* ¿Colusión, negligencia? ¿Dónde quedaron las promesas de la 4T, para acabar con la corrupción y rescatar a México de las ambiciones de los políticos? Nada hacen para limpiar aguas del río Sonora
Gregorio Ortega Molina
Conocí, vi y escuché a Jorge Larrea en 1970, durante la gira proselitista de Luis Echeverría Álvarez. La mirada limpia, la sonrisa abierta, la docilidad ante los cuerpos de seguridad. Antonio Llanes, El Junior, le indicaba donde colocarse, y allá acudía. Delgado, pulcro, adecuadamente vestido para los trajines de la conquista del sufragio.
Nada que ver con su hijo Germán Larrea, seguramente alimentado con enfagrow, creció de más y desde entonces desea acapararlo todo, desde la atención, debido a su estatura y corpulencia, hasta la riqueza que desborde de sus alforjas. Don Jorge fue discreto, el actual mandamás de Grupo México busca los reflectores, o quizá nada más los atrae, por su fama de tacaño y la dureza para con los trabajadores del escalafón inferior, esos mineros que lo convierten en Creso del siglo XXI, salvo cuando quiso hacerse con Banamex.
Pues bien, este hotentote rubicundo también destaca como depredador de la naturaleza, y en lugar de mostrarse agradecido por todo lo que le ofrece tierra adentro, vierte los residuos tóxicos de sus minas dentro de los afluentes que deben conservarse limpios, porque el agua es vida, pero a Germán Larrea poco lo importan los enfermos y muertos por su causa, mientras él respire y pueda, como burda imitación de Rico McPato, tirarse clavados en ese oro ensangrentado.
Denuncias van y vienen por los vertidos tóxicos en las aguas del río Sonora, y el obeso y rubicundo señor Germán Larrea asume la actitud de Johnnie Walker, sigue respirando tan campante, porque los fallecidos, como los que guarda bajo su alfombra Hugo López Gatell, dejaron de existir y para nada enturbian su sueño ni entorpecen su digestión. Es capaz de triturarlo todo, para después excretar.
Mientras el propietario de Grupo México goza de cabal salud y de su fortuna, los habitantes en torno al río Sonora languidecen, pierden peso y años de vida, algunos deben despedirse de sus hijos prematuramente, ya sea porque los progenitores se van primero, o porque los vástagos son incapaces de resistir lo que los vertidos tóxicos dejan en sus cuerpos y sus mentes.
Para puntualizar, rescato de las efemérides lo siguiente: “Un tinaco con el logotipo del Fideicomiso Río Sonora, puesto en los techos y patios de las casas de siete poblados, parece la huella que quedó de la tragedia ambiental que el 6 de agosto de 2014 contaminó con 40 mil metros cúbicos de desechos tóxicos el Río Sonora. Una tragedia que Buenavista del Cobre, la mina más grande de México y la tercera más importante del mundo, pudo haber evitado.
“Óscar Encinas Gámez, de 64 años, uno de los afectados, dejó de sembrar maíz y alfalfa al saber que la toxicidad del agua, provocada por un derrame en la mina Buenavista del Cobre, duraría más de 90 años. Como él, un total de 22 mil personas se vieron afectadas de manera directa, por la omisión de autoridades federales y locales, al no haber realizado las inspecciones de rutina en la minera.
“Así lo revela esta investigación de Priscila Cárdenas para Proyecto Puente y Aristegui Noticias con el apoyo de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación del ICFJ en alianza con CONNECTAS, que demuestra cómo ninguna autoridad supervisó a la mina de Grupo México durante los últimos 14 años. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) solo revisó las instalaciones cuando el desastre ya había ocurrido. Su anterior visita había sido diez años atrás.
“Desabasto de agua potable, mermas económicas y daños a la salud son algunas de las afectaciones de una tragedia que siguen padeciendo la mayoría de los habitantes cercanos a la zona, y que pudo prevenirse si las autoridades mexicanas hubieran hecho su trabajo”.
¿Colusión, negligencia? ¿Dónde quedaron las promesas de la 4T, para acabar con la corrupción y rescatar a México de las ambiciones de los políticos? Nada hacen para limpiar aguas del río Sonora.
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@OrtegaGregorio