La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El espectáculo del circo cesariano se nutre de la necesidad de los más jodidos
Las boyas, que la administración del gobernador texano, Greg Abbot, instaló en el cauce del Río Bravo, se inspiran en los presuntos fosos con cocodrilos que estaban alrededor de los castillos medievales, como medida para inhibir el embate de los gavilleros.
También, sin duda, desnuda el rostro fascista de los halcones norteamericanos que, ante el fenómeno de los trabajadores migratorios, exhiben, como es usual, una doble moral y la única solución que plantean, obedece, exclusivamente, a sus intereses mercantiles.
De entrada, los Estados Unidos son un país de migrantes, además, la expansión económica que los llevó a convertirse en una súper potencia, está basada (hasta la fecha), en buena medida, en la fuerza de trabajo proveniente de las economías subdesarrolladas, sobre todo, por los bajos salarios y la nula seguridad social con la que es retribuida. Plusvalía absoluta, dirían los marxistas clásicos.
Sin embargo, algunos sectores de ultraderecha, suelen aprovechar los tiempos electorales para desplegar tales políticas xenófobas, que niegan, per se, el origen de su nación.
Más allá, de las deficiencias en el manejo del tema, que tenemos en México y el resto de los países expulsores y de tránsito, de mano de obra migrante, sembrar de escollos el curso de la riada para ‘disuadir’ el cruce de migrantes, es un crimen de lesa humanidad, un acto de brutalidad, que confirma lo limitado del progreso civilizatorio, sólo unos pocos acceden.
Vivimos una era dicotómica, por un lado la estupidez y por el otro, la solidaridad ¿cuál se impone? ¡Joder!