Guillermo Portugal Vela
Explicar el modelo extractivista y los procesos donde se tienen modificaciones del Mezcal-Agave para adquirir un contexto “mercantilista”, es evidenciar la existencia de conflictos en la identidad cultural de las tensiones socioculturales y el saber de las tradiciones.
El mezcal, es una bebida destilada producida a partir de la cocción de la “piña” de maguey o por alguna de sus partes “quiote o pencas”; existe testimonio que su desarrolló fue por la llegada de los españoles; pero su elaboración primigenia obedece a un origen nahoa.
La planta de maguey fue modificada de un bien natural a un bien privado y cerrando como un bien público; el devenir al “dominio español” aparecen magueyeras como el Tequila en Jalisco y Llanos de Apam, donde este último comprende los estados de Hidalgo, Estado de México, Tlaxcala y Puebla.
A fin del siglo XVIII la producción magueyera se transforma del uso ritual hacia las destilerías, donde las ollas de barro tuvieron un rol determinante en los “palenques del vino-mezcal” y en donde el porfiriato y las políticas posrevolucionarias estimularon la mecanización.
En los sesentas se da un impulso agroindustrial en el país, donde la información del valor de los bienes permitió un cambio gradual de paradigma respecto al uso del maguey como elemento socio-cultural y en cuya expresión actual son los monocultivos dirigidos por el núcleo empresarial productivista; mismo que corresponde a los intereses del capital “y en pro” del aumento de la plusvalía hacia atrás y hacia delante de la Cadena de Valor de los procesos de producción, transformación y comercialización del Sistema Producto del Mezcal-Agave.
Está producción intensiva permitió mayor presión ambiental e hídrica, deterioro ecosistémico, marginación socioeconómica, daño de los cultivos básicos y de la agrobiodiversidad y la modificación de los sistemas de producción y del conocimiento mezcalero.
La rigidez de las políticas fiscales entre 1980 y 1990, concreto el establecimiento en 1994 de la Denominación de Origen Mezcal (DOM), años después la Denominación se expandió entre los estados y algunos de sus municipios de Oaxaca, Guerrero, Zacatecas, San Luís Potosí, Durango, Tamaulipas, Guanajuato, Puebla, Michoacán, Estado de México, Morelos y Aguascalientes; situación que radico más a los productores en sus comunidades y la elección del incremento en sus ingresos.
Señalar los claroscuros del capital transnacional es un imperativo que corresponde a “un salario no remunerador, desigual y dependiente” de los mezcaleros y que equivale a una proporción paupérrima monetaria que pagan los empresarios a los labriegos, pues su monto promedio fluctúa entre la mitad de un salario mínimo mensual ($3,111) y la percepción completa de un salario mínimo vigente ($6,223 pesos), es decir por tanto corresponde al promedio mensual que percibe un trabajador y que ronda en alrededor de $4,667 pesos y en cuyo nivel está muy debajo de los salarios contractuales de las distintas clases agroindustriales, por tanto para la obtención de una canasta básica alimentaria por trabajador esta se sitúa en alrededor de $1,644 pesos por mezcalero. (Dato en base a la ENIGHF 2023).
Explicar cómo los pequeños productores con o sin tierra se conectan con las distintas dinámicas de los territorios y los modos de producción campesina, es la respuesta de las compañías transnacionales en su ruta de expansión mercantilista como lo fue Bacardí, Pernod Ricard y Diageo, cuando adquirieron marcas para aprovechar el auge del mercado en el país y con ello expandirse en “Estados Unidos, Canadá y otros países”; en este sentido la extensión de la Denominación de Origen del Mezcal-Agave se explica por la alta demanda del mercado internacional.
Abundando, las marcas en el 2011 fueron porque Diageo negocio la marca “Pierde almas”, Bacardí obtuvo la bebida con “Ilegal” y Pernod Richard con “Del maguey”, marcas del mezcal oaxaqueño de gran popularidad que en su momento lo fueron, pero hoy pertenecen a las corporaciones transnacionales.
La irrupción del mezcal como componente sociocultural, fue el “rescate de la tradición Mezcalifornia” en Estados Unidos, mismo que se exhibió en el 2015, y en el 2019 se promociono en el exterior. Esto es un pillaje y saqueo biocultural-extractivista, pues el material genético se sustrajo del país, así como el conocimiento campesino sobre la destilación y fermentación del mezcal y el pulque.
El extractivismo desarrollado es un proceso de captación de productos, materias primas y de conocimiento que beneficia de manera preponderante a los monopolios del Mezcal-Agave; la penetración del capital transnacional tiene objetivos ajenos a lo “religioso y social” de la comunidad y en donde el mezcal es un componente sociocultural campesino por la apropiación de espacios y medios de producción; la conversión en sus territorios en asalariados es un efecto derivado por el despojo en los mezcaleros; así, que al abandonar estos lo cultural y lo biológico, se tiene como saldo un paso atrás al dominio transnacional y desarrollista; por tanto la disyuntiva es perder lo más preciado del poder popular y campesino o bien continuar la resistencia-resiliencia de los pueblos.
La protección de la agrobiodiversidad es una falacia, porque el conocimiento campesino y las prácticas culturales “son entelequias modernizadoras” y en cuya salida de los programas y proyectos es determinante seguir los intereses mercantilistas.
En suma, es imperativo revisar la Denominación de Origen para adecuar y proteger los territorios, el conocimiento, las formas de producción, el conocimiento de los saberes tradicionales, la autonomía, las semillas y por un sistema donde predomine un manejo agroecológico que estructure la producción sustentable y sostenible.
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Apéndice: ¡Por el huracán Otis de Guerrero, es pertinente modificar el rumbo del Estado para resolver el daño de la infraestructura y la estructura guerrerense, cuyo requisito es mejorar el gasto social y la gobernanza del país y así reducir el síndrome de hambre, pobreza y el desempleo!