Victor Roccas.
Por años, décadas incluso, me ha interesado encontrar una respuesta al porqué de determinadas condiciones sociales que amenazan a cada individuo, a cada familia, a cada grupo, a cada comunidad, a cada país y en resumen a este mundo.
Para ello es necesario entender que a través de la historia de la humanidad las experiencias acumuladas de la sociedad se han visto constantemente comprometidas primordialmente por enfermedades, guerras, hambre y muerte, que se ejemplifican correctamente como los 4 jinetes del Apocalipsis en la doctrina cristiana.
Importante aclarar que las guerras son causa del hombre promulgadas a veces por honor, amor, odio, venganza, fortuna, estrategia o disuasión pero que finalmente ocultan siempre un interés por el poder, al igual que muchas enfermedades derivadas de la expansión humana, adaptación a entornos extremos pero también generadas y usadas como instrumentos bélicos, hoy incluso creadas como armas, medios de control social y demográfico e igualmente como extraordinaria fuente de ingresos, el hambre igualmente es un factor determinado y procurado por la misma humanidad que en pleno siglo XXI, y aún con un supuesto desarrollo tecnológico pináculo de la capacidad intelectual humana, no ha logrado abatirse manteniendo en la hambruna y miseria a miles de millones para condicionar políticas de influencia o gobiernos afines, respecto a la muerte es sin duda alguna el resultado inequívoco natural de cada ser humano pero igualmente el instrumento de amenaza más antiguo y poderoso, es la encarnación del miedo, ese temor ancestral a lo desconocido aprovechado para imponer y detentar el poder.
Además se debe entender que en gran medida tales condiciones se han precipitado por la naturaleza ambiciosa del hombre agravada por la característica gregaria, que es también una propiedad más de la naturaleza humana, igualmente debemos tener en cuenta la curiosidad, la depredación, la genética, la fisiología, la anatomía, la reproducción, el razonamiento, la consciencia, la sexualidad, la adaptabilidad y otras propiedades de una naturaleza humana que no se pueden negar y que definitivamente emerge como base del comportamiento individual antes que la capacidad y necesidad del hombre por formarse y desarrollarse en un sentido social aderezado siempre con la invención de un toque metafísico de divinidad (religiosidad) que le ha empoderado pero igualmente le esclaviza al evadir la realidad con verdades subjetivas.
Así pues para un escribidor la naturaleza del hombre existe acorde a su entorno, necesidades y evolución social, pero principalmente por su evolución genética y natural pues negarla podría equipararse con la negación de la naturaleza de un lobo, un chimpancé, un oso, un delfín, una hormiga, una abeja o un pulpo sólo por el hecho de pertenecer a especies con un grado de socialización determinado sin entender primero su naturaleza. Lo anterior es más claro para el caso de un perro, sin dudad la actitud, la inteligencia, incluso la personalidad de cada raza es definida como resultado de una genética manipulada y conducida a la generación de ciertas características de comportamiento mediante eugenesia y crianza, pero no se puede evadir el hecho de que cualquier perro es en esencia y por naturaleza un lobo, domesticado sin duda pero instintivamente un lobo y quienes hemos convivido con perros incluso adoptándoles como parte fundamental de nuestro entorno familiar conocemos de sobra esas características donde el instinto e inteligencia del lobo brillan constantemente en nuestros perros, como igualmente sucede con los casos de gatos, los cerdos, etc.
Por tanto lo más interesante hasta el momento es advertir que muchas de las calamidades que el hombre moderno y sociedades actuales padecen son generadas por la característica depredatoria natural del hombre dirigida hacia su entorno y otros seres humanos como presas, o como he descrito en otras ocasiones, como ganado.
Pero es la naturaleza intelectual y de razonamiento sin duda las características que más daño han causado al propio ser humano y a su entorno pues parece estás jamás se acompañan de una consciencia plena sino de una arrogancia extrema.
Es importante aclarar que esta condición no es novedosa, existen pruebas de tal estrategia ya hace miles de años que coincidentemente calza con el desarrollo de la agricultura, fruto de la curiosidad y razonamiento natural del ser humano, hace ya aproximadamente 20,000 años implementado luego por grupos sociales de humanos. Y utilizo la palabra coincidentemente pues es justamente la aparición y desarrollo de la agricultura lo que permite a los cazadores de cada grupo adaptarse y girar su naturaleza depredadora como liderazgo hacia los ahora nuevos proveedores de una comuna.
Lo anterior permitió a esos liderazgos tiempo suficiente para crear un dominio a base de estatus social ya no del cazador y sus habilidades hacia presas de otras especies sino de control y depredación hacia sus ahora subordinados lo cual trajo de la mano la creación de los cuatro principales órdenes jerárquicos de prácticamente todas la sociedades y civilizaciones humanas; la casta dominante, la casta guerrera, la casta sacerdotal y al final la casta de agricultores, otras castas posteriores evolucionaron como recaudadores, comerciantes, mercaderes, educadores, artesanos, obreros, legisladores, propagandistas, etc… Fue el inicio de la diferencia de clases y su lucha.
En el antiguo imperio mexica se consideraban 2 clases principales; los pillis (clase dominante o noble) y los macehuales (clase gobernada o pueblo). Muy similares ejemplos se replicaron a lo largo y ancho del mundo en diversas culturas anteriores y posteriores, y curiosamente todo ello desprendido del desarrollo de la agricultura y la libertad de los más fuertes para dominar a los más débiles, un mayor número de individuos dedicados no solamente a procurarse alimento sino además procurarle alimento a otros, individuos que trabajaban incesantemente para sostener el dominio de unos cuantos que les gobernaban sin mayor esfuerzo, lo anterior se conoce como macroparasitismo.
En algún momento de la historia humana la potestad de la fuerza y cualidades del cazador como principal proveedor de una familia cambio al privilegio de parasitar del esfuerzo y condiciones de los miembros débiles de su entorno social inmediato. Lo anterior es condición replicada en toda civilización humana y evidencia de que la naturaleza depredatoria e inteligencia traducidas en estrategia de explotación de la clase dominantes hacia la clase servil ha existido desde hace miles de años y que hoy no ha cambiado.
Seguramente una escalada exponencial de ambición por dominio, riqueza y poder se desprendió de lo antes descrito, el fortalecimiento e importancia de la clase dirigente llamada en adelante noble, o incluso divina, aparejada y confirmada por una clase sacerdotal convenientemente glorificada, el indispensable gasto, inversión y enaltecimiento de una casta militar que en conjunto mantuviesen totalmente controlado y presa del miedo al resto de las clases inferiores.
El ocio de unos cuantos ante la laboriosidad de otros muchos permitió un dominio totalitario, desigual y parasitario que actualmente se practica en el 100% de las sociedades humanas del mundo llamadas democráticas tanto como las que no lo son.
Muchos son los factores que así resultan como clave de las penurias que un individuo, una familia, una comunidad, una ciudad, un país o el planeta sufren pero siempre encuentro, al final, la misma razón de la calamidad a manos de unos cuantos que dirigen los destinos de millones, más de 7 mil millones de ovejas obedientes y esclavizadas en un sistema impuesto por un pequeño grupo de lobos que les cría para su consumo, explotación y perpetuación, la depredación aunada a la inteligencia en aras del poder.
V. Roccas.