La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
En política, la duda hamletiana es la negación del objetivo que se persigue
Dentro del proceso interno de MORENA, Marcelo Ebrard, es el adversario más sólido de la ‘corcholata’ favorita (por favor, no se lo digan a nadie, porque, oficialmente, el mecanismo es imparcial), por dos razones: tiene mayor experiencia profesional y, además, será difícil ‘plancharlo’, si demuestra que hay mano tropical.
En este orden de ideas, Ebrard y su equipo, están ocupados en llevar un registro de las presuntas tropelías que se cometen en la competencia, a saber: gastos exorbitantes, espectaculares ad nauseam, acarreados, cargada y un largo etcétera de actividades, que tienen un efecto corruptor en la contienda.
Sin embargo, el asunto de fondo, es saber hasta dónde, el ex canciller, estaría dispuesto a estirar la liga, es decir, no sólo ser radical en el discurso, sino, en los hechos.
Queda claro, que si al final del día, los astros se alinean en su favor, cualquier prueba de irregularidades será destruida o archivada, pero, en caso contrario ¿estaría Marcelo en la tesitura de provocar una ruptura en la 4T?
Es complicado responder, lo cierto, en todo caso, es que Ebrard debe manejarse con cautela, sobre todo, en sus expresiones verbales (el blofeo no impresiona a YSQ), ya que, sí las circunstancias no le son propicias, será objeto de presiones en todos sentidos, por lo que, de no cumplir con las expectativas, se quedará sin candidatura y con el repudio de buena parte de sus seguidores. Lo que le ocurrió a Camacho en 1994, le debe servir de ejemplo.
Hablar compromete, hablar de más, nos mete en un berenjenal.