José Alberto Sánchez Nava
1.-En un país donde la violencia y la impunidad parecen ir de la mano, México se encuentra en medio de una preocupante crisis: el alarmante incremento de feminicidios. A pesar de la magnitud del problema, la respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido desconcertante, al mantener una estrategia de seguridad que suscita controversias y levanta interrogantes sobre su enfoque ante la creciente ola de atrocidades en México.
2.-“Es necesario atender las causas”, expresó el presidente mexicano, en un comentario que generó un fuerte eco en la opinión pública. Esta declaración, aparentemente dirigida a justificar los atroces crímenes cometidos por aquellos que el presidente considera “sujetos obligados por circunstancias”, ha arrojado una sombra sobre la percepción y la eficacia de las políticas de seguridad pública en el País.
3.-La reciente y dolorosa muerte de Milagros en plena vía pública y a plena luz del día en Guanajuato ha conmocionado a la nación y trascendido fronteras. Incluso el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha tomado nota de la tragedia, destacando la necesidad de un enfoque decidido en la lucha contra el crimen. Bukele ha demostrado, con mano firme, su compromiso en la erradicación de las pandillas criminales en su país, contrastando enérgicamente con la estrategia de López Obrador.
4.-La diferencia en las visiones de seguridad pública entre México y El Salvador es evidente. Mientras Bukele ha optado por enfrentar de manera enérgica incluso considerada por muchos como excesiva en contra de los sujetos que conforman al crimen organizado que han asolado a su nación, López Obrador ha dejado un sabor agridulce al buscar “atender las causas” detrás de la violencia, lo cual, si bien puede ser una parte importante de la solución, no debe servir como excusa para no abordar la violencia de manera frontal y efectiva esencialmente con programas de protección a los derechos de una vida libre de violencia de las mujeres en México.
5.-La posición de López Obrador plantea inquietudes legítimas sobre la seguridad nacional y la protección de los ciudadanos mexicanos. La laxitud en la política de seguridad pública podría estar poniendo en riesgo a la sociedad en su conjunto, particularmente a las mujeres que enfrentan una creciente amenaza de feminicidios. La insistencia en abordar únicamente las “causas” no debería ser una excusa para no perseguir y castigar con rigor a los perpetradores de estos crímenes atroces. El feminicidio va más allá de ser simplemente un acto de homicidio; es una manifestación aguda de la misoginia arraigada y de una mentalidad patriarcal que perpetúa la subordinación de las mujeres en diversas esferas de la vida. Cuando las mujeres son asesinadas por el simple hecho de ser mujeres, se resalta una triste realidad: la persistente idea de que sus vidas valen menos, que sus voces importan menos y que su bienestar es una consideración secundaria.
6.-Es hora de un enfoque equilibrado y decidido para garantizar la seguridad de todas las personas en México. Las políticas deben estar respaldadas por acciones concretas y medidas que disuadan a los criminales, así como la instauración del gobierno para restituir programas de apoyo a las víctimas y busquen abordar las causas subyacentes de la violencia que principalmente surgen en el entorno familiar. La tragedia de Milagros no debe ser en vano; debe ser un llamado a la acción y al cambio.
7.-En última instancia, México necesita un enfoque de seguridad que refleje la urgencia y la gravedad de la situación. Las vidas de las mujeres mexicanas están en juego, y es imperativo que el gobierno adopte medidas contundentes para proteger a su población y erradicar la violencia de género de raíz. No puede permitirse más dilaciones ni excusas. La seguridad y el bienestar de la sociedad deben prevalecer sobre cualquier otra consideración.