La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), mediante la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), llevaron a cabo el ciclo Las diversas raíces. Voces de nube y montaña, en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, celebrado este mes, con el objetivo de reconocer y escuchar poemas que no se limitan a ser contribuciones literarias, sino esfuerzos por preservar y transmitir la tradición oral de los pueblos originarios.
La mesa, celebrada en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, fue moderada por la subdirectora de Literatura y Autores del Inbal, Jenifer Balderas, y contó con la presencia del poeta, ensayista y editor diidxazá (zapoteco del Istmo), Luis Manuel Amador; la investigadora y poeta Tu’un savi (mixteco), Ofelia Pineda; el poeta y promotor cultural ayuujk (mixe), Juventino Gutiérrez.
En su intervención, Luis Manuel Amador explicó que compartir poemas suyos en el Palacio de Bellas Artes es un motivo de orgullo y de alegría, pues el diidxazá (zapoteco del Istmo) representa un homenaje a sus raíces, a sus antepasados y es parte de la historia de su pueblo. Subrayó que en sus comunidades, su idioma se complementa con el español, a pesar de que en éste no existen muchos conceptos que sí presenta el zapoteco para describir, por ejemplo, sentimientos o fenómenos naturales.
“Venimos a compartir parte de la palabra de nuestras comunidades y a rendir un homenaje a nuestra historia y a nuestros antepasados. El zapoteco es, también, un reto para entender el mundo de una manera compleja, pues a veces el español no tiene formas para describirlo o no tiene una traducción exacta. Tanto mi lengua, el diidxazá, como el español, son dos mundos que se complementan en este país que es tan diverso”, reconoció.
Además, consideró que actividades como este ciclo son fundamentales para preservar el orgullo de hablar las lenguas de sus comunidades, así como de transmitirlas a las nuevas generaciones, ya que todas las lenguas tienen una gran riqueza, al igual que los idiomas hegemónicos complejos.
“Creo que la oportunidad de leer, conversar y compartir con otros hermanos y hermanas estos escenarios también fortalece nuestra perspectiva de lo que hay que seguir haciendo, que es hablar, escribir, pensar e imaginar en nuestra lengua. Es oralidad, literatura, música, conversación, transmisión de todo esto a los más chicos para que nuestras lenguas no se pierdan”, refirió.
Por su parte, Ofelia Pineda dijo que la apertura de espacios para los idiomas originarios, respecto a otras culturas hermanas del país, es un gran paso hacia el conocimiento, pues enriquecen la forma de percibir el mundo, de conocer la forma en la que esos otros pueblos reconocen y nombran el planeta, la tierra y su conexión con los seres vivos. Además, destacó que cada pueblo —incluidos los que carecen de una literatura escrita— tienen su propia oralidad que se mantiene a través de los siglos.
“Abrir espacios para nuestras lenguas es aceptar que los pueblos originarios tienen su propia oralidad, con la que ellos hablan y conversan. Quizá esa oralidad no está escrita, pero también es una parte de la filosofía que nuestras comunidades trabajan, estudian y dialogan. Se va transmitiendo de generación en generación. Nosotros aún preservamos estas visiones del mundo dentro de nosotros, de ellas escribimos, platicamos, sanamos, convivimos y compartimos con los demás”, resaltó.
Mencionó que uno de los aspectos que más le apasionan del Tu’un savi es la cantidad de palabras de ritual, o palabras sagradas, que tiene el habla. Son vocablos antiguos que no puede entender cualquier persona, sino hasta que se sumerge en esta lengua y lee sobre el protomixteco, la raíz del Tu’un savi, para descifrar su significado.
“Las palabras sagradas hablan de cómo fueron creadas las cosas y se usan para hablar con todo aquello que uno no se imagina: el viento, las hormigas, los gusanos, las piedras, etcétera. Todo aquello tiene voz y todo se comunica. Para mí esas palabras de ritual son un mundo increíble”, indicó.
En tanto, Juventino Gutiérrez explicó que la lengua representa identidad y es ella con la que se puede nombrar al mundo y, también, llegar a la sabiduría. Se dijo honrado de compartir poemas de su autoría en este recinto y subrayó la riqueza de México como un país multicultural en el que caben muchos “otros mundos”.
“Nuestras hablas representan identidad. La lengua es la que nos da el mundo, gracias a ella podemos nombrar el universo, conocer los nombres, es la que nos brinda la memoria, la sabiduría, la luz. El hecho de que estemos leyendo nuestras lenguas aquí habla de la multiculturalidad de México. El hecho de escuchar hoy Tu’un savi, ayuujk, diidxazá y otras lenguas hermanas, indica que somos muchos en nuestro país y todos merecemos ser escuchados”, señaló.
“Es fundamental para las nuevas generaciones el reconocimiento de las otras lenguas que también se escriben y recitan. El hecho de escuchar nuestros idiomas en canciones, en recitales, en poesía y en la tradición oral me parece una gran labor para animar a estas generaciones a interesarse por su lengua y preservarla”, agregó.
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