RELATO
5:55 p.m. … Y, de nueva cuenta, el universo entero le había sonreído a Lone-Boy. De nueva cuenta, había vivido junto a su nuevo padre experiencias y momentos increíbles.
Y, todo eso, por fin le había hecho ver, pensar y sentir que SU NUEVO PADRE LO AMABA LO INDECIBLE. Y es que, él, se lo había demostrado con pequeños grandes actos.
Ahora, el padre de Lone-Boy por fin sabía que él era escritor. Y, este hecho, le había hecho sentir al joven que su padre al fin conocía una gran parte de su esencia como ser humano. “Daddy… I´m a writer!”.
Lone-Boy, en su interior, al fin se sentía increíble e indeciblemente orgulloso de ser para aquel hombre su hijo: un ser y una mente increíblemente talentosa y creativa. Y, el hecho de tener ahora en su vida un amor como el de su padre “adoptivo”, también lo hacía sentirse indeciblemente motivado.
El joven solamente no podía dejar de pensar en querer hacerle sentir a su padre mucho orgullo. Y, para lograr eso, a la hora de limpiarle su casa, se esmeraba todo lo imposible. Una y otra vez limpiaba cada espacio con una entrega y dedicación increíble.
Aparte de la escritura, una de las cosas que más disfrutaba Lone-Boy, era precisamente “LIMPIAR”. Limpiar, sacudir y acomodar cosas… Todo esto, para su condición de “autista-asperger”, venía siendo como una especie de terapia.
Y, sin poder evitarlo, de cuando en cuando, él, nuevamente volvía a sentirse como un niño grande. Lone-Boy, quien jamás pudo tener una infancia y juventud normales, ahora, en su interior, solamente se permitía sentir todos esos sentimientos que jamás conoció: “AMOR, SEGURIDAD, COBIJO, RESPALDO, PROTECCIÓN…”
Su nuevo padre, con cada uno de sus actos, le había hecho conocer por fin todos esos sentimientos arriba mencionados. Y Lone-Boy solamente no podía dejar de sentirse “DICHOSO Y BENDECIDO INFINITAMENTE POR EL UNIVERSO”.
Y, ESE UNIVERSO MISMO LO VENÍA SIENDO SU PADRE; SU PERSONA, SU CUERPO, SUS BESOS, CARICIAS Y MIRADAS…
Para este entonces, Lone-Boy sentía ya amarlo lo indecible. Y, todo este amor bullendo en todo su ser interior, como él lo sabía perfectamente, ERA ALGO IMPOSIBLE DE EXPLICAR Y DE D-ESCRIBIR CON PALABRAS ESCRITAS…
“AMOR INFINITO… AMOR ETERNO… AMOR ENTERO… AMOR SUBLIME Y PURO…”
“Padre e hijo…”
Ese día, viernes en la mañana, Lone-Boy se sintió increíblemente amado, cuando su padre subió hasta su cuarto. Acercándose hasta su cama, su padre enseguida dobló su cuerpo y entonces le dio un beso, en la boca.
Lone-Boy, que esa mañana no sentía tanto dolor, solamente no paró de sonreírle a su padre, así como tampoco de decirle ocurrencias locas, tan solo para hacerlo reír, más y más.
El hombre, apenas volver a erguir su cuerpo, le dijo a su hijo, en su español de extranjero: “Yo ir al centro a las nueve. ¿Tú querer ir conmigo?” A lo que Lone-Boy, con rostro radiante, le respondió que sí.
Padre e hijo se volvieron a besar y a acariciar…
Ese día, en especial, se volvería para Lone-Boy UN DÍA INOLVIDABLE. Un día que su mente, antes muy atribulada, POR SIEMPRE ATESORARÍA CON INFINITA DICHA Y ALEGRÍA.
Y es que, ese día, él y su padre, habían hecho algo muy común y simple; sí, pero que para el joven siempre había sido una de sus fantasías esperadas toda una eternidad.
El hombre, sin poder saberlo y sin siquiera poder imaginarlo también, había hecho realidad una de las fantasías del joven escritor de ficciones. “¿TÚ QUERER IR CONMIGO AL CENTRO…?”
Y, como un niño grande, Lone-Boy se levantó, hizo su cama, y luego se dirigió al baño para refrescar todo su cuerpo. EL UNIVERSO ENTERO AHORA LE SONREÍA… Y ÉL TAMBIÉN A ÉL…
Un rato después, igualmente como un niño grande, Lone-Boy agarró su bolsa canguro, se lo ató a la cintura y, colocándose en el cuello las llaves de su cuarto y de la puerta principal de la calle, que lo llevaba colocados en una cinta amarilla, que decía “HAWKS”, y que era de su padre, bajó las escaleras…
Unos minutos después, entró por la puerta de la cocina, donde su padre, apenas verlo, otra vez le sonrió y lo miró de esa manera tan especial. El esposo de su padre, situado en la parte del lavabo para los platos, hacía lo suyo: lavar los trastes que había utilizado para hornear sus galletas.
Lone-Boy, al ver toda esta escena, no pudo sino solamente decirse en su mente fantasiosa: “QUÉ HERMOSA FAMILIA SOMOS LOS TRES…” Y es que, aunque el esposo de su padre no lo sabía, también sentía hacia él un afecto genuino. Pero el hombre, que de por sí era muy callado, incluso con su propio esposo, no podía si quiera imaginar que frente a él tenía a otra persona muy parecida a él. Lone-Boy no solamente siempre había sido “muy callado y reservado”, sino que ahora, muy recientemente, se había enterado de que era “autista-asperger”.
“¿Acaso también podría ser “autista”?”, Lone-Boy se había preguntado algunas veces, mentalmente. Y es que, el esposo de su padre, todo el tiempo hablaba con un tono casi inaudible. Su voz, todo el tiempo sonaba a un susurro.
…Unos minutos después, Lone-Boy metió en una de las dos bolsas la pequeña computadora de su padre. Ahora lo llevarían a reparar, en un lugar situado en el centro de aquel puerto, llamado “Progreso”. El celular del esposo de su padre, también lo llevarían ahora, ya que éste le había caído contra el duro suelo de piedra, causándole así una ruptura total de la pantalla.
Después, como toda una fantasía hermosa, Lone-Boy caminó junto a su padre hasta la puerta de la calle. La puerta, que era ancha y de madera, y que se abría en dos partes, fue abierta por la mano del joven.
Y, como toda una fantasía hermosa, Lone-Boy vio cómo su padre sacaba su moto, de color rojo. Después, apenas arrancar el motor, le dijo a su hijo que su hubiera. A lo que el joven accedió.
Como todas las demás veces, apenas sentarse, el hombre le preguntó a su hijo: “¿Listo?”. A lo que Lone-Boy enseguida respondió que sí, lleno de felicidad. Acto seguido, como todas las demás veces, alargó sus dos brazos y le rodeó la cintura a su padre, muy fuerte y amorosamente.
Unos segundos después, la brisa del mar cercano a ellos, comenzó a acariciarle todo el rostro al joven. Su padre, conduciendo adelante, no podía siquiera imaginar lo feliz que hacía ahora sentir a un ser como el que ahora iba sentado detrás suyo.
Y Lone-Boy, como todo un niño grande, NO PARÓ DE ATESORAR EN SU MENTE CADA INSTANTE Y CADA SEGUNDO DE TODO ESTE VIAJE EN MOTOCICLETA JUNTO A SU NUEVO PADRE, AL QUE AHORA SENTÍA YA AMAR INFINITAMENTE…
Anthony Smart
Septiembre/23/2023
7:06 p.m. Saturday