• La carreta atascada
• Economía cangrejera
Duele decirlo, pero es la verdad. Algo está podrido en Dinamarca, como dice el Príncipe Hamlet. Y no hay que culpar a la volatilidad de la economía mundial, ni a la debilidad de los mercados externos. Esto sería un pretexto fácil. Sería asumir la actitud muy mexicana ante una colisión callejera: “Es que me chocaron”. La verdad es que las autoridades son las responsables del fracaso, porque son ellas las obligadas a crear un clima de confianza para que la economía marche, independientemente de que el vecino esté moqueando.
Pesado el fardo que está cargando el presidente Peña Nieto. En ocho meses no ha visto resultados positivos reales. Al contrario, el aparato productivo marcha hacia el abismo, y de ribete se confronta con una oposición férrea ante su iniciativa de reformar la Constitución para dar cabida a los extranjeros en la operación de Petróleos Mexicanos.
La verdad es que, como lo asegura Carlos Slim Helu, para que la economía mexicana crezca no al 6, que sería lo ideal, sino al 5 por ciento y cree más empleos, se requieren inversiones de cuando menos 340 mil millones de dólares. Y una confianza de los agentes económicos a prueba de balas. En las condiciones actuales, nadie garantiza que Pemex y la economía mexicana se modernizarán, serán más productivos, más competitivos, abriendo a la petrolera a las inversiones extranjeras.
Falta el ingrediente fundamental: la confianza. Y ésta la han ido perdiendo vertiginosamente millones de mexicanos y la mayoría de los agentes económicos, que le están apostando a los cambios estructurales como un último recurso, ante la acelerada declinación de la economía.
La propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) reconoció ayer el fracaso de la política económica – el gasto público no ha servido de mucho para reactivar la producción de bienes y servicios –. Hacienda dio a conocer un recorte de su estimación de crecimiento para 2013, de 3.1% a 1.8%. En los límites del peligro mortal.
Fue enviado a proporcionar la información, y a dar explicaciones, el subsecretario Fernando Aportela – le tocaba al secretario Videgaray Caso, pues el tema no es menor -: “La baja también responde a una tendencia mundial, en la que varias economías han tenido que recortar sus pronósticos este año”. Sólo una verdad a medias. La verdad verdadera es que los rectores de la economía no han sabido cómo darle confianza a los agentes económicos, y estos se mueven, aquí y en China, por las expectativas negativas o positivas. Como en la bolsa de valores.
Gerardo Gutiérrez Candiani, mandamás del Consejo Coordinador Empresarial – la cúpula de cúpulas -, manifestó la preocupación del sector de los grandes empresarios, y propuso concertar, por urgencia, un programa de reactivación económica. “Una alianza de acciones emergentes para el crecimiento”, acciones contracíclicas, mayor inversión pública e incentivos para incrementar la inversión privada, y agilizar proyectos de infraestructura estratégicos, con una política industrial más activa. La máxima cúpula empresarial entregó al Presidente de la República un paquete de propuestas puntuales, que complementa el decálogo de medidas para incentivar el mercado interno, que el CCE propuso recientemente al Consejo Rector del Pacto por México.
Los patrones proponen a Peña Nieto medidas en áreas como apertura y desarrollo de empresas y fomento a la inversión, cadenas de valor, capital humano, desarrollo de vocaciones productivas y polos de competitividad, transporte y logística, crédito y abasto energético y de insumos, mejora regulatoria y otros.
Para acelerar los trabajos, Candiani propuso un programa integral de desarrollo e inversiones para la región sur-sureste, que daría frutos con la creación de un Corredor Multimodal Transístmico, instituir los presupuestos púbicos multianuales para proyectos prioritarios, y un Plan Estratégico de Infraestructura en telecomunicaciones. Vaya pues. Una historia repetida contracíclicamente.
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