Visiones y perversiones
Carlos Ferreyra
La ilustración, porque dice Osvaldo, el ingenioso autor, que en el vehículo de atrás viene Ovidio. Yo no lo identifiqué.
Es fácil vociferar Xóchitl, aquí está tu casa, te recibiremos con gusto y con amor.
No me gustan las extroversiones, los alaridos ni los ofrecimientos y reclamaciones o apoyos a distancia…
A fuer de hijo de mi padre, un hombre recto como ningún otro, no le ofrezco asilo a quien no lo necesita. Lucida estaría la señora, habitante tiempo ha, en las Lomas, para aceptar alojamiento en mi cuarto de azotea.
Pero ni aún si hubiese espacio, dejaría de considerar que la señora poco o ningún interés tendrá en refugiarse en un ambiente extraño donde sólo pueden ocurrir dos cosas:
La familia amontonada ante el fenómeno, está en radio, televisión y periódicos, los niños haciendo preguntas babosas en tanto la madre se queja del alto costo del salón. Quizá mencione casualmente el precio del huevo.
El segundo escenario, el dueño de casa se siente dueño también del contenido, atosigará a la presunta con interminables comentarios y opiniones. Quizá le censure determinadas cercanías
Conmigo no tendría tales incomodidades, mis nietos son adultos y evaden las tertulias del abuelo porque siempre son las mismas historias.
Quizá lo atribuyan a la chochez. Del otro lado, no confío absolutamente en nadie que haga de la política una profesión, un modus vivendi. Es posible que haya un presincero, dispuesto, naturalmente a perder simpatizantes pero con dignidad.
Quizá sirva además explicar mi amada sordera que me permite aislarme del entorno y ensimismarme en añoranzas y episodios de vida, a lo mejor recuerdos ajenos que se quedaron en mi memoria.
Dicho todo lo anterior, pienso que los ofertantes son falsos y oportunistas, equiparables a los que de lejos y muchos sin dar su filiación, vaya, ni siquiera su nombre, amenazan con soltar todos sus demonios interiores contra el tramposo cotidiano.
No dan pistas para identificarlos porque en un chico rato se les trepa la Clau y temen sufrir represalias. Nada de extraño, por cierto.
El crimen más bestial, que provocó muchos muertos aunque no tantos como dicen, ocasionó una persecución del Estado que se prolongó por varios años, jóvenes y trabajadores, muchos campesinos masacrados sistemáticamente.
El punto culminante fue el famoso 2 de octubre. Se escucharon voces y se lanzaron amenazas mortales sin fin a todos los niveles de gobierno. Todo siguió igual, a pocos días de la matazón, los dolientes brincoteaban y festejaban el comienzo de la fiesta universal.
Los presos siguieron encarcelados hasta que el gobierno le dio la gana y los muertos no merecieron una recordación formal.
El Presidente, activista de nacimiento, sabe lo que valen los escandalosos que sólo buscan sobresalir y que los tomen en cuenta.
Sean unos, sean otros, igual son redituables. Por cierto, me simpatiza la ingeniero, pero creo que debe pensar en sacudirse de vez en cuando de los parásitos que la acechan y comienzan a aislarla…