenio de su amigo López Obrador.
EL CASO SILVIA VARGAS
Ese secuestro se sumó al de Silvia Vargas Escalera, hija de Nelson Vargas Basañez, dueño de las escuelas de natación y clubes deportivos Acuática Nelson Vargas.
La Ciudad de México venía de un sexenio con Andrés Manuel como jefe de gobierno, durante el cual, en 2003, se dio la mayor marcha contra la delincuencia de que se tenga memoria.
Él, como ahora, descalificó el movimiento y dijo que fue organizado y encabezado por fifiís.
Por su hija, quien fuera titular de la Comisión Nacional del Deporte (Conade) en el sexenio de Vicente Fox Quesada, tuvo que hacer de todo y también pagar investigadores privados. Y eso que fue apoyado desde Presidencia.
Así, comenzó a reunir información mientras Genaro García Luna sólo le decía que estaban investigando, pero que no había nada. Que tuviera paciencia.
En una ocasión, en sus oficinas del sur de la Ciudad de México, Nelson Vargas me confió cómo tuvo que enviar a sus otros hijos a vivir en el extranjero, porque tenía miedo de que le secuestraran a uno.
Incluso, que la casa de Luis Videgaray, secretario de Hacienda de Enrique Peña Nieto, en Malinalco, esa que supuestamente compró a Juan Armando Hinojosa Cantú con tasa de interés preferencial y en pagos chiquitos para pagar menos, era suya.
Sí, suya. Y la vendió a Hinojosa Cantú porque a su hija Silvia le encantaba ir ahí de descanso y recordarlo le lastimaba.
-¿Eso es no tener nada? ¡Eso es no tener madre!, dijo Vargas Basáñez al gobierno de México en una conferencia de prensa en la que manifestó su inconformidad porque las indagatorias no avanzaban y, mucho menos, aportaban nada.
Su hija fue encontrada enterrada en el patio trasero de una casa en Tlalpan, quince meses después del secuestro ocurrido en 2007. Uno de los detenidos en el lugar dijo que la anestesiaron para poder amputarle un dedo y enviarlo a su padre.
La joven tenía 18 años de edad el 10 de septiembre de ese año, cuando fue plagiada por la banda Los Rojos, encabezada por los hermanos Raúl, Cándido, Manuel y Óscar Ortiz González, éste chofer de la familia Vargas Escalera por dos años.
En 2021, quince años después del caso, Óscar fue sentenciado a 49 años de cárcel, aunque jamás quedó claro si fue por el secuestro de Silvia o por otros en los que se le implicó.
Alejandro Martí y Nelson Vargas se suman a Javier Sicilia, escritor, poeta y periodista, quien perdió a su hijo, Juan Francisco Sicilia, asesinado en Temixco, Morelos, en 2011 junto a seis jóvenes.
Y la lista es interminable.
Isabel Miranda; los hermanos LeBarón; Luisa María Dávila; Marisela Escobedo; Hipólito Mora; José Manuel Mireles, y más.
Es el México violento, el México de los abrazos, no balazos de hoy.
Y quedan trece meses de este lúgubre sexenio.
Vámonos: El revés que sufrió la izquierda en España es claro ejemplo de cómo los ciudadanos se hartan de populismo y de ocurrencias.
Andrés Manuel, que toda la vida ha criticado a España por vender espejitos a México y que hasta le exigió disculparse por por su actitud de conquistador quinientos años después, ayer, como acostumbra, lo olvidó y felicitó –mintiendo- a los españoles por no haber dejado avanzar a la derecha.
Sí, claro, nada más ganó.
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