Por: Ricardo Burgos Orozco
Presume mucho Andrés Manuel López Obrador que, cuando termine su administración el año próximo, México va a tener una atención médica y hospitalaria similar o mejor que en Dinamarca. Otra ocurrencia del tabasqueño porque seguro escuchó que en aquel país el sistema de salud es reconocido como uno de los mejores del mundo ya que brinda los mismos servicios a toda su población, sin distinción de niveles sociales o económicos.
La pretensión de López Obrador está cada vez más alejada de la realidad si observamos lo que ocurre, por ejemplo, en el Hospital Dr. Fernando Quiroz, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) ubicado en la colonia Bella Vista, Alcaldía Álvaro Obregón, en la Ciudad de México.
Hay un paciente que lleva dos semanas en la espera de una operación para aliviarle una fractura del hueso de una pierna, a consecuencia de un accidente en una motocicleta. Hasta ahora la dirección del hospital no ha podido conseguir el lugar donde lo puedan intervenir porque ahí no tienen el equipo necesario para hacerlo; el hombre, un adulto de más de sesenta años, no soporta los dolores por la lesión mientras los médicos solamente le pueden ofrecer calmantes que prácticamente no le hacen nada para aliviar su padecimiento.
El problema es que ahora también tiene problemas de oxigenación y de presión alta por la tensión que le ha provocado la situación indefinida.
Hay otros pacientes a quienes tampoco les han dado fecha ni lugar para sus operaciones; un enfermo que tiene dos meses con una fractura de cadera y otro más que desde hace dos años — leyó bien — lo han intentado operar varias ocasiones, pero lo regresan del quirófano porque no cuentan con las prótesis adecuadas.
Una persona que necesitaba una atención urgente por un problema de próstata en el Hospital Lic. Adolfo López Mateos, en la colonia Axotla, también en Álvaro Obregón, tuvo que utilizar sus ahorros para buscar un médico particular porque necesitaba una operación urgente y el especialista le daba cita ocho meses después. La intervención quirúrgica le costó 28 mil pesos, pero no le quedaba otra que resolver el mismo su problema o podría tener un conflicto mayor de salud y tal vez hasta morir.
Lo terrible es que las buenas intenciones o las mentiras del presidente de la república en materia de salud chocan con la realidad porque el dinero asignado para el Sector Salud el año próximo tendrá un decremento de 55.8 por ciento con respecto a 2023, con un gasto en términos reales de 96 mil 990 millones de pesos, con todo y las carencias graves que hay en los hospitales públicos del país.
La mayor parte del presupuesto va a ser para la Secretaría de Energía, con la Refinería de Dos Bocas, en Veracruz, que sigue chupando dinero sin límites; el Tren Maya – otro proyecto faraónico –, los programas sociales clientelares, el Instituto Nacional Electoral porque 2024 será un año de elecciones importantes, entre ellas estará en juego la presidencia de la república.
Así que aquello de tener un sistema de salud similar al de Dinamarca está solamente en el discurso de Andrés Manuel López Obrador, como muchas otras cosas más que ha prometido y que no cumplirá a los mexicanos.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político