Horizonte de los eventos.
Roma es tan grande que, con saberla poco, se sabe mucho de ella. No es falso afirmar que nada hemos hecho, que ella, no hayamos aprendido: el reinado, la república y el imperio. La Antigüedad romana nació en el año 753 ac y cayó el 476 (1229 años). En tanto que el Medioevo, a la luz de fenómenos evolutivos de la sociedad, por su naturaleza y consecuencias constitucionales, su parteaguas final es la Revolución Francesa y la fundación de su Primera República (1789).
El fin del Régimen Absolutista, el nacimiento de la ciudadanía, del Estado de Derecho y la democracia Moderna, entierran la Edad Media. Casi la misma longevidad de Roma (1313 años) todo el Medievo y el inicio de la Modernidad, requirió la humanidad, para transitar los tres Estados: reinado, república e imperio. Esto, lo cuantitativo.
Por lo que hace a lo cualitativo, el medievo conoció los reinos y el imperio, las familias reinantes que construyeron naciones y Estados, pero no la república. El nacimiento de ésta, con la Asamblea de París, es para efectos de la igualdad del Hombre, garantizado por el derecho, el “final del fin” de la Edad Media y el nacimiento de la Modernidad: cuando el hombre exige y alcanza la libertad de pensamiento, expresión y asociación: 1789, la Revolución Francesa despoja al Rey de la Soberanía y la deposita en el hombre y el ciudadano, en el pueblo y en la nación.
En congruencia, consecuentemente, permuta los elementos estructurales que sostuvieron la Monarquía. Así, sustituyó al Rey con el Ejecutivo y las Funciones con que gobernaba, fueron divididas, básicamente en tres: Legislativo, Ejecutivo y Judicial (Doctrina Clásica de la División de Poderes, de Montesquieu). Un siglo y medio después, creamos nuevos Órganos Independientes, pequeños “Poderes especializados”, para evitar al Ejecutivo, el absolutismo despótico vivido con los Reyes.
A la vez, dentro del mismo Ejecutivo, las atribuciones cambiaron y se establecieron obligaciones que debía cumplir ante los dos Poderes restantes, equilibrios y medios de control, para evitar la tiranía que motivaron a la naciente sociedad urbana, a rebelarse ¡Y acabar con el Medievo, sellado con la decapitación de sus representantes!
En ese punto, la interrogante entonces era ¿Con base en qué, se tomarían las decisiones de gobierno? Bien, trasladada la Soberanía, del Rey al ciudadano, es el ciudadano el que debe decidir: lo hará por mayoría, método inmediato que eligió el constituyente francés.
Eso fue hace 234 años, hablamos de un régimen democrático, no monarquista, de mayoría. Mejor que el tiránico anterior y cuantitativamente atinado, salvo en el Sistema de Representación, hoy es primitivo, dictatorial y sobretodo, inviable e inadecuado (cualitativamente) para alcanzar los más ambiciosos postulados humanos, recogidos por la representación de la mayoría misma. Fuerza bruta, en la que no impera bien, ni la Ley del Talión sino el más fuerte.
El hombre está llamado a alcanzar el estatus superior de existencia y convivencia, fundado en la razón Y ESTA ES LA ASPIRACIÓN SUPERIOR QUE LA MODERNIDAD OBSEQUIA AL HOMBRE EN OPORTUNIDAD, VIRTUD DE NUESTRA VERDADERA SIGNIFICACIÓN.
El mismo hombre que 234 años atrás, y nunca antes aspiró, hoy reclamamos conducirnos con un más alto valor que el de la mayoría. Aspiramos a ser conducidos por la razón, por nuestra inteligencia y voluntad, no por los más ni por el más grande: de ese tamaño es la diferencia y ese es el paradigma de nuestro tiempo, madurez y evolución. Conducirnos a través del mandato legal, el entendimiento y la interlocución ¡ESO SÍ, QUE NI ROMA CONOCIÓ!
Conducirnos por mayoría, equivale a decidir como lo hace una manada de licaones: comerse al otro, en virtud de la fuerza bruta, porque son más y tienen hambre ¡Vaya razón! Hombre, Civilización Humana, es hora de privilegiar nuestro Don más caro, honrarle y crear con él, la inédita realidad racional, al servicio de los anhelos, que la mayoría no ha podido construir. DEJAR DE SER PRODUCTO DE LA IMPROVISACIÓN, EL AZAR Y LOS INSTINTOS ¡EXISTENCIA DE ANIMALES ININTELIGIBLES!
A 2 mil 776 años de la fundación de nuestra Tradición Judeo Cristiana, la evidencia de nosotros mismos, de nuestros anhelos, aspiraciones, logros y fracasos reiterados siglo tras siglo, gobernados por regímenes soportados en la fuerza del más grande y de la mayoría, es hora de dar pasos en todo ámbito, a privilegiar y ejercer al conducirnos y decidir, la razón, con inteligencia y voluntad. Dar un paso más allá, que la misma Roma: Conciudadano ¿O qué eres? ¿qué somos y qué quieres?