Una década después de que una ola de quiebras prácticamente acabara con la industria solar alemana, el sector busca restablecerse frente a una dura competencia extranjera.
La sobreproducción en China y los masivos programas de subsidios gubernamentales en Estados Unidos marcan la lucha por seguir siendo rentable para un negocio que solía prosperar en Alemania.
En Bitterfeld-Wolfen, una planta de células solares inaugurada en 2021 por el grupo suizo Meyer Burger en las instalaciones del desaparecido productor alemán Q-Cells es una señal de un posible renacimiento.
«Conseguimos contratar a algunos antiguos empleados del sector y nos beneficiamos de sus conocimientos», explicó a la AFP el director de la fábrica Meyer Burger, Jochen Fritsche.
En la planta de la ciudad del este de Alemania, un millón de células azules salen de la línea cada día, listas para ser ensambladas en los módulos que forman los paneles solares.
La producción en la fábrica está en gran medida automatizada y sólo unos 50 empleados supervisan el proceso de fabricación ininterrumpido a través de pantallas de ordenador.
Primero se sumergen las obleas de silicio que forman la base de las células en una solución química, luego se les aplica una capa gris reflectante, se secan y se cortan en dos.
El resultado de este proceso industrial de alta precisión, cuyos detalles guarda celosamente Meyer Burger, es una célula que se dice que produce un 20 por ciento más de energía que la competencia.
‘Valle Solar’
«La tecnología es el núcleo de nuestro negocio y es lo que nos permite reconstruir la producción en Europa», dijo a la AFP Gunter Erfurt, director general de Meyer Burger.
La fábrica del grupo está situada en el corazón de lo que alguna vez fue anunciado como «Valle Solar», un área en el centro de la antigua Alemania Oriental comunista que albergó una alta concentración de empresas de energía solar en su apogeo en la década de 2000.
Los fabricantes alemanes eran líderes mundiales en energía solar en ese momento, impulsados por fuertes subsidios gubernamentales, pero la financiación pública se redujo drásticamente en 2010, lo que llevó a que muchas de las empresas quebraran.
Se eliminaron miles de puestos de trabajo en Solar Valley, mientras que los competidores chinos ocuparon el primer lugar en la industria.
Hoy en día, las empresas chinas representan aproximadamente el 80 por ciento de la producción fotovoltaica en todo el mundo, justo cuando Alemania busca reducir su dependencia del gigante asiático y ampliar la capacidad de energía renovable.
El objetivo de Berlín de producir el 80 por ciento de su electricidad a partir de energías renovables para 2030 se ha visto impulsado por la reactivación de su industria nacional.
Entre enero y septiembre de 2022, la producción de módulos de paneles solares en Alemania fue un 44 por ciento mayor que el año anterior.
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