Muelle 1
Carlos Alberto Duayhe
La indignación se cuela por muchas partes del país cuando se conocen hecho tan tremendamente lamentables como lo ocurrido con la desaparición y luego muerte de cinco amigos de Lagos de Moreno, Jalisco, el sábado anterior, en manos de no se sabe aún quién o quiénes.
Fue en los límites precisamente de Guanajuato y Jalisco cuando esos amigos regresaban a sus domicilios luego de pasar el día en la feria anual del mencionado municipio.
La madrugada del sábado uno de ellos se comunicó con su padre a quien le informó que ya iban de regreso y hasta ayer ya se confirmó que fueron masacrados de una manera inenarrable.
Destroza a sus familias y amigos y más aún es un fuerte impacto de desestabilización social y política sin fin.
Como es de conocimiento ultimaron a Diego Alberto Lara Santoyo, Roberto Cuéllar, Uriel Galván, Jaime Miranda y Dante Hernández, ninguno mayor de los 22 años.
Allí los nombres ojalá, de verdad, al olvido jamás.
Cuando menos hasta esclarecer lo ocurrido con sus vidas y la justicia haga honor a la sociedad cuando el argumento central es que se trata de fricciones entre bandas de delincuencia organizada, que tal cartel contra tal y hasta ahí.
Es evidente un impacto social difícil de estimar por la crueldad sin límites de este hecho y que en nada ayuda la convivencia pacífica que tanto requiere y merece el país.
Y más aún hay un costo político porque el hecho se suma a los sucesivos que vamos viendo en esos estados y en muchos otros en donde se registran balaceras que llegan a durar horas o toda una noche con tiros por doquier que causan zozobra como si fuera guerra, en ruta a la desestabilización.
Las autoridades de la Fiscalía de Jalisco ya solicitaron la intervención de la General de la República en el caso referido y pues ahora sí que a equilibrar de una vez por todas estos delitos que no aportan, se insiste, a la convivencia necesaria, menos a la democracia y menos al desarrollo.